Capitulo 25. La Caída de la Roca Hirviente

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Por Crystal Violeta.

Ya estaba oscureciendo y los tripulantes de ambos barcos estaban listos para atacar. Iroh reunió a todos y repasaron el plan. El anciano no quería cometer errores si la vida de su sobrino estaba en juego.

– Todo está claro – dijo Sokka – pero me preocupa Azula.

– Sí, ella es demasiado peligrosa y en cuanto nos vea, tratará de matar a su hermano por eso es imprescindible neutralizarla de inmediato, pero no se preocupen por ella – dijo el anciano – yo la detendré. Si conozco bien a Azula, ella tratará de lanzarme el relámpago, cuando lo haga yo se lo regresaré con una técnica especial que inventé.

– ¡Es una locura! – replicó Sokka – Todavía no tienes tus poderes, no podrás hacerlo.

– Esa técnica consiste en crear un flujo de energía a través del cuerpo para desviar el relámpago, supongo que no es necesaria la capacidad de fuego control.

– ¿Supones?, ¿significa que no estás seguro?. Iroh te das cuenta que podrías morir.

– Sí, lo sé, pero no importa. Yo soy viejo y Zuko tiene una vida por delante. Vale la pena el riesgo, si con eso podemos salvar a mi sobrino.

Una capa blanca de escarcha cubría el cuerpo de Zuko. Había cristales de hielo en su cabello, cejas y pestañas. Su piel tenía un tono gris azulado. Sus labios se veían morados. Hacía mucho rato que ya no sentía sus manos, ni sus pies y a pesar de que temblaba como nunca, luchaba desesperadamente por mantenerse consciente, pero esto resultaba muy difícil, pues sus parpados, más pesados cada vez, se cerraban involuntariamente.

Sin darse cuenta, revivió aquél sueño que había tenido en Ba Sing Se... Zuko se vio sentado en el trono, como Señor del Fuego, con dos dragones a su lado. El dragón azul, con la voz de Azula, le decía:

Duerme señor del fuego Zuko. Te ves cansado... Duerme...duerme... duerme...

¡No, Zuko! No escuches al dragón azul – replicó el dragón rojo, con la voz de Iroh –. No te duermas. Tienes que mantenerte despierto.

Tío, estoy cansado – murmuró Zuko –. Tengo mucho sueño.

Entonces el dragón rojo le contesto:

Zuko, si te quedas dormido morirás. ¡Has un esfuerzo!... ¡DESPIERTA!

Zuko abrió los ojos, despertando súbitamente de su sueño. Cristales de hielo se había depositado en sus hombros y en parte de su piel. Con sus manos los sacudió y luchó por mantenerse despierto, aunque no sabía cuánto tiempo más, podría soportar.

La luna estaba casi llena y su luz alumbraba la oscuridad nocturna. Desde las torres de vigilancia, los soldados vieron tres barcos de la Nación del Fuego que se acercaban a toda velocidad. De inmediato le informaron a la princesa.

– Seguramente es una flota que recibió mi mensaje – dijo Azula –. Prepárense para recibirlos y ustedes, tengan listas mis cosas. En cuanto toquen puerto me marcharé a la Nación del Fuego. Necesito hablar con mi padre.

– Algo anda mal, princesa – dijo un guardia – las naves no están disminuyendo la velocidad. Parece que no tienen intenciones de desembarcar.

– ¿Cómo?

Con un telescopio, la princesa examinó los barcos con detenimiento. Vio que uno de ellos avanzaba con más velocidad y los otros dos se quedaban atrás. Entonces observó que en la cubierta de la nave, que venía a la cabeza, estaban el bisonte volador y el avatar.

Un Amor Imposible. Zuko & KataraWhere stories live. Discover now