Capítulo 11

8.6K 414 45
                                    

Abel se me acercó mientras yo seguía en el suelo.

-Zoe...

No dije nada. No quiero decir absolutamente nada.

-Hermosa, por favor...

Ese maldito traidor no va a obtener ninguna palabra de mí.

-Vamos princesa... -dijo suplicando.

Bueno, quizá sí.

-¡TE HE DICHO QUE NO ME DIGAS PRINCESA, INCOMPETENTE DE MIERDA!

Mis ojos se volvieron negros, mi cabello comenzó a arder en llamas, me salieron un par de alas negras que combinaban con lo negro de mi piel y nos colmillos que salían de mi boca.

Ese espejo frente a mi sirve mucho al ver mi aspecto.

Muchos tienen la mala costumbre de creer de porque es el "demonio" tengo que tener cuernos. Pero se olvidan de que Lucifer es un maldito ángel caído. No es un demonio del infierno... bueno, si lo es, pero no tiene cuernos.

Abel me veía con un poco de miedo. Bueno, un poco era decir lo mínimo, estaba que se meaba en los pantalones. Esa si es una expresión correcta.

Comencé a crear una especie de aro de fuego alrededor del demonio, haciendo que poco a poco se cerrara y comenzara a torturar a mi amigo.

Lo único que se escuchaban eran sus dulces gritos de dolor y gritaba por conseguir su perdón. Todo aquel dolor que le causaba estar dentro de mi castigo y todos pecados que había cometido se estaban redimiendo en su ser. Sentir absolutamente que toda tu piel arde y duele, pero no puedes hacer nada. Te mueves y ello te sigue, tratas de salir, pero no puedes. Lo único que te queda es volverte loco.

Pasaron 15 minutos y deshice el aro, y yo volví a la normalidad. Miré a Abel rendido en el piso y me acerqué a él. En sus ojos se podía ver todo el dolor y miedo que había sufrido anteriormente. Observé su cuerpo y estaban algunas partes más quemadas que las otras. Eso, me hizo sentir mucho mejor. Espero que ese traidor nunca vuelva a quedarse callado ante Lucifer.

-Escúchame bien pedazo mierda –dije acercándome más a él –desde ahora tu lealtad será para mí, en vez de a Lucifer.

Miré que asentía sin cesar. Podía ser peor que Lucifer si me lo proponía. Pero para mí desgracia, no puedo enfrentarme a mi padre gracias a no sé qué... Supongo que es el poco respeto que le tengo por ser él quien me engendró.

Después de dos horas, Abel se levantó por fin.

Creo que ya pudo soportar el dolor que su cuerpo le estaba proporcionando.

-L-lo siento mucho p... Zoelyn –dijo con la cabeza agachada.

Sí, estoy disfrutando esto.

Me acerqué a mi amigo y lo miré.

-Muy bien Abel. Desde ahora soy yo tu señora y ama. Harás todo lo que yo te diga... Seguirás con tu labor y no dejarás que Lucifer se acerque a este lugar. –comencé a decir mientras caminaba alrededor de él y observaba que Abel tenía la cabeza agachada, sumisamente. Esperando a tener sus nuevas órdenes- Tu vida seguirá siendo la misma, a excepción de que no seré más tu novia y ni se te ocurra decir que lo soy. Me dejarás salir a la escuela de danza y le mentirás a Lucifer –tomé la cara de mi amigo/sumiso y lo hice mirarme- y ya no habrá sexo entre nosotros.

Él abrió los ojos por la sorpresa. Creo que esa noticia fue la que más le afectó. Pobrecito.

Abel asintió al último momento y yo sonreí con superioridad.

La hija de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora