Capítulo 29.

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Capítulo 29.



Cuando llegó la mañana, di media vuelta esperando encontrar a Logan. Pero él no estaba. Pasando la mano sobre la almohada inhalé bruscamente. Olor a lluvia y flores frescas se sentía en cada aspiración que daba, y me pregunté detenidamente si estuvo de verdad aquí.

¿Habría soñado con su presencia?

Bufé pensando que lo de anoche me afecto mucho.

Frunciendo el ceño, me levanté de la cama y salí fuera. La casa estaba demasiado silenciosa, y yo demasiado adormilada y confusa para entablar una conversación ahora mismo. No sabía si había alguien por aquí... sabía que si, pero aun me preguntaba si fue real, si de verdad Logan estuvo a mi lado anoche.

Intentando descifrar lo que pasó fui derecha al aseo. Me miré en el espejo observando unas suaves sombras azules bajo mis ojos hinchados. Estaba realmente espantosa. Pálida, mi pelo demasiado rojizo en su contraste. El color grisáceo de mis ojos era más claro que de costumbre y ahora que me fijaba un poco mas estaban extrañamente brillosos.

Resoplé saliendo del baño dejándome como un caso perdido y mi corazón latió bruscamente cuando lo hice. Sentí en la parte trasera de mi cuello ese soplo inquietante y que conocía tan bien. Giré mi cabeza hacia la habitación como un acto involuntario.

Allí estaba Logan.

Su espalda apoyada en el marco de la puerta. Manos en los bolsillos desenfadado, y su cabeza ligeramente ladeada observándome entre la oscuridad. Sus ojos eran dos esferas brillantes que me atraían como un huracán devastador, absorbiéndome sin poder hacer nada por liberarme.

Me sacudí.

Y antes de poder pensar en algo más mis piernas ya iban solas hacia donde él se encontraba. Caminé sintiendo su mirada sobre mi cuerpo. Entré en la habitación temblando y él me siguió de cerca cerrando la puerta tras nosotros.

Me senté en el filo de la cama con un revuelo en mi estomago y alcé la cabeza. A veces me costaba mucho convencerme de que era real. Su tipo de belleza masculina era de otro mundo e intimidaba bastante.

Cogí una respiración profunda cuando lo vi acercarse.

-¿Cómo te encuentras?

-¿Cómo debería de encontrarme?-Pregunté de vuelta, molesta por esa estúpida pregunta, ¿cómo iba a estar después de todo lo que estaba pasando? La oscuridad de sus ojos me alarmó. -Bien. –Dije finalmente, pero mi voz salió seca porque en realidad no lo sentía.

-Es pronto, podías haber dormido un poco más.

No contesté cuando dijo aquello. Como si dormir solucionara mis problemas, pensé. Se sentó a mi lado cogiendo aire y sentí como mi estomago daba saltos de nerviosismo cuando me miró fijamente.

-¿Qué piensas?

-Nada interesante.

Ladeó una sonrisa bajo sus frondosas pestañas. -¿Sabes qué? No te creo. -Levanté la mirada muy seria cuando dijo aquello. El apartó la suya cogiendo bruscamente aire y me encaró. –No te lo dije, y aunque no tuviste que hacerlo, gracias.

-¿Gracias, por qué?

-Por ayudarme la otra noche con las Umbras. Fuiste muy valiente.

Me retorcí sobre mi misma y me mordí el labio bajando la mirada. –Yo... lo siento, no lo pensé, pero no podía dejarte solo.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now