Capitulo 7

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Caminaba por las oscuras calles de Whitehorse, desde lo que paso en el callejón he tomado el camino largo. Con los cuadernos aferrados a mi pecho solo podía escuchar mis pasos. Pronto me perdí en lo que hoy había sucedido
Flashback:
-Entonces... tu... ¿Tu sabes tocar el piano?-le pregunte a Zayn el me miro por un segundo siempre insinuando una sonrisa
-¿Tu sabes tocar el piano?
-Si, bueno no... bueno puedo, pero no lo hago bien-dije apretando mis manos nerviosa su simple mirada era intensa
-Te vi correr el otro día-dijo Zayn como si fuera el tema principal de la conversación, me quede en silencio esperando a que el dijera más de lo que había visto- Corres rápido-dijo se acerco a mi yo solo lograba ver sus ojos penetrantes y frívolos-Demasiado, diría yo-él timbre sonó y él fue el primero en salir de la clase
Fin del Flashback:
Zayn me había visto correr, ahora mismo podría estar hablando con algún alumno o mariscal de campo con él cual entablo amistad contándole como la fenómeno del colegio logro correr más rápido que cualquiera volviéndola asi... mas fenómeno.
Me sobresalte, deteniendo el paso cuando escuche un estruendo y luego sintiendo como las nubes no dejaban ver las estrellas volviendo asi más oscura la noche. Y luego los estruendos de luz que venían junto a la lluvia que me hizo maldecir en voz baja a Luci que decidió irse con Todd en su auto. Mi pelo estaba mojándose al igual que mis cuadernos y aun debía cruzar tres calles y varios kilómetros.
Acelere el paso cubriendo con mis cuadernos mi cabello, me detuve cuando escuche el ruido de unas ramas venir de la oscuridad del bosque, caminaba por la esquina y un denso bosque rodeaba Whitehorse, la razón por la que mi padre se mudo aquí fue porque era por su hermosa vegetación de pinos. Yo no le veía nada de hermoso, más bien era aterrador.
Más aun cuando los truenos golpeaban el aire. "Ángeles enojados", en los cuentos que mi padre inventaba decía que solo llovía cuando los Ángeles estaban enojados, y al parecer estaban bastante enojados... los truenos era cada vez más fuertes y ruidosos. Seguí caminando, pero del oscuro bosque oí un gruñido y unas pisadas de alguien pesado... eran más de unos.
Otro gruñido... no era un humano, ni tampoco un perro. Era enorme, patas fuertes y garras afiladas al igual que sus dientes, una mirada temible y aterradora. Con un pelaje negro. Había visto diferentes lobos en la clase de biología animal, todos comían carne... y casi siempre mataban personas.
Estos eran dos lobos desnutridos y con mucha hambre buscando comida... y la habían encontrado.
Yo.
Avanzaban lentamente pero se detuvieron a examinar a su presa que ahora temblaba frente a ellos, yo no quería ser comida para lobos, parecían débiles pero yo podía correr. Más con mi capacidad especial.
Escuche caer mi cuaderno de dibujos al suelo empapado en agua de lluvia. Eso no importaba ahora, comencé a correr como nunca lo había hecho. Escuche los gruñidos desgarradores de dos animales sin control, me pisaban los talones y ya estaba cansándome.
Doble en la esquina llegando al callejón, que trate de evitar y ahora me sirvió para despistar a los lobos de ojos dorados que se quedaron atrás cuando un auto casi les pasa enzima, mi pelo se pegaba a mi cara al igual que mi ropa a mi cuerpo empapada por la lluvia, con los pulmones en la boca y con mis pies ardiendo. Divise por las velas dentro de los faroles de vidrio que había sobre un pste de metal viejo, otro callejón, corrí con mis últimas fuerzas hasta el final.
¿Qué? No había otra calle, ni otro farol. Solo una gruesa pared de ladrillos rojos y desgastados, no había salida.
No recordaba este callejón
Mi cabeza y espalda choco bruscamente con la pared cuando los gruñidos estaban más cerca, tan cerca que pude ver sus sombras. Rápidamente busque algo, algún arma que usar contra dos lobos hambrientos pero solo encontré un palo. Estaba en la oscuridad la luz de solo un alumbraba la calle frente a mí y pronto cuatro ojos dorados se veían entre las sombras acercándose a mí como fieras rabiosas a punto de atacar, con blancos colmillos como lanzas y uñas que escuchaba tocar el suelo. Podía escuchar sus sádicos gruñidos, podía escuchar el latir de su corazón a punto de cazarme.
El primer lobo salto, no sin antes dar un gruñido de advertencia que me ayudo a alertarme a mi misma y balancear el palo con todas mis fuerzas sobre su hombro haciendo escuchar un pequeño llanto indicando que le dolió. Pero el segundo salto y esta vez no estaba preparada, tarde balancee el palo de madera contra su estomago y caí al suelo cuando cuatro de sus garras desgarraron la piel de mi brazo. Pero el palo dio justo en su estomago lo que lo hizo retroceder.
Lobos, lobos... comen carne humana, despiadados, con miles de bacteria en uñas y dientes. Una muerte por infección, lo primero que hacen es debilitar a la presa lastimándola.
Efectivamente ya era su presa, un ardor recorrió mi brazo derecho y la sangre aparecia y se iba con el agua de la lluvia pero no dejaba de aparecer, así que tome el palo con el izquierdo, ellos podían estar débiles pero con solo un rasguño lograron agotar mis fuerzas. Podía sentir la infección comenzando en mi brazo y me sentí mareada con las gotas empeorando mi vista y lo único que respiraba era humedad y el aliento a lobo frente a mí. Levante el palo y sin dirección alguna lo lance, los lobos con algo de temor se alejaron pero no por mucho ya que pronto volvieron a encorvar su espalda y bajar la cabeza. Estaba por caer, ya casi no veía y un estruendo se confundió con la luz de la vela. Me sostuve del palo del farol para no caer, era hora. Los lobos ya habían notado mi debilidad.
Aun no podía morir, nunca desee la muerte, tenía miedo estaba temblando de miedo no por la muerte sino por el dolor. Solo podía hacer lo que he evitado por años... usar mi don.
Siempre que tenía contacto con el fuego sentía una amargura dentro de mí, una extraña sensación de oscuridad y maldad que me era extraño. Solo sentía el ardor pequeño de llamas de la vela que pronto se apago dejándome ver solo cuatro ojos dorados mirándome en la oscuridad, y mi mano roja.
No era normal, no era posible... pero lo era, sostenía fuego en mi mano y sin quemarme o sentir calor. Uno salto sobre mi...
Aterrada y sin saber cómo controlarlo estire mi mano tratando de empujarlo, la pequeña llamarada azul en mi mano ahora roja, rodeo al lobo por un segundo antes de hacerlo volar hasta al otro lado del callejón, aun quedaba uno. Y ya no tenía fuerzas ni opciones.
Mi vista se nublo, pero antes de desvanecerme no había dolor... ni mordida, ni rasguño, ni siquiera un gruñido. Algo o alguien aparecieron en medio de un callejón, estaba debajo de la lluvia y la oscuridad no me dejaba ver más que una sombra. Él estaba agachado, como si hubiera caído del cielo... él lobo desvió su atención de mí para mirarlo y lanzar un gruñido mortal hacia aquel huano. Levante mi cabeza del cuelo, tratando de identificar quien era... era imposible, probablemente este alucinando por el dolor de la infección o el miedo.
Pero solo veía una silueta negra en sus espaldas, primero creí que era una capa. Pero cuando él se paro, la sombra parecían caer sobre sus hombros y estaba dividida en dos... como...
Alas.
Lo último que vi fue al lobo saltar sobre él y antes de poder ver lo que hizo con él lobo me desvanecí y lo último que escuche fue el aullido de uno de ellos.
Y luego silencio...
Probablemente él esté muerto, o yo este muerta... pero mi corazón latía y mis pulmones respiraban... pero mi memoria estaba contaminada, por aquel hombre.

Aquel hombre de alas negras

Entre Fuego y Plumas [Zayn Malik] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora