146. Always With Me

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THALICO.


Camine por aquellas calles tan concurridas de Manhattan, esquivando personas que iban apurados a quien sabe donde, observando lo que rodeaba a mi alrededor, deteniéndome en algunos sitios para observar a unos niños corriendo por el parque.


Siempre me pregunte como sería el día que tuviera hijos, se parecerían a mi o se parecerían su madre, ¿tendrían ojos negros o azul eléctrico? ¿tendrían pecas o no? ¿tendrían mi carácter o el de ella? creo que, en algún punto de nuestras vidas, nos preguntamos eso, también nos preguntamos si seriamos buenos padres o no.


La verdad, no lo se, creo que no existen los buenos y malos padres, claro que todos están convencidos de que si, pero ese ya es otro caso. Seguí caminando y me detuve en un puesto donde vendían flores, elegí un ramo de rosas azules, pague por ellas y seguí caminando.


Había elegido esas flores en especifico, porque eran sus favoritas, cuando llegaba a casa con un ramo de esas flores, ella sonreía y me abrazaba, podía observar la felicidad en sus ojos, y si con ese pequeño detalle, ella era feliz, eso me animaba a volver a hacerlo la siguiente vez. También amaba bailar música clásica, teníamos un piano en la sala que a ella le gustaba tocar y luego empezaba a sonar música por el reproductor, me acercaba a ella y le pedía que me concediera ese baile, ella ponía una mano en mi hombro y yo en su cintura, nos tomábamos la mano y comenzábamos a mecernos de lado a lado al ritmo de la música.


Al principio tenía miedo de que ella no me amara, y tarde años en declararme por eso, miedo, aunque ahora lo considero estúpido, si alguien me hubiera dicho que en el futuro, Thalia Grace, sería mi esposa, le hubiera roto la mandíbula de un golpe por jugar con esas cosas.


Mire el reloj en mi muñeca y apure el paso.


Habíamos pasado por muchas cosas, pero siempre logramos superarlo y seguir adelante. Nosotros nos amábamos y eso nos motivaba a no alejarnos, una prueba de eso fue cuando Thalia quedo embarazada, recuerdo la emoción que nos había rodeado cuando nos habíamos enterado, y también recuerdo su dolor cuando supo que había perdido el bebé, y también sentí como algo se rompía en ella cuando le dijeron que ella no podía quedar embarazada, y tengo grabado en la cabeza, las semanas que siguieron a ese acontecimiento.


Ambos estábamos destrozados, habíamos pasado dos meses soñando con el día en que nuestro pequeño hijo estuviera en nuestros brazos, que cuando se fue, todo pareció gris, la alegría que nos había rodeado parecía haberse ido, recuerdo que Thalia estaba tan mal que apenas salía de la cama. No hablaba y mucho menos comía.


La única forma en que mi esposa salió de eso, fue cuando le pedí que no se rindiera, me había arrodillado en el suelo, junto a su cama, ella me estaba dando la espalda, pero igual hable, por un rato largo hable y cuando las lágrimas cayeron por mi mejilla, seguí hablando, porque quería decirle todo, lo que sentía por ella, lo que había pasado en los últimos meses y lo que pasaría si ella se quedaba en esa cama. Al final se dio la vuelta y me beso.


También recuerdo el día de nuestra boda, la luna de miel y cuando nuestros amigos fueron a buscarnos al aeropuerto para llevarnos a nuestro departamento.


Cuando llegue, entre y camine por todo el lugar, busque a Thalia con la mirada, y cuando la encontré, me senté en el banco frente a ella.


"Feliz cumpleaños, amor" murmure mientras dejaba las flores junto a la lápida con su nombre


Thalia había muerto hacía 5 años, una bala había atravesado su pecho, y cuando llegaron a la escena, ella y otros más ya estaban muertos, al principio me encontraba enojado con todo, porque había perdido a la mujer que amaba, luego entre en depresión y ahora, estoy aliviado, porque a pesar de todo estuve con ella, compartí y viví cosas a su lado, maravillosas.


Había encontrado el amor a Thalia, y por más que ya no la pudiera tomar entre mis brazos, besarla o escucharla reír, había valido la pena conocerla, amarla y cuidarla. Le había prometido que estaría con ella siempre, aun si la muerte se la llevaba, y eso hago, me mantengo fiel a ella. 


La amo, y no me importa si tengo 85 años y me encuentro tumbado en la cama de algún hospital, la seguiré amando como el primer día.

One Shot. Percy Jackson y los héroes del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora