Capitulo 10. El festival

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El barco se quedo en el muelle y todos los tripulantes bajaron al puerto. Toda la isla Ember estaba adornada con listones de colores, faroles y globos. Había cientos de personas circulando por las calles y decenas de vendedores ofrecían sus mercancías a los visitantes.

Zuko llevaba puesta su capa y con la capucha ocultó su rostro. Aang en cambio llevaba puesto un sombrero para ocultar la flecha de su cabeza. Había puestos y comercios a lo largo de las calles y en uno de ellos vendían antifaces y máscaras, así que todos se detuvieron a comprar algo. Katara compró un pequeño antifaz azul y Zuko compró un ancho antifaz rojo que cubría por completo su cicatriz. Todos escogieron antifaces de diferentes colores y al terminar continuaron su camino.

– ¡Esto es un caos! – se quejó Sokka.

– Es que el día de hoy comienza el festival, por eso hay tanta gente – explicó Zuko.

– ¿Con tanta gente en donde vamos a encontrar alojamiento? – preguntó Sokka.

– Mi familia tiene una casa de verano cerca de aquí, pero sería muy arriesgado ir ahí – contestó Zuko.

– Entonces ¿qué vamos a hacer? – dijo Sokka.

– Normalmente en este día ya no hay habitaciones disponibles, pero yo conozco un lugar en donde conservan cuartos de lujo para huéspedes especiales. Con dinero se puede conseguir todo.

Zuko llevó a sus amigos hasta un hotel y después de hacer las negociaciones regresó.

– ¡Listo! Conseguí dos cuartos grandes, uno para las chicas y otro para nosotros.

El grupo siguió al príncipe hasta el segundo piso. Los cuartos eran muy amplios y tenían varias camas. Además, estaban adornados con exquisita elegancia pero sin ostentación. Había cortinas blancas y un ventanal muy amplio que daba a un elegante balcón de madera. A todos les agradó la habitación y de inmediato eligieron sus camas.

Mas tarde, Zuko reunió al grupo y le entregó a cada uno un puñado de monedas para que compraran lo que quisieran.

– ¡Pero esto es mucho dinero! – exclamó Katara – no podemos aceptarlo.

– ¡Sí!, si podemos Katara – replicó Sokka.

– ¡Por favor, acéptenlo! – dijo Zuko – Esta es la primera vez que vengo a aquí en compañía de mis amigos y quiero que todos disfrutemos del festival. Además, este dinero le pertenece a la familia real así que puedo gastarlo como quiera y quiero compartirlo con ustedes.

Los chicos aceptaron el ofrecimiento del príncipe. Minutos más tarde todos estaban listos para disfrutar del festival. Zuko bajó a Teo en brazos y después de colocarlo en su silla de ruedas todos se dirigieron al festejo.

– ¿Quieren unos helados? – preguntó Zuko.

– Sí – respondieron Aang y Toph

– Los traeré en seguida.

– Yo te acompañó – dijo Song.

El comentario molestó un poco a Katara, pero no dijo nada. Simplemente permaneció en silencio observando al príncipe acompañado por Song.

– Señorita ¿le gustaría unirse a mis guerreros de la libertad? – preguntó una voz que sonó muy familiar a los oídos de Katara. Cuando ella se dio la vuelta vio a un apuesto y altivo joven sonreírle amablemente.

– ¡JET! – gritó ella llena de alegría y se lanzó sobre el joven para darle un caluroso y efusivo abrazo – ¡Me alegra tanto que estés vivo! Yo creí... creí que habías muerto.

Un Amor Imposible. Zuko & KataraWhere stories live. Discover now