Parte 8

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—Oye.

Kyungsoo levantó su rostro de la barra, sus ojos miraron de una lado hacia otro perdiéndose entre la borrosidad del lugar. Se había quedado dormido, la fina línea de saliva seca en sus labios, los papeles debajo de él y el reloj marcando las cuatro de la mañana lo desubicaron en el tiempo, le hicieron preguntarse en dónde rayos se encontraba.

Pero, ¿dónde más? Claramente en el apartamento de los Park, más específicamente en la cocina. Frotó sus ojos con las manos y dejó caer la pluma que se había quedado casi pegada en sus dedos. Sus sentidos inmediatamente se fueron hacia atrás, buscando a la persona quien le había despertado esperando que no sea alguno de sus enemigos.

—Aquí —escuchó de nuevo y finalmente sus ojos terminaron en alguien frente a él, una persona reconocible a kilómetros y el chico que lo había estado acosando por unos cuantos meses—. ¿Olvidando tus penas? —señaló el pequeño vaso de ron que estaba a un lado de él.

Enderezándose completamente, Kyungsoo sopló un poco por debajo dejando que el mal aliento se disipara de su boca.

—Sólo tomo cuando debo mantenerme despierto —contestó, su voz ronca y quebrada por el sueño.

—Y veo que funcionó correctamente —se burló. Kyungsoo no se inmutó con su broma, nunca lo hacía—. Han pasado más de tres días y Chanyeol no regresa, ¿se le atoró el pene en el trasero del profesor?

Con una media sonrisa —la cual quería evitar a toda costa para no darle la satisfacción a Jongin de verlo reír— negó con la cabeza y se cruzó de brazos. Antes de responder, miró un poco más alrededor. La única luz presente era la de la luna reflejándose a través del gran ventanal que había cerca. Toda la ciudad se reflejaba sobre ellos, incluso siendo tan temprano en la mañana Seúl se veía tan activo como siempre.

—Sabes que cuando le toca asesinar a alguien —dijo, sus ojos fijos en la ventana—. Busca la manera de distraerse —volvió a Jongin quien no se había movido para nada— y más si es a uno de los nuestros.

Jongin asintió, alcanzó la botella de ron que se había quedado a un lado de Kyungsoo y se sirvió un pequeño vaso. Posteriormente se lo tomó de una, Kyungsoo hasta sintió pena por su garganta que probablemente estuviera agonizando en ese momento. No obstante, el menor pareció no tener ninguna reacción exagerada cuando dejó el vaso en la mesa.

—¿Y qué hay de ti? —preguntó, como si no hubiera dejado pasar toda una sustancia ácida por su garganta—. ¿No te alocas ni un poco? ¿No te duele como el infierno? ¿No quieres rendirte y abandonar este trabajo?

Empezó a jugar con la pluma en sus manos y realmente se lo pensó. Cuando un mafioso rojo traiciona a los suyos no hay otro castigo más que la muerte. El asesinato a sangre fría. Un tiro mortal en la cabeza. No puede decir que está acostumbrado a eso porque, aunque él mismo haya asesinado a más de cien personas en su vida, nunca le gustó el quedarse y ver la 'obra maestra' que quedaba así como decía Jongdae. En lo personal no le gusta ni la sangre, es por eso que su trabajo individual siempre es a distancia y nada más. No tenía que limpiar después.

Pero, hace unos días, cuando Chanyeol asesinó a uno de sus amigos y compañeros frente a los ojos de todos los rojos, claro que sintió asco.

—Chanyeol es el jefe más condescendiente que hay en todas las mafias, aunque no lo parezca —contestó, no meramente las preguntas de Jongin, pero dijo algo—. Él desde el inicio nos da una oportunidad de abandonar la mafia, esa única oportunidad que tomas o dejas, todo dependiendo de ti. Con otras mafias, el simple hecho de considerar el dejarla es digno de una muerte inmediata.

Jongin parpadeó, ladeando la cabeza.

—Yo no pregunté alguna fortaleza de Chanyeol —la voz de Jongin fue seria y cortante por la mención de su jefe. Kyungsoo casi se ríe—. Yo pregunté por ti. El cómo te sientes por esto.

Prof. Baekie vs Mr. ParkWhere stories live. Discover now