Capitulo 30

2K 80 11
                                    

Capítulo 30

Llegamos antes de cenar, Charlotte se había dormido en el coche, en su silla detrás de mí. Sonreí cuando aparqué delante de la casa de mis padres, y vi cómo nos esperaban en la puerta. Bajé, y mi madre vino hacia el coche. Me abrazó y le dije no hiciera mucho ruido. Abrí la puerta de detrás y cogí a la pequeña con cuidado. Noté como se movía.

-Ya hemos llegado, princesa...

Se frotó los ojos, y sonreí. Le costaba abrirlos, el viaje había sido algo largo y si le sumamos todas las horas de vuelo que llevaba la pequeña, era normal que estuviera tan cansada. Pero algo la hizo despertar de golpe.

-Carmela, Pongo, ¡bajar!

Indicó mi madre mientras mis perros no hacían ni caso, y se subían desesperados a mis piernas. Reí, miré a Charlotte que los miraba con ilusión. Bajé con cuidado mis piernas al suelo, para saludarles junto a la pequeña.

-Charlotte, estos son Pongo y Carmela. Nuestros perros.

Pongo fue el que se acercó primero a ella, le olió la mano y ella se rio. Acarició su cabeza y él se dejó hacer.

-Guapo... (Le susurró mientras le acariciaba)

Sonreí y la dejé en el suelo. Parecía que ya había hecho buenas migas con ellos. Se puso a corretear mientras sacaba la pequeña maleta del coche. Cuando lo tuve todo nos dirigimos hacia la puerta, saludé a mi padre y a mis hermanos. Cómo les echaba de menos. Agarré otra vez a la pequeña en brazos, y nos dirigimos al salón, ahí nos sentamos todos en los sofás y por fin hice las presentaciones oficiales.

Mis padres aún no se creían que había adoptado a una niña, mi madre estaba encantada, y aunque estoy segura que le hubiera gustado que le sorprendiese con un embarazo, le encantaba la idea de ser abuela. Mi padre, le costaba un poco más, pero, creo que Charlotte al final le llenaría muchísimo. Mis hermanos, ya la querían, les había hablado tanto de ella que ya la conocían como si fuera de mi propia hija. Le tenían un montón de ropa comprada, muñecas, incluso un ordenador que tuve que prohibirles regalárselo. La mimarían tanto o más que mis amigas, un peligro.

-Es adorable...

Me comentó mi madre cuando dejamos los platos en la cocina después de cenar.

-Sí lo es. Es... mágica.

-Me alegra verte así, contenta. (Le sonreí) Bueno, ¿y que os trae por aquí?

-¿Cómo? (Dije sin mirarla) Quería venir a presentárosla... es... es normal.

-Lo es, pero te conozco. (Se puso delante de mí, e hizo que la mirase)

-La cagué otra vez con Malú...

Le conté todo lo que pasó, todo lo bonito que habíamos vivido esos últimos meses, lo malo que rompió de nuevo todo, mis miedos, mis inseguridades, toda la verdad.

-Cariño...

-Lo sé mamá. No me merezco que me perdone, pero, voy hacer lo posible para que lo haga.

-¡Ey! Claro que lo mereces. Además, te quiere, ¿no? (Sonreí) Y tu... tu nunca has podido olvidarla, ni lo harás.

-Nunca.

Nos abrazamos cómplices, mi madre quería mucho a Malú, desde el primer día que la conoció le cogió cariño. Desde la primera vez que nos vio juntas sabía que teníamos algo especial. Madres, la sabiduría con patas. Y mi Pepi, tenía más sabiduría que patas.

Nos fuimos de nuevo al salón, y me encontré a la pequeña dormida en las piernas de mi padre, y juro que estuve a punto de llorar, me emocioné, y sonreí. Miré a mi madre y estaba igual. Acaricié el hombro a mi padre.

-Llévatela a arriba, que está muy cansada...

Hice caso a mi padre, la cogí en brazos con cuidado y nos fuimos a costar. Dormiríamos en la habitación de invitados, mañana ya iríamos a mi casa.

Me levantó el sonido de mi teléfono, un mensaje me había llegado, no eran las nueve de la mañana, me levanté con cuidado y cogí mi móvil.

'Me gustaría comer hoy con vosotras, ¿os recojo a las dos?'

Alex... Alex y su insistencia. Creo que había llegado la hora de acabar. Cerré el chat, y marqué su número.

Llamada de teléfono

-¡Buenos días princesa!

Respiré, ¿princesa?

-Hola Alex...

-¿Has leído el mensaje?

-Si... por eso te llamo. Verás, no... no podemos quedar para comer.

Paró un momento, y noté como respiraba, su tono cambió.

-Vaya, ¿y eso porque?

-A parte de que no estamos en Madrid... (Aclaré mi voz, cogí aire y fui directa) No quiero comer contigo. Sé... sé que te dije que sí, pero, no es una buena idea.

-Te estás equivocando Vanesa...

-Creo que no lo hago.

-¡Sí! ¡Claro que sí! (Gritó)

-Buenos días Alex.

Colgué el teléfono, no iba a permitir ni un grito más. Había tenido suficiente. No era feliz cuando estaba a su lado, y no iba a engañarme más, ni hacerme daño a mí misma. Basta. Empezaba la nueva Vanesa. No guardé el móvil, busqué en mi agenda el nombre de José, le di a llamar y esperé.

-¿Cuñada? (Sonreí al oírle)



-----------------------------------

Vuestros deseos, son ordenes... ¡Aquí tenéis el siguiente!

¡¡Gracias!!

En la cola del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora