XXIII

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DRAKE

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DRAKE.

—¿Y bien?—Angela me mira con expectación, es una locura que piense hablarle de la pesadilla que me atormenta desde que tengo memoria, el único que la conoces en mi amigo Alan, supongo que ahora me siento en confianza de hablar puesto que Angela no me conoce, ni yo la conozco, somos extraños, un sueño no tiene que importar.

—No se como empezar— admito.

—Como te dije, si no te sientes cómodo no hay problema— respondió Angela, con un tono de voz despreocupado.

Recuerdo cada detalle, pero me es difícil revivirlo, es como si lo sintiera en el pecho, cada emoción se hace real solo de pensar en el sueño.

Mis labios se abren y las palabras se resbalan en el silencio de la sala.

El sueño inicia cuando aparezco en un bosque, la oscuridad de la noche me envuelve, puedo sentir el musgo húmedo bajo mis dedos, el aire frio que me hiela la sangre enseguida, veo a mi alrededor cientos de arboles que parecen observarme detenidamente, mi ropa siempre esta mojada, no sé por que pero lo esta, estoy empapado, como si hubiera caído a un río y acabará de liberarme de las aguas.

Mi respiración es agitada como si hubiera corrido por horas, mi cuerpo me duele a tal grado que para incorporarme lanzo un grito de dolor, hay sangre en mi ropa, mucha sangre, pero para mi sorpresa no es mía, no estoy herido, solo tengo rasguños, en el rostro, en las manos, pero fuera de eso no me pasa otra cosa. También me siento triste, siento un dolor que no soporto en el pecho y ademas la incertidumbre de no saber por qué.

Me siento perdido.

Me levanto por completo y creo que estoy solo hasta que lo escucho, ese maldito grito que me desgarra por dentro.

¡Drake! ¡Ayúdame! grita la voz femenina de mis pesadillas, instintivamente me preocupo, siento mi miedo como una roca sobre mi pecho, presionándome, sin dejarme respirar y cuando me siento asfixiado, corro siguiendo aquella voz que me pide ayuda una y otra vez.

Continuo mi camino, pero la desesperación me abruma cuando me doy cuenta de que el paisaje no cambia, comienzo a sentir que las piernas se me partirán por la mitad, veo sangre, en el sendero, mucha sangre que marca el camino hacia una cabaña, siento que la conozco, que ese lugar es especial, pero no sé por qué.

Con las ultimas fuerzas que me quedaban camino hacia ese lugar tan espantoso, el grito vuelve a destrozarme los oídos, hay un hombre parado al centro de la sala, su rostro esta desfigurado, antes no sabía que era, pero ahora que soy Ángel distingo esa figura como un desolado, es repugnante, me mira con esos ojos inyectados en sangre y siento miedo, mucho miedo.

El grito vuelve de nuevo y parece que me hace recobrar valor dentro de mi, corro para golpear al desolado y ambos caemos al suelo violentamente, saca sus colmillos y los clava en mi cuello, el dolor me abruma enseguida y me separo de él lo mas rápido que puedo, entonces lanza ese gemido asqueroso que caracteriza a los desolados, me levanto para correr tocando mi cuello que sangra sin remedio.

Guardianes Nocturnos | En edición |Where stories live. Discover now