Capítulo 3

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Vi como el chico comenzaba a quitarle la ropa a uno de mis “clones” mientras me alejaba.

Vaya que los humanos son estúpidos. No saben diferenciar la realidad de la fantasía o simplemente no querían hacerlo. Tener que  aguantar con ellos por los próximos 3 años, no sé cómo voy a sobrevivir a esta maldita tortura. Ahora sé porque Lucifer me mandó a esté estúpido lugar.

-Lindo espectáculo -dijo un hombre, o eso parecía, al que reconocía.

-Araxiel –susurré y me voltee para encarármelo. Su imagen de humano era de cabello oscuro y un poco largo, ojos grises claro y con buen físico. A simple vista se le podía notar que era un hombre bastante exitoso.

Él es uno de tantos demonios de la lujuria, pero esté se encarga de dirigir lo que es la esclavitud sexual, vendiendo jóvenes atractivas o vírgenes a humanos para que puedan complacer su lujuria. Simplemente, me repugna estar a su lado.

-Su padre estaría muy orgulloso, si tan solo lo hubiera hecho tú misma y no una ilusión, aunque muy efectiva Zoelyn.

-¿Vienes a vigilar los mandados que te ha hecho mi padre? –pregunté molesta.

-En realidad, tengo un cliente esperándome a unas cuantas calles de aquí, mi querida princesa. Pero la vi y quise pasar a saludarla –dijo mientras me acariciaba mi brazo.

Y vuelvo a lo mismo, este demonio me repugna.

-Araxiel –le dije en tono firme.

-Perdone princesa, pero sabe que la lujuria corre por todo mi ser –dijo con una estúpida sonrisa en su rostro.-no se preocupe mi señora, pronto correrá por el suyo también.

Una punzada se sintió en mi pecho.

Realmente me daba asco todo lo que tenía que ver con mi padre, pero soy su hija y no puedo negar que todo eso me atrae con demasiada fuerza.

La lujuria mayormente. Quisiera probar, calmar mi curiosidad hacia este pecado. Pero sé que cuando empiece, no podré detenerme y siempre querré más y más de este pecado.

-Deberías estar trabajando, Araxiel. –le dije con la misma voz firme.

-Tiene razón, mi señora –tomó una de mis manos y se la llevó a la boca, depositándole un beso –espero volverla a ver por algún lugar.

Dicho esto me sonrió y se fue.

No entiendo como ellos pueden soportar a los humanos o no quieren quitarle el puesto a “el rey del inframundo”. Los humanos son una pérdida de tiempo y esfuerzo. Pero bueno, ellos tienen órdenes y todos quieren cumplirlas como si Lucifer fuera la gran cosa.

Me encontré cerca de un club para hombres y entré.

Desde que tengo memoria, siempre me ha gustado cualquier clase de baile, pero mi padre creyó que ese gusto me serviría para el pole dance. Que se joda ese idiota.

-Buenas noches señorita –dijo un chico que parecía un empleado del lugar muy indiscretamente, veía mis pechos -¿puedo ayudarle en algo?

-Sí, -dije seductoramente –quisiera hablar con él gerente y no sé. Tal vez tú número telefónico.

El chico sonrió y me guío por el lugar hasta la oficina del gerente. Le guiñé el ojo al chico y entré a la oficina.

-¿Quién se atreve a…? –el gerente me observó de arriba abajo. –vaya, hola señorita, ¿puedo ayudarle en algo?

-Claro. Quisiera trabajar en este lugar –dije jugando con su mente. Obviamente, se olía la lujuria en ese lugar. Y sus empleados no eran la excepción.

Antes de poder hacer algún movimiento, tengo que asegurarme que tan mal está este idiota, y antes de que se diera cuenta, yo me meto en la cabeza del gerente para saber de él. Comprometido, drogadicto, infiel. Un candidato perfecto para que sea mi jefe.

Logré que hiciera que me viera los pechos y él sonrió. Yo simplemente, lo ignoré.

-¿Podré trabajar aquí?

Él solo se limitaba a ver mi cuerpo, no mi cara.

No entiendo como los humanos son capaces de cosas tan idiotas.

-Claro que puedes trabajar aquí linda, pero antes…-el hombre solo se bajaba la cremallera del pantalón y me sonreía con lujuria –tengo que darte la bienvenida.

Lo dejé con otra ilusión, dándole mi “bienvenida” y de nuevo me salí con la mía y me mantengo virgen.  

Me pongo un traje con una blusa estraple color naranja metálico que me llegaba debajo de los pechos y unos shorts del mismo color y me fui a una mesa.
Sabía que todas me veían con envidia, aunque una que otra me miraba con lujuria, y yo les sonreía con naturalidad y me subí a una mesa. Comencé a bailar y todas las demás bailarinas comenzaban a pasar de envidia a ira.

Esto será algo divertido de verdad. Ver cómo estas idiotas, zorras, busca sexo se mueren de ira y envidia por mí. Y pensé que no me divertiría en este lugar.

Terminé ya en la madrugada y de nuevo me puse mis vaqueros azules, mi blusa blanca de tirantes que dejaba ver mis pechos y mis botas negras.

Todavía necesitaba ver donde iba a vivir. Creo que será un largo día.

-Mi señora –oí decir a alguien en cuanto salí.

-Hola Abdiel.

Abdiel es un demonio de la envidia de no tanta edad. En su forma humana es un chico musculoso y bien formado, ojos grises y cabello café claro. Es modelo, según los rumores de los demonios en el infierno y tiene las mejores de las cosas a su disposición.

-Es cierto los rumores –dijo sonriendo –usted estará aquí por un tiempo.

-Ni me lo recuerdes Abdiel.

-Por favor, aquí soy Abel Castile.

Reí por su nombre.

-¿Abel? Como el hermano menor que fue asesinado por la mano de su hermano mayor por envidia.

-Exacto –dijo sonriendo.

-Bueno, ¿Qué es lo que deseas, Abel?

-Quería verla mi señora.

-Por favor, no me llames así. No soy mi padre, dime Zoe. ¿Y cómo que querías verme?

-Sí, Zoe. –dijo con una sonrisa en el rostro. –mi princes… -se corrigió antes de decir “princesa” –digo, amiga, necesita un lugar donde alojarse en lo que está de visita en el lugar.

Me guiñó el ojo.

-Bueno, ¿y crees que debería ir contigo?

-Solo si tú quieres.

Lo pensé un poco.

Puede que sea una trampa de mi padre para saber si en realidad estoy trabajando o simplemente, siendo un estorbo. Por otra parte, no puedo negar que Abdiel en su forma humana es simplemente ardiente. Puede que sea un buen candidato para que cometa un acto de lujuria.

-De acuerdo.

-¿Qué? –se le miraba confundido.

-Iré contigo.

La hija de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora