Capitulo 8. El vuelo del Fénix

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Disclaimer: los personajes del avatar no son mios, sino de Nickelodeon y sus creadores.


Katara permanecía de rodillas, mientras sus lágrimas rodaban por sus mejillas. Aang se acercó a ella y sin decir nada, la abrazó con ternura. Ella empezó a llorar con más fuerza, mientras Aang la rodeaba con sus brazos.

Ninguno del grupo se atrevía a hablar, pues todos compartían la pena de haber perdido a Zuko. Incluso los guardias heridos, sabían que si no fuera por el sacrificio del príncipe, todos estarían muertos.

Azula estaba sentada, recargada sobre una roca y al observar los rostros entristecidos de todos, murmuró en voz baja.

– ¡Zuko, siempre fuiste un tonto!

– ¡Alguien viene! – advirtió Sokka y señaló un dirigible de la nación del fuego que estaba sobre ellos. Todos alzaron la vista para ver la nave que se preparaba para aterrizar.

– ¡No hay problema, es el general Iroh! – dijo Aang y dirigiéndose a Katara le explicó – juntos derribamos varias naves, pero capturamos una de ellas, porque pensábamos que así sería más fácil rescatarlos. Así que nos dividimos, Iroh, Teo, Harú y Duque subieron al dirigible, el resto volamos en Appa.

Katara estaba tan absorta en su mundo que no parecía escuchar las explicaciones del avatar. Cuando Iroh bajo de la nave y vio a Azula y a todos los soldados heridos, se alegró.

– ¡Felicitaciones joven avatar! realizaste el rescataste tú sólo – el anciano se acerco a Katara y con una sonrisa le preguntó – ¿Dónde está mi sobrino?

Katara levantó la vista y miró al anciano con los ojos llenos de lágrimas.

– ¿Dónde está Zuko? – preguntó Iroh alarmado.

– Murió tratando de salvarnos – respondió Aang con la cabeza inclinada.

Iroh sintió que un balde de agua helada le caía encima, al escuchar esta noticia.

– ¿Qué? – fue lo único que pudo decir, porque un nudo se había formado en su garganta – ¡No es cierto, no puede ser cierto!

– ¡Es cierto! – dijo Katara poniéndose de pie y acercándose al anciano – para darnos tiempo de escapar, contuvo la explosión hasta que... hasta que fue tarde.

– ¿Una explosión? – preguntó Iroh, recuperando la esperanza – ¿piensan que Zuko murió en una explosión?

– No pudo haber sobrevivido – dijo Katara con voz ahogada.

– ¿Dónde está? – preguntó Iroh sujetando los hombros de Katara y sacudiéndola con fuerza – ¿Dónde lo dejaron?

– Abajo – respondió la joven.

– ¡Ven, vamos por él! – dijo Iroh tomando la mano de Katara y jalándola para que le indicara el camino.

– ¡Es inútil! – replicó Azula – No hay forma de que Zuzu hubiera sobrevivido a esa explosión... A menos... – Azula sonrió – A menos que tú sepas algo que nosotros no sabemos.

Iroh fingió no escuchar el comentario de Azula, simplemente subió en el bisonte en compañía de Katara y dirigiéndose al resto del grupo les ordenó:

– Asegúrense de que los presos no puedan escapar y no pierdan de vista a mi sobrina, ella es muy peligrosa.

El anciano tomó las riendas del bisonte y emprendió el vuelo, ante la mirada extrañada de todos. Cuando el bisonte bajo por la colina, Iroh pudo ver los restos aún humeantes de la nave y también los estragos que había provocado la explosión.

Un Amor Imposible. Zuko & KataraDär berättelser lever. Upptäck nu