Capítulo 27.Sangre Control

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– ¡Lo siento, padre! – Los ojos de Azula estaban llenos de lágrimas. Ella que siempre fue arrogante y orgullosa, pero ahora estaba llorando humillada ante su padre.

– Creí que podía confiarte mi imperio, que podrías ser mi sucesora, pero veo que me equivoqué. ¡Resultaste ser peor que Zuko!

Estas palabras se clavaron como puñales en el corazón de la princesa, que lloraba de rabia y de impotencia.

– ¡Que decepción! De mis dos hijos, uno resulto ser un traidor y la otra un fracaso. Si hubiera sabido que Zuko iba a ser capaz de superarte, no lo habría enviado al exilio para que mi hermano le llenará la cabeza con ideas absurdas. Debí mantenerlo a mi lado, pero ya es tarde. Ninguno de mis hijos es digno de heredar mi trono.

– ¡Lo siento, padre!

– Decir "lo siento no basta"... ¡Escribano! ¿Cuál fue mi último decreto?

– El sabio que estaba a su lado desenrollo un pliego y leyó:

"Yo, el Señor del Fuego Ozaí, decretó que revocó el derecho de nacimiento de mi hijo Zuko, para cederlo a mi hija Azula, quién a mi muerte será la futura Señora del Fuego"

– Pues bien – declaró el Señor del Fuego – A partir de hoy queda anulada esa última orden.

– ¡Pero padre...!

– QUEDA ANULADA – repitió Ozaí y Azula se limitó a permanecer arrodillada en silencio – Azula, a partir de hoy, tu derecho al trono queda revocado. Parece que tendré que casarme de nuevo para engendrar hijos que no sean tan inútiles e incompetentes como mis hijos actuales. ¡Ahora retírate, Azula! Tengo mucho en qué pensar.

Azula salió del salón del trono, cojeando, pero se esforzaba por caminar con dignidad. Apenas cruzó la puerta, la princesa no pudo contenerse y estalló en llanto y se alejó corriendo. No se detuvo hasta llegar a su habitación. Ahí se dejó caer en su cama y lloró cómo nunca lo había hecho antes. Este día había recibido la humillación más grande de toda su vida y por primera vez, había experimentado en carne propia el despreció de su padre. Estos dos dolores, eran más de lo que la princesa podía soportar.


El bisonte volador surcaba los cielos como un bólido. Todos estaban callados. Iroh y Katara no se separaban del príncipe, que a los pálidos rayos de la luna semejaba más a un cadáver que a un hombre herido.

Haru se dobló ligeramente, colocando sus manos en su costado.

– ¿Harú estás bien? – preguntó Iroh.

– Él se lastimó cuando cayó de Appa – explicó Katara.

– Díganme ¿Qué sucedió con ustedes?, estuvieron un día completo ausentes.

Katara suspiró...

– Después de que ustedes cayeron el río, Appa intentó mantener el vuelo, pero no pudo. Él choco contra varios árboles antes de caer pesadamente al suelo. Muchos de nosotros caímos en el trayecto. Cuando desperté ya pasaba del medio día. La mayoría tenían magulladuras y golpes menores, pero Harú tenía fisuras en dos costillas. Usé mis poderes de sanación y se restablecerá en unas semanas, pero por el momento necesita descanso. En cuanto a Appa, tuve que curarlo, pero sus heridas eran muy serias y termine hasta muy entrada la tarde. Sólo hasta entonces pudimos salir a buscarlos.

– ¡Por suerte llegaron muy a tiempo! – El anciano sonrió y mirando a Katara, añadió – Pakku debió tenerte mucha confianza para enseñarte la técnica de sangre control.

– El maestro Pakku no me la enseñó – confesó Katara – fue una maligna mujer llamada Hamma.

– No sabía que había más personas capaces de hacer sangre control.

Un Amor Imposible. Zuko & KataraWhere stories live. Discover now