XXV

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JOSTEN

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JOSTEN

Angela me mira con seguridad, debo admitir que me agrada que no sea para nada indefensa, no busca que nadie la salve, veo en sus ojos que quiere pelear y aunque me gustaría enormemente complacerla con una buena batalla, tengo otro planes. Entro en la habitación por completo y cierro la puerta detrás de mi, colocando el seguro, no deben interrumpirnos.

Nadie que me conociera creería lo que haré justo ahora.

—¿Lo ves? no era tan difícil — puedo ver como los pensamientos se mueven con fuerza reflejando en su mirada un profundo abismo de ideas, esta pensando ¿qué esta pensando?

—No vas a tocarme, con anterioridad estaba en desventaja pero con suerte, esta vez las cosas irán a mi favor—me encojo de hombros y le sonrió, sus ojos verdes me miran, fijos en mi cuerpo como si quisiera controlarme con una simple mirada.

—Vine a proponerte un trato— menciono calmado, debo tranquilizarme para no asustarla mas de lo que ya esta, escucho un suspiro con desprecio que proviene de su boca y entonces se echa a correr a un cuarto que deduzco debe ser la cocina, hay un desayunador en un extremo.

Vamos no puede ser tan difícil ¿verdad?

—¿De verdad lo harás tan complicado linda?—me acerco a la entrada de la cocina y para mi sorpresa Angela reaparece con un cuchillo contra mi cuello, no sé que estoy haciendo, ayer me la pase pensando y llegue a la conclusión de que una actitud pacifica sería la mejor opción, tal parece que tendré que recurrir a los viejos métodos.

Es una pena, planeaba ser bueno por una vez en toda mi vida. Al menos la parte que recuerdo.

—Sabes que un simple cuchillo no me hará nada ¿cierto? estoy seguro de que no eres tan tonta— agrego mirándola de reojo, el filo del cuchillo se incrusta un poco en mi piel, haciendo que el ardor brotará como una bofetada.

—Lo sé, pero si te cortó la garganta la herida me dará el tiempo suficiente— aprieto los dientes, no se atrevería.

Lo hace. 

El aire se me escapa de los pulmones y me derrumbo sujetando mi cuello, la sangre brota como un arroyo, mis dedos sienten la pegajosa textura de mi propia sangre, no puedo detenerlo, el piso se mancha de negro, no puedo respirar.

Alzó la mirada y veo que Angela tiene algo en su mano, algo brillante, una pluma de ángel, una pluma de Drake.

—Por favor...— me cuesta hablar, la sangre me inunda la boca, la nariz ¡maldición! ser inofensivo fue una pésima idea.

—¿Qué has dicho?— veo las cosas borrosas, me tomara unos dos minutos reponerme, Angela se ha quedado quieta observándome mientras me desangro, voy a...

Cuando obtenga mi cometido voy a hacerla suplicar por su vida.

—No confió en ti—la chica parece pensarlo un momento, desparece de mi vista unos segundos y cuando menos lo espero esta frente a mi con un objeto grande, una jarra. 

Guardianes Nocturnos | En edición |Where stories live. Discover now