Capítulo 17

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Nick me llevó a la casa de Abel, mientras me tenía abrazada todo el camino hasta allá.

Aún no puedo creer que Xemerius esté muerto. No puede ser, es casi imposible que se pueda matar a un demonio, a menos que se haya enfrentado con un ángel. Pero Xemi no estaba haciendo nada malo. Y luego esa voz, la cosa que me haya encerrado. Sabía que tenía a Xemerius a su cuidado y él tenía información sobre el ataque a Lucifer. ¿Quién demonios quiere tanto el infierno como para matar a la única persona o bueno, demonio, al que quería como padre?

—Estás muy reflexiva. —escuché la voz de Nick.

Solté un pequeño sollozo y unas cuantas lágrimas. No estoy actuando. De verdad me duele que Xemerius haya muerto y que yo encontrara su cuerpo sin vida, mientras que dos cosas hayan estado peleando frente a él. Que nadie lo haya querido ayudar... Es por eso que no confió en los humanos. Solamente estás en problemas y ellos se quedan allí, mirando, sin hacer nada.

Nick me abrazó más fuerte, acariciándome la espalda, mientras que yo sollozaba en su pecho y lloraba. Lloro como nunca he llorado. Lloro de una verdadera tristeza.

Una vez que me calmé, el me alzó la mirada y quitó los restos de lágrimas que quedaron en mis ojos.

—Él está en un lugar mejor. Uno en el que siempre sonreirá y estará en calma y con paz.

Apreté mis puños y lo miré con rabia.

¿Es que acaso no se da cuenta? Xemerius no era un humano, era demonio y nosotros no tenemos, ni siquiera cuando morimos, una sonrisa de verdad. Ese es el destino de todo demonio. Morimos y desaparecemos. A excepción del adorado y estúpido Lucifer. Su castigo eterno es ir y venir cuando se le plazca a ese idiota.

—¡ÉL NUNCA ESTARÁ EN PAZ! —dije explotando. — TÚ MALDITA RAZA SOLO JUZGA SIN QUE ELLOS SEPAN. DICEN QUERER PROTEGER A LA HUMANIDAD DE LOS PECADOS, CUANDO EN REALIDAD NO SON MÁS QUE UNOS VANIDOSOS Y USTEDES MISMOS VIVEN EN ESTOS "PECADOS".

Nick se me quedó viendo, totalmente confundido. Será idiota.

—Oh, vamos Nick. Sé lo que eres y no te hagas el ignorante. Que sé que tú también sabes quién y que soy.

Nick se sonrojó de manera monumental y de su espalda salieron un par de alas blancas, grandes y hermosas. Bueno, las alas de los ángeles reflejan pureza. Mientras que la de los demonios, reflejan maldad o eso es lo que nos hacen creer. Los colores no tienen nada que ver con que si es puro o no. Solamente es un color.

—No sabía que ya lo habías adivinado.

—No fui yo quien lo hizo. Y yo sé que sabes quién es mi padre y que soy yo.

Nick se acercó a mí y trató de envolverme con sus alas, a lo que yo me alejé de él y me puse a la defensiva.

—Ni se te ocurra acercarte a mí con esas cosas tratando de abrazarme. —dije mientras me alejaba de él.

Siento mis ganas inmensas de correr, y es lo que hago. Corro lejos de Nick, corro lejos del ángel y corro lejos de la verdad.

Llegué a la casa de Abel jadeando. Había corrido más de diez calles desde que dejé a Nick y estaba cansada. Odio esto. Xemerius muerto, Nick es un ángel de verdad, Abel es molesto y yo no puedo controlarme. Me siento tan... humana.

Ignoro rápidamente mis pensamientos y camino hasta mi habitación. No entiendo de donde saqué fuerzas para ir si estaba tan cansada y adolorida, pero ya estoy aquí. Me puse un pijama de las que nunca uso y me acosté. Esperando a la nueva realidad sin mi padre.

La hija de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora