164- Reencarnaciones

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CHARISSE


Ella apoyo su mano sobre la pared, justo sobre la marca blanca, siguió caminando emocionada por la siguiente sección de pasillos, su corazón latía con prisa por la adrenalina, no importaba cuantas veces se encontrara con él, se emocionaría como la primera vez, subido el último tramo de escaleras, siguió las marcas blancas hasta el final del pasillo y entró en la habitación, él se encontraba parado de espaldas a ella, mirando por la ventana, con las manos cruzadas tras su espalda, su capa azul relucía como siempre y su cabello castaño casi rojo oscuro, seguía igual de desordenado.


— ¿Qué vez mi amor? — preguntó ella mientras cerraba la puerta y se apoyaba en ella, él se giró y la miró, sus ojos oscuros le irradiaron todo el amor que sentía y una pequeña sonrisa se formo en sus labios

— Miraba los alcances de esta tierra, que pertenece al único hombre que debería tenerte, aquel al que no debería traicionar, mí señora — ignorando las palabras del caballero, se acercó y lo beso, al principio correspondió, apoyando sus manos sobre su cintura, pero luego corrió la cara — Esto esta mal, mi reina

— ¿Cuántas veces te tengo qué repetir que me llames Diana? — acarició sus mejillas coloradas con una gran sonrisa — No temas de mi esposo, seremos tan precavidos, que ningún guardia sera consiente de ello


Él sonrió, confiando en aquella mujer con cabello castaño, hermosos ojos celeste y rasgos de hada, que portaba la corona que solo la reina de Francia merece, compartía cama con él amo y señor de un reino entero y tenía todo lo que deseaba con solo decirlo, muchos nobles a sus pies y campesinos a su servicio.


— Sigo sin entender mi se... Diana, ¿qué ve usted en mí? — había comenzado a desatar poco a poco los hilos del corsé que sujetaban aquel bello vestido — Teniendo al rey, ¿por qué se fija en un guardia?

— Porque cuando necesitaba a mi príncipe azul, apareciste con tu brillante armadura — lo volvió a besar y esta vez no fue detenida — Te amo, mi señor de la guerra


Él sonrió por aquel apodo.


— Te amo, mi ladrona — y la volvió a besar


La puerta de la habitación se abrió de golpe, varios guardias entraron y los rodearon.


— ¡Sir Rue queda arrestado por traición a la corona! — tomaron a Diana de los brazos y lo mismo hicieron con él, se los llevaron a ambos, a él a los calabozos a ella, a los aposentos del rey


***


Todo el pueblo se había reunido en el patio del castillo, esperaban a ver la forma en que él traidor moriría, ¿sería la horca? ¿le cortarían la cabeza? ¿lo quemarían? ¿atarían sus extremidades a caballos?


— Jamas te perdonare esto — protestó ella mientras salía junto a su esposo al balcón, desde donde vería la ejecución de su amante — Nunca, ¿me oíste?

— ¿Crees que yo te perdonare el haberme traicionado? — apenas volteo su cabeza para verla — Lo único que tengo de consuelo, es la seguridad de que jamas lo volverás a ver

— Eso crees tú — la gente comenzó a gritar en cuanto Rue apareció, siendo arrastrado por los guardias — Nuestro amor ya a pasado por más de lo que te imaginas, estaba grabado tan profundo, nuestras almas congeniaron tan bien, que te prometo, que nos volveremos a ver

— ¿Cometerás suicidio? — la voz del rey se quebró un poco, aunque supo disimularlo

— No, no te daré el gusto, nuestras almas nacieron para estar juntos, en otra vida, seremos muy felices, y tú no podrás evitarlo, ninguna de tus reencarnaciones podrá — de un movimiento le quito la daga que portaba, él se giró sorprendido a verla — Te lo juro — se hizo un corte en la palma derecha — Un juramento de sangre, te condeno a amar a una persona que jamás será tuya, por toda tú vida


Dejó caer la daga al suelo y entró nuevamente al castillo, atrás suyo, su amado yacía muerto.


***


— ¿Cómo te hiciste esto? — Clarisse paso sus dedos sobre una línea blanca que cruzaba la palma derecha de Chris — ¿Problemas con las dagas?


Chris frunció el ceño sin comprender, bajo la vista a donde apuntaba su novia y se encogió de hombros.


— No lo se, la tengo desde que nací — la volvió a abrazar y sonrió — Tal vez es una marca que se hizo mi yo pasado

— ¿Crees en esas tonterías? — pregunto con tonó de burla

— ¿Tú no? — sus ojos celestes se encontraron con los marrones de ella — Sería genial saber que, mis antiguas encarnaciones, estuvieron a tú lado

— ¿Cómo sabes que estuviste a mi lado?

— Porque te amo, tú me amas, y para mi eres el ser más perfecto sobre la faz de la tierra


Beso la cabeza de la chica de Ares y ambos volvieron a mirar el paisaje a su alrededor, disfrutando de estar juntos. Disfrutando de ser ellos. Y de no morir, por amarse.

One Shot. Percy Jackson y los héroes del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora