Capitulo 37 (Final)

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Capítulo 37

Me quedé quieta, en el suelo, esperando que Alex no hubiera escuchado nada más. Oí sus pasos que se movían hacia los lados.

-¡Vamos! (gritó)
-Me... me haces daño... (Dijo Charlotte)

No. Eso no. Me levanté. Di un paso y Alex me oyó. Nos quedamos mirando, la pequeña gritó mi nombre, y él la cogió más fuerte. Un nudo en mi garganta se había formado, la alegría de encontrar por fin a Charlotte, la tristeza de no tenerla. Tan cerca y a la vez tan lejos. Le sonreí.

-Tranquila pequeña...

Empezó a llorar, y Alex le besó la sien. Y allí en medio de la sierra, nos encontrábamos, atrapados en un espacio tan grande, y todas las contradicciones a nuestro alrededor.

-¿Inma? (Me preguntó Alex)
-Alex... por favor...
-Sabía que no podía confiar en ella. ¡En que momento!

No sabía que decirle, y de pronto sonó un teléfono, cerré fuerte los ojos, y esperé que no fuera ninguno de mis hermanos, ni José ni mucho menos Malú. Pero...

-Vaya... (Cogió más fuerte a la pequeña) Te creía más valiente Vanesa.

Miró detrás de mí, giré la cabeza y ahí estaban, volví a Alex.

-Alex, piensa lo que haces... (Le dije)
-¿Pensaste tu algo cuando me dejaste? ¡Eh! No... No lo hiciste... ¿Por qué Vanesa? ¿Por qué?

Cogí aire, cerré los ojos, segundos después volví a mirarle.

-Porque no podía más Alex. Porque no quería mentirme, ya lo he hecho durante mucho tiempo. No quería tener miedo al llegar a casa. (Di un paso hacia delante, él hizo uno atrás con la pequeña) Pero... créeme cuando te digo que he sido feliz, pero ya no...
-¡Cállate!
-Lo siento...
-¡Cállate!
-Alex, escúchame...
-No...
-Ella... ella no tiene la culpa...

La miró, mientras Charlotte no apartaba la vista de mí, le sonreí para que se calamara, pero no lo logré. Necesitaba abrazarla y susurrarle al oído que todo había terminado. Tan cerca y a la vez tan lejos.
Los dos seguíamos mirando a la pequeña cuando de pronto oímos sirenas, Alex levantó rápido la cabeza, y cogió a la pequeña en brazos. Estaba nervioso, no sabía hacia dónde ir, me giré y un coche de policía paró detrás de mí, se dio la vuelta él y otro se le paró en frente. Salieron, y le apuntaron. Él no se movió. Puso su mano en el bolsillo y saco algo.

-No Alex...

Di un paso más, y vi que era. La pequeña navaja que le regaló su padre.

-No des ni un paso más Vanesa.

Le hice caso, no me moví del sitio.

-Por favor Alex...

Los agentes se pusieron en posición, acorralándole, solo podía hacer una cosa, hacerle daño a la pequeña, pero después él saldría muy mal parado de esta. No tenía otra salida. Estaba atrapado en su propio plan.

-No haga nada de lo que después se pueda arrepentir sr. García.

No contestó al policía, ni siquiera lo miró. Él seguía concentrado en mis ojos, desafiante, y yo, apunto de romperme, seguía también ahí, intentando saber que le estaba pasando por esa cabeza que tanto había cambiado en tan poco tiempo. Intentaba averiguar si había algún rastro de ese Alex que me gustaba.

-¿Te acuerdas de todo esto? (Me preguntó Alex) Nuestra cabaña... nuestro pequeño paraíso. Nuestra sierra. (Iba nombrándolo mientras iba señalando los lugares que había a nuestro alrededor) Ahí te besé, y tú me susurraste el primer te quiero (sonrió), te avergonzaste y escondiste tu cabeza en mi cuello, me reí mientras cogía de nuevo tu cara y nos miramos...

Lo recordé, ¿Por qué iba a olvidarme de aquello? Habíamos vivido momentos preciosos con él. Pero después...

-Pero llegó el día que te empeñaste en formar una familia... (Miró a Charlotte) Y cuando por fin la tenemos... (Me miró a mí) Te vas...
-Alex...
-Lo sé, lo sé... (Gesticuló con la mano, de arriba abajo, con el pequeño cuchillo, para hacerme callar) todo es culpa mía. Lo sé... Pero, he cambiado. No quería pero, ella... la pequeña Charlotte (le miró, y sonrió) ella...
-Por favor... no tiene la culpa de nada...
-No... La tenemos nosotros...
-Sí, eso es... Por eso, suéltala... por favor.

Observaba a la pequeña, y aproveché para avanzar un paso más hacia ellos.

-¡He dicho que no te muevas! (Me gritó)
-Es... es a mí a quien quieres... suéltala y cógeme a mi...
-Vanesa... (Oí como Malú dijo mi nombre, me giré y le guiñé un ojo)
-Alex, si aún me quieres... suéltala...

Me observaba cada movimiento que hacia, cada gesto, cada mirada. Asintió, y respiré hondo. Dejó a la Charlotte en el suelo, la cogió de la mano.

-Ve con tus tios cariño... (Le dijo a la pequeña)

Salió corriendo cuando Alex le soltó la mano, y acabó en brazos de Antonio. Oí a mi espalda como lloraba, cerré los ojos y me tragué el nudo de mi garganta, y luché para que mis lágrimas no saliesen.

-Ven.

Hice caso a Alex, di unos pasos hacia delante y cogió mi mano. Nos miramos a los ojos, tenía rabia, tristeza, sabía perfectamente que eso era el final. Y yo sentí pena por él, porque nunca pensé que esto terminaría así, sentí impotencia, sentí, incluso, culpabilidad. Tenía la culpa de no haberme dado cuenta antes, a tiempo, cuando no frené la primera vez que me alzó la voz, cuando mis amigas me dijeron que basta. Tenía la culpa de haberle querido. De haber confiado en un Alex que ya no existía.

-Lo siento...

Me lo susurró, casi ni lo oí. Y rompió a llorar. Era el final. Y sentí un dolor en la pierna, agudo, intenso, miré hacia abajo, noté frio, noté calor. Volví a mirarle.

-Vas a acordarte siempre de mí...

Volví a mirar abajo, y ahí estaba su cuchillo. Clavado en mi muslo derecho. Volví a subir la cabeza, y lo último que vi fue la mirada de Alex mientras era esposado. Mi pierna falló, me apoyé en la otra mientras noté que alguien me cogía de un lado. No tuve fuerzas a chillas, estaba cansada, agotada, caí al suelo, y ahí me quedé.

Horas más tarde

- Se parte de mi sin equivocación, si aquí estamos no es por error, no es casualidad todo ocurre por una razón...

Me quedé con los ojos cerrados escuchándola, sabía que estaba en una fría habitación de hospital, en una cama pequeña, pero estaba ella, todo lo demás me daba igual. Ella, solo su voz podía despertarme de una pesadilla. Noté la boca seca, mi cuerpo dormido. Abrí los ojos, y Malú dejó de cantar. Se acercó a mí.

-Hola...

Me susurró, y le sonreí.

-Descansa, todo está bien.

Levanté mi mano y le acaricié la cara, me emocioné recordando todo lo que había pasado, pero aquí estaba. Llenando de música mis momentos, despertando mi inconciencia, revolucionando mis controles, y deseando que me desabroche, todas las noches de mi vida, la piel a mordiscos.


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Y hasta aquí 'En la cola del viento'... Gracias, gracias por regalarme caricias convertidas en estrellas, y abrazos transformados en comentarios.
Ha sido un viaje taaaaan bonito...
Aún falta algo, el epílogo final, lo colgaré como muy tarde mañana.
Y pronto... ¡¡Tendréis noticias mías!!
¡¡¡GRACIAS!!!

En la cola del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora