Capitulo 19. El triunfo de Azula

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– Hermana, ayúdanos – gritó Sokka – no podemos contra él.

– Katara, tienes que confiar en mí – imploró Zuko.

– ¡No puedo creer que nos traicionaras de nuevo! – dijo Katara al salir de su letargo – ¡yo confié en ti! – gimió mientras las lágrimas resbalaban por su rostro – ¿Qué ganabas con este nuevo engaño?, ¿qué pretendías al hacer que me enamorara de de ti?, ¿burlarte para demostrar lo estúpida que soy?

– Katara yo nunca te he mentido.

– ¡Cómo pude ser tan tonta para creerte otra vez! – ella se dio la vuelta y se alejó corriendo.

– ¡Katara, espera! – gritó Zuko, bajando la guardia por un segundo. Aprovechando el breve descuido del príncipe, Haru arrojó una serie de rocas, que Zuko trató de esquivar, pero fue tarde. Logró evadir las primeras, pero la tercera lo golpeó en la cabeza, haciéndolo caer pesadamente al suelo y dejándolo inconsciente.

– ¿Qué vamos a hacer con él? – preguntó Haru tratando de recuperar el aliento.

– Tenemos que inmovilizarlo – respondió Suki – podemos amarrarlo con unas sogas.

– Eso no servirá – dijo Sokka – Zuko puede quemar las cuerdas y escapar con facilidad, tal como lo hizo en el polo norte.

– Yo puedo aprisionarlo con rocas – sugirió Haru.

– Esa no es buena idea – declaró Sokka – he visto a Azula destruir las rocas con su fuego. Parece que lo único que puede detener a un maestro fuego es el metal.

– Podemos encadenarlo en el calabozo del sótano – dijo Suki – ahí había cadenas y grilletes, y podremos encerrarlo para que no escape.

– Buena idea – aceptó Sokka.

– Sokka ¿estás seguro que hacemos lo correcto? – preguntó Suki – su cabeza está sangrando mucho. Tal vez deberíamos... no sé... vendarlo.

– No te preocupes. Estará bien, Zuko es muy resistente – respondió el guerrero de la tribu agua, mientras arrastraba el cuerpo del príncipe con ayuda de Haru.

Las muñecas de Zuko quedaron encadenadas a la pared de la celda, igual que sus tobillos y aunque seguía inconsciente, los chicos cerraron la reja de la celda y la puerta de la prisión con llave, para asegurarse que no pudiera escapar. Terminada su tarea, volvieron al salón principal.

Cuando el grupo entró en el fuerte, encontraron a Katara llorando, con Aang en sus brazos.

– ¿Cómo permití que pasara esto? – dijo la joven, mientras apretaba el cuerpo inerte del avatar.

– ¿Cómo está? – preguntó Sokka.

– Parece que está bien, solamente está dormido – respondió Katara

– Tal vez Zuko quería dormirnos a todos para apresarnos y entregarnos a su padre – explicó Sokka – Nunca debimos confiar en él.

– Yo juré que cuidaría de Aang – dijo Katara con un suspiro – un día le dije a Zuko que si...

– ¡AUXILIO! – gritó Toph – ¡Katara, ayúdame!

Los cinco chicos corrieron al escuchar a la niña.

– Toph, ¿qué sucedió? – preguntó Katara sorprendida.

– ¿Katara, en donde estás? – dijo Toph alarmada, mientras tentaleaba el suelo

– Aquí, Toph. Dime qué pasa.

– ¡Katara, no puedo ver!

– Nunca has podido ver – corrigió Sokka.

Un Amor Imposible. Zuko & KataraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora