Capítulo 23.

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Capítulo 23.




Me incorporé bruscamente jadeando. Sudaba y recordé que me había desmayado.

Otra vez.

Todo estaba a oscuras, creo que no fue un buen sueño. Toqué mi frente y observé el alrededor sintiendo como en mi nuca soplaba un singular y frio cosquilleo.

Mis ojos se encontraron de golpe con los de Logan. Me estremecí. Sus ojos... Esos ojos azules eran fuego. El brillo que desprendían creaba un halo de luz sobrenatural en la oscuridad de la habitación.

Tragué saliva.

Estaba sentado en una silla frente a mí. Su tobillo derecho reposaba sobre su rodilla izquierda. Sus brazos ligeramente cruzados, en esa pose tan relajada y desenfadada, tan varonil y tan sexy. Dios...

Mi vientre se anticipó a los pensamientos que me abordaban.

No quería, pero no tuve más remedio que bajar un poco más la vista. Pasé por sus labios, después su barbilla, hasta su cuello para llegar a su camisa. Uff. Su camisa... que decir de ella, negra con un par de botones desabrochados dejaba a la vista el principio de un pecho firme y escultural, deslumbrante a la vez que abrumador. Oh... Logan verdaderamente era como un ángel caído del cielo.

El silencio ensordecedor nos acogió y una fuerza sobrehumana me evitaba apartar la mirada de esos hermosos ojos que relucían entre tanta oscuridad. Pasé saliva.

-Veo que me has traído a la habitación.-Dije suavemente consciente de que solo llevaba una camiseta. Subí un poco más las sabanas.

Su expresión era seria, tanto que por un segundo me tensé.

-Por si te lo preguntas no he sido yo quien te ha quitado los pantalones. De hecho, me habría encantado. -Ladeo una sonrisa presuntuosa con la mirada de un verdadero chico malo y parpadeé.

Cogí una bocanada de aire.

La verdad es que no me importaba quien narices me había quitado los pantalones. Ahora mismo lo que me importaba era la presencia de ese ser oscuro, arrogante y misterioso que se encontraba frente mí en mitad de la noche. No lo entendía.

-¿Qué haces aquí?

-Observarte. -Me retorcí.- ¿Algún problema?

Si, muchos problemas, pensé.

Era incapaz de hablar. No sabía que responder. Mi respiración se sentía corta, mis mejillas calientes y mis manos empezaron a sudar. Esos ojos extraños exudaban una especie de feromonas sexuales en el ambiente que me atontaban. Podía sentirlo. Todo mi cuerpo lo sentía.

Su expresión seguía siendo la misma. Ninguno de los dos hacíamos algún movimiento y nos mirábamos como si fuéramos las dos últimas personas del universo. Todo giraba. Solo estaban esos ojos eclipsantes. Me absorbían.

Entrecerró un poco los ojos bajo esa expresión indescifrable. -Respira, Aria.

Respiré profundamente intentando calmarme. Si, ya estaba mejor. Fruncí el ceño. -Tú ya lo sabías.

Levantó una ceja. -¿El qué?

-Que ese tal Morgan iba a venir, ¿Por qué no lo dijiste?

-No me dio tiempo.

Su expresión no cambiaba y apenas hacia algún movimiento. Sus ojos estaban tan fijos en los míos como los míos en los suyos y era incapaz de pensar con normalidad. Mierda. ¿Qué estaba sucediendo? Su mirada era tan intensa que se sentía como si me estuviera tocando.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now