El plan

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—¡Rookwood! ¡Maldita sea! ¡Cubre esa parte! —gritó el señor Greengrass, mientras lanzaba maldiciones a un par de aurores que detenían sus planes.

—¡¿Dónde demonios están los Carrow?! —gruñó Greyback.

—No lo sé, pero debemos continuar con o sin ellos. —declaró la señora Zabini.

—Voy por el incienso, en cuanto lo tenga atiendan mi llamado. —anunció el señor Greengrass.

—¡Harry! —gritó Daphne al ver a su padre entrar en la oficina de aurores.

—¡Maldita sea! —exclamó el azabache siguiendo a su novia esquivando hechizos, maldiciones y objetos lanzados.

Una vez que Harry y Daphne habían seguido los pasos del señor Greengrass por la oficina, entraron rápidamente apuntándolo y enfrentándolo antes de que pudiera robar aquel cofre que reposaba en un estante.

—Es una lástima todo lo que has hecho con tú vida, Daphne. Siempre deseé que fueras diferente a Astoria, pero veo que su compañía no fue buena para ti.

—La compañía de mi hermana fue la mejor que pude haber tenido en todos esos años que tú y mamá nos hicieron sufrir.

—¡Cállate! —exclamó molesto por el cinismo de su hija —. Si no fuera por tú madre y por mí hubieras tenido una vida bastante cruel, y no creo que hubieses querido.

—Gracias a Astoria pude abrir los ojos, pude cambiar y hacer el bien.

—¡¿El bien?! ¡¿Crees que por ser la estúpida perra de Potter haces el bien?! Nunca pensé que caerías tan bajo. Acabaré con sus bastardos, los mataré y el señor Tenebroso nos rendirá un gran homenaje.

—¡No permitiré que le vuelvan a hacer daño a mi familia!

—Morirás, Harry Potter, morirás como debiste de haber muerto aquel día en el Valle de Godric. —amenazó el señor Greengrass.

—No les daré nunca la satisfacción.

***

—Legeremens. —conjuró Draco apuntando la cabeza de Amycus, dejando ver todas aquellas cosas que se negó a responder.

El rubio buscaba y repasaba cada rincón de cualquier recuerdo útil para su búsqueda; ya lo sabía, ya sabía dónde estaba el pequeño James, pero antes de salir de la mente del mortífago, pudo notar que el hombre había dicho la verdad, habían matado a su padre de una vil manera.

—¿Estás bien? —preguntó Astoria al ver como el rubio rompía la conexión con una mirada perdida.

Draco sentía un poco lo que habían hecho con el Malfoy, podía haber sido un mortífago y un bastardo al dañar su infancia y adolescencia, pero al fin de cuentas era su padre, su progenitor como algún día se lo hizo saber Narcissa.

—Sí. —respondió, saliendo de su trance —. Ya sé dónde está y hay que apresurarnos. — finalizó, antes de darle una última mirada al Carrow y salir a buscar a sus amigos junto con las chicas.

Después de recorrer algunas secciones del ministerio, los encontraron peleando contra los mortífagos, sin más espera o que decir se unieron a la lucha, hasta que por un instante, los encapuchados dejaron de luchar y desaparecieron con su típico humo negro el cuál se desplazaban.

—¡MALDITA SEA! —exclamó un azabache.

—¿Pero qué demonios sucedió? —preguntó Theo.

—No lo sé. —respondió Ron.

—Sé donde tienen a James. —anunció Draco mientras llegaba.

—¿Qué pasó? —preguntó Cassiopeia, al ver la cara de Daphne y Harry.

—¿Quién eres tú? —preguntó Ronald.

—Es una larga historia. —respondió Draco por su prima.

—Se llevaron el incienso. —respondió la rubia con lágrimas en sus ojos —. Nos fue imposible tomar el incienso, no poseemos la marca tenebrosa.

—Lo encontraremos antes de que sea tarde, Harry. —habló Hermione.

—Los aurores van en camino a la mansión. —informó Daphne.

—No podemos esperar aquí, debemos ir. —se apresuró a decir Draco.

***

Los chicos notaron como la mansión Greengrass se encontraba en completo silencio; sigilosamente la rodearon y se asomaron por las amplias ventanas que poseía dejando ver un pequeño niño que lloraba desconsoladamente en la mitad de un dibujo pintado en blanco y negro en el suelo que parecía ser un símbolo antiguo, mientras los mortifagos practicaban un rezo en una lengua antigua, donde el señor Greengrass sostenía con su mano izquierda el incienso que pronto notaron como la parte negra de aquel pedazo de cera se encendía.

—¡Debemos entrar ya! —exclamó el azabache sin poder soportar más el llanto desesperado de su hijo.

—Procedan con el plan mencionado. —sentenció el Ministro, mientras los aurores entraban a la mansión.

El azabache sin esperar anuncios por parte del hombre, se dispuso a seguir a los hombres.

—Harry debes esperar. Ellos saben lo que hacen. —pidió Kingsley.

—Yo también sé lo que hago. —respondió Harry entrando a su lado.

Pasados unos cuantos minutos, el Ministro anunció que podían entrar a ayudar, después de tantas réplicas y agresiones por parte de Daphne. Los chicos entraron rápidamente y se juntaron a luchar por la buena causa que los unió desde un principio, logrando recuperar sano y salvo al pequeño James y demostrando que eran personas distintas a cada una de las familias sangre pura y seguidoras de Voldemort que los Slytherin lastimosamente pertenecían. Los aurores detuvieron a los mortífagos presentes para llevarlos a una sentencia de beso del dementor por el gran daño que habían ocasionado durante los últimos años.

—Gracias por todo Ministro. —sonrió Harry, mientras abrazaba a la rubia y a su hijo.

—Tienes una hermosa familia, Harry. Mereces esto y mucho más. —le sonrió de vuelta Kingsley antes de que salieran de su despacho.

—¿Ahora sí tendremos paz? —preguntó Ron suspirando con cansancio.

—Es lo que todos deseamos. —dijo Pansy tomando su mano.

—Esperemos que así sea. —continuó Draco.

—Debemos volver a Hogwarts, tenemos mucho de qué hablar aún, ¿verdad, Cassiopeia?

—Así es. —le sonrió a Astoria, antes de dirigirse a la chimenea del Ministerio y aparecer rápidamente en la chimenea del despacho de la directora McGonagall, donde los esperaba sonriente al ya estar enterada de todo lo que había pasado gracias al Ministro.

—Espero que me cuenten con detalles todo lo ocurrido. —declaró Ginny Weasley, entrando al despacho seguida del moreno que sostenía a una bebé profundamente dormida en sus brazos.

—Lo haremos, Gin. —asintió Harry, observando a su pequeña hija.


Amores InesperadosWhere stories live. Discover now