Capitulo 18

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Capítulo 18

Marché de casa dejando a Alba con la palabra en la boca, no pensaba en nada más que en Malú y nuestra conversación, no quería oír a nadie más, aunque lo que me dijese fuera un '¡Vamos!' para aun animarme más por lo que iba hacer ahora mismo. Me senté en el coche, y respiré. Puse la llave del contacto, y la radio sonó. 'Sé muy bien, que no hay flores en la mesa, nadie vino a hablar de amor...'. No sabía cuántas veces había escuchado esa canción, y tampoco sé cuánto he pensado en aquella noche. Decidí dejarla y volver a torturarme recordando aquella botella de vino vacía que dejamos mientras la ropa nos sobraba.

Apenas minutos después llegué a su urbanización, aparqué y antes de bajar respiré y ordené un poco la cabeza. No sabía ni siquiera si estaría en casa, ni si tenía algún concierto pronto, o simplemente había quedado con alguien. Pero ahí estaba, porque el destino es caprichoso. Bajé decidida, y llamé al timbre de la casa esperando una respuesta. No la recibí, simplemente me abrieron, pensé que me habría visto desde la cámara que había en la puerta, no le di importancia, así que pasé hacia dentro. Sonreí al ver el jardín de la entrada, y más al ver quien salía por la puerta de cristal que daba al patio.

-¡Qué rápida eres comprando, hija!

Ahí estaba, creo que es una de las mejores personas que he conocido en mi vida, siempre sonriente, y con las palabras justas en cada momento. De tal palo tal astilla. Ella no me había visto aun, ahora entendí porque me abrió la puerta sin apenas preguntar. Carraspeé, y levantó la mirada de las plantas que estaba regando.

-Pero...

-Ho... Hola Pepi.

Se sorprendió verme ahí, le sonreí y ella hizo lo mismo, soltó la manguera de golpe y vino para abrazarme.

-Vanesa... que bien verte por aquí.

Nos separamos después de darnos un par de besos, me cogió la cara fuerte y la vi emocionada. Malú y su 'prohibido mentir a la Pepi' ya había llegado, le sonreí, no me importaba que ella supiera todo lo que ha pasado, al fin y al cabo, siempre les consideraré familia.

-¿Esta Malú?

Dije mientras seguía a Pepi y entrabamos juntas a la casa.

-Ha ido a comprar, pero no tardará.

Nos dirigimos a la cocina y me puso un café, mientras ella se servía un té. Me sonrió, y le respondí igual. Recuerdo que me encantaba pasar tiempo con Pepi, cuando Malú tenía ensayos o el simple hecho de esperar mientras se acaba de arreglar para ir a cenar, siempre iba antes para pasar un rato de charla con su madre. Tanta sabiduría de la vida, tanta alegría, tantas ganas de comerse el mundo, cuanto había aprendido gracias a ella. Vi que se levantó después de darle un sorbo a su bebida, y cogió una caja de galletas, esas de mantequilla que van en una caja de metal, que tanto me gustan. Me las puso delante sonriendo.

-Aun lo recuerdo. (Me dijo)

Sonreí, y cogí su mano, la miré emocionada.

-Gracias...

-No tienes que agradecer nada, y come.

Reí, y por supuesto, le hice caso.

-¿Y qué haces por aquí?

-He venido a ver a Malú... quería agradecerle todo lo que ha hecho estos días...

-¡Que te gusta agradecer, hija!

-(Me reí, grande Pepi) Bueno, no todo el mundo lo hubiera hecho.

-Malú tampoco lo hubiera hecho por cualquiera.

Me sonrojé, y bajé rápidamente mi vista hacia el café, lo removí un par de veces, a la tercera oí la puerta de casa abrirse.

-¡Ya estoy aquí mama!

Y así es como entró Malú a su propia casa, mientras Pepi le contestó un 'Estamos en la cocina', tan tranquila que me sorprendió. Al llegar casi a la puerta, Malú preguntó.

-¿Estáis? ¿Quién...?

No terminó, me giré antes de que pudiera hacerlo. Sonreí al verla en la puerta, cargada de bolsas, bajé del taburete y me acerqué para ayudarla. Se quedó quieta, mientras me encargaba de subir la compra a la mesa.

-Malú, hija, ¡reacciona! (Exclamó Pepi)

-Si... perdonar... (Dijo ella mientras volvía a moverse y coger las bolsas)

-Parece que no hayas visto a Vanesa nunca.

Sonreí tímidamente a Pepi, y luego volví a mirar a Malú.

-¿Qué...que haces aquí? (Me preguntó)

-Yo...

-Pues mira, (interrumpió Pepi) ha venido a agradecerte todo lo que has hecho por ella estos días, pero ya le he dicho yo que no hacía falta, ¿verdad?

Me reí, y miré a Malú que estaba escuchando a Pepi aguantándose la risa. Me miró y me sonrió.

-No tenías por qué venir a agradecerme nada...

-Quería. (Respiré) Quería verte.

Se sonrojó al decirle eso, y le imité mirando al suelo.

-Bueno, yo voy a ir a sacar a los bichos a dar un laaargo paseo. (Comentó Pepi) Nos vemos más tarde.

Besó a su hija y me abrazó a mí antes de irse.

-La compra puede esperar...

Comentó Malú antes de servirse un café y un par de galletas.

-¿Siguen siendo tus favoritas? (Preguntó enseñándome las galletas, antes de sentarnos en el sofá de su salón)

-Sí, me encantan.

Sonrió, dejamos los cafés en la pequeña mesa blanca que había delante de su sofá, me giré hacia la estantería para observar, como hice hace ya unos días al llegar a su casa y los recuerdos me inundaron. Igual que el silencio. Ese que aunque esté no parece incomodo, la miré y sonrió esperando a que hablase. No sabía apenas que decirle, solo podía mirarle los ojos, y perderme. Quizás era eso lo que teníamos que hacer, perdernos, en nosotras, en los recuerdos, y para ello volver al pasado, aunque solo sea para poder recordar y recuperar aquello que dejamos, cogerlo y volver a tenerlo en las manos, y sentir, vivir.

-Cuando... (Empecé hablar) Cuando he puesto en marcha el coche ha sonado la radio, (sonreí)  y... cuando vi, el final de la botella comprendí que hay momentos que no esperas... (La miré y estaba seria, bajé mi vista hacia mis manos nerviosas).

-¿Lo... lo recuerdas?

Lo preguntó con miedo, alcé mi vista hacia sus ojos emocionados y sonreí.

-Por supuesto. (Me acerqué un poco más a ella y cogí sus manos con las mías) Me volví a sentir viva...

-Ya... (No me miraba, así que centré mis ojos en nuestras manos) Por eso te fuiste.

Solté sus manos y apoyé mi espalda en el sofá blanco. Sí, me fui. Y no sabía cuánto me arrepentí de hacerlo. Como cada vez que me había ido de su lado.

-Lo siento... no quería...

-No. No pasa nada. Tienes razón. (La volví a mirar) Soy una cobarde. La que se esconde de todo el mundo. Y soy yo la que lo siento Malú... Por hacerte daño, por... hacernos daño... Y aquella mañana, después de esa noche, no... no pensé... no...

-Nos faltó razón, nos sobro la ropa.

Así fue, la recuerdo como si de unas horas antes se tratase, y no. Ya había pasado nueve meses, nueve largos meses en los que el mes de septiembre ya era uno de los más importantes del año, y ese día tres tan mágico. Recuerdo el ingenio y rapidez de Alejandro, esa picardía de hacernos entrar las primeras en el escenario para cantar junto con él. Y la fiesta de después, donde salieron estas letras, '...bajo aquella luz, de una noche loca, las mentiras sabían mejor...', donde ella era la culpable, y no, no fue así. Yo desperté con su nombre en la cabeza, la que se marchó, y no cerré la puerta para no despertarle, quien le dejó un adiós sobre la mesa y me llevé un lo siento de ida y vuelta, evitando mirar atrás.

En la cola del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora