I. Páramo.

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Es mi turno, puedo sentir un cosquilleo alentador en las puntas de los dedos, mi estómago se revuelve, pero no puedo dejar que los nervios me consuman viva, tengo que calmarme, tengo que respirar profundo

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Es mi turno, puedo sentir un cosquilleo alentador en las puntas de los dedos, mi estómago se revuelve, pero no puedo dejar que los nervios me consuman viva, tengo que calmarme, tengo que respirar profundo.

Cuando mis pies tocan el firme suelo de mármol que guía a los guardianes a través del Páramo hasta el cuarto de asignaciones, me siento como en un sueño, o mejor dicho, un deja vú resultado de tantas veces que he pasado por lo mismo, casi he memorizado los pasos que debo seguir para que mi ciclo de guardiana empiece de nuevo, son 100 pasos exactos si avanzó con un ritmo lento y constante. Alzó la mirada al cielo cubierto de estrellas, aquí el cielo siempre esta salpicado de brillantes puntos blanquecinos, azules, a veces rojos, no es que me concentre mucho en el cielo, pero tengo una extraña manía de ver hacía arriba cuando mi mente comienza a perderse en otros lugares en los que no debería, Silver me ha dicho que es así porque el Páramo esta justo en la intersección entre la tierra y el cielo, nuestro pequeño mundo se encuentra justo en el espacio de las estrellas, que anuncian la llegada al cielo y la oscuridad que indica la caída a la tierra.

Una isla perdida en el tiempo, atrapada en lo que puede ser y lo que no. Un punto medio.

Siempre me he asombrado de lo oscuro que es todo aquí, siempre es de noche, y es por eso que hay ocasiones en las que adoró pisar la tierra, ver el sol, los cielos azules cubiertos de nubes suaves, el día es un regalo, en la tierra se pueden ver los resplandores del sol que provienen del paraíso y que a penas alcanzan a tocar el mundo humano, una luz anhelante de humanidad. Estoy segura de que si me quedará en el Páramo todo el tiempo me volvería loca, no odio la noche pero a veces la oscuridad juega con mi mente a tal grado que llego a pensar que no volveré a ver la luz, debo confesar que la idea me asusta, porque la oscuridad es asfixiante y enloquece a las mentes débiles con tanta facilidad...

No deseo enloquecer.

La pequeña ciudad de cristal en la que los Guardianes recuperan sus energías, nuestro hogar, se extiende a mi lado cuando cruzo el último tramo del camino de mármol. Aún puedo sentir en mis dedos la sensación de los rayos de sol que entran por las ventanas de los hogares humanos, he pasado tanto tiempo aquí, he visto tantas cosas y conocido tanto de este mundo que no estoy segura de que aún recuerde lo que es ser una humana, lo que si tengo muy presente es que la vida humana a pesar de ser tan frágil es compensada con su belleza. Algo tan bueno no puede durar mucho, supongo.

Sé que todos lo fuimos antes, sin embargo, no queda rastro en mi de la mortalidad de una vida en la tierra. Ya no. Llevo tanto tiempo sin recordar nada, que lo que he aprendido se ha convertido en mi todo, mi hogar es el Páramo, mi familia es Silver, el chico que me ha guiado desde que deje de ser una humana y me convertí en lo que soy ahora.

Varios chicos que conozco vagamente me saludan al pasar, en realidad la mayoría de nosotros llegamos aquí por el famoso "asunto pendiente". Simplemente porque alguien se robo nuestras vidas antes de que lográramos aquello por lo que nacimos, la muerte no fue la que recogió nuestra existencia, sino que nos fue arrancada, fuimos robados de las manos del mundo, Silver muchas veces me dice que no tiene caso pensar en como fue que termine aquí, pero siempre me preguntó en silencio que fue lo que me trajo aquí, que impidió que llegará al cielo o que me condenará en el infierno, qué o quién me arrebato lo que era mio por derecho de nacimiento. Mi vida.

Choco contra otro guardián y de inmediato vuelvo al asunto que me concierne ahora. Comienzo a mover insistentemente las manos mientras camino hacia la enorme puerta de la sala de asignaciones, cuando de pronto una voz que conozco me llama a mis espaldas.

-Angela ¿Qué haces aquí?- la voz masculina cada vez se escucha mas cerca, lo conozco tan bien, que no necesito girarme para enterarme de quien se trata.

-¿De nuevo iras a la sala? ¿qué pasa por tu cabeza? han pasado solo dos horas desde la última vez - Silver es mi maestro, me enseño todo lo que sé en la actualidad de los guardianes, me ayudo a integrarme a este nuevo mundo y es la única persona en la que confío de verdad. Es lo único que parece conocido en un mundo que a pesar de "ser mío" no creo que me pertenezca.

-Madison esta bien, ha cumplido su misión, estoy libre -Silver frunce el ceño. Me preparo para sus reproches.

-Me entere de eso, solo vine a desearte suerte - no me lo puedo creer.

-¿Gracias? -ciertamente lo que menso deseo es otra discusión con Silver. Entiendo que solo han pasado unas horas desde que llegue al Páramo, dejando el alma de Madison en el camino al cielo, pero no puedo evitarlo.

-Solo ten cuidado, últimamente han asesinando a muchos guardianes, no me gustaría perder a una guardiana tan comprometida con su trabajo -Silver alza brevemente ambas cejas y se aleja de mi cuando un guardián mayor lo llama entre la multitud que comienza a crecer a nuestro alrededor, justo frente a las puertas de la sala de asignaciones.

Asiento dejando ir el ligero nerviosismo en mi cuerpo, los demonios me aterran, más que nada por las historias que se cuentan en el Páramo sobre ellos, porque realmente nunca he visto uno gracias a los ángeles, y odiaría toparme con un ser tan despreciable y permitir que me maten antes de terminar mi tarea una segunda vez.

Sonrio para mis adentros al ver como Silver se rasca la nuca. Eso significa que le han dejado una tarea extra en el Páramo, no sé como es que puede vivir aquí todo el tiempo, ser guía requiere que siempre cuide de los nuevos guardianes, se ató al Páramo por siempre, renunció a la oportunidad de ascender o descender. Se estancó, muchas veces he intentado hablar con él de eso, pero siempre que estoy a punto de llegar a algo, corta de tajo mis esfuerzos. Algún día descubriré porqué tomo esa decisión y quién sabe, tal vez hasta sea capaz de cambiarla.

Yo por mi parte, espero con todas mis fuerzas algún día ser merecedora de un lugar en el cielo, me gusta la tierra pero dicen que el paraíso es aún más hermoso y prefiero mil veces eso a quedarme en el Páramo o caer al fuego eterno que yace en el infierno.

No, ya he sufrido bastante como para condenarme de nuevo.

Continuo mi camino hasta la enorme puerta de la sala donde dos estatuas se alzan frente a mi, a la derecha esta un ángel, con su hermosas alas blancas, un cuerpo tallado en mármol que transmite fuerza y rectitud, y por otro lado, a mi izquierda esta un demonio casi idéntico al ángel de no ser por sus alas negras y su expresión llena de fastidio.

Miro ambas con curiosidad y me alejó con dirección al gran salón, donde dentro de algunos minutos la asignación dará comienzo.

Guardianes Nocturnos | En edición |Where stories live. Discover now