Capítulo 10.

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El mundo era borroso cuando abrí mis ojos. Caminaba por la oscura playa bordeando el agua del mar, el viento soplaba muy fuerte y la marea subía hasta que pronto sentí como recorría mis tobillos hundiéndome los pies en la arena. Me alejé de allí con la presencia de alguien más a mi lado. Un grito desde el fondo del mar me estremeció tanto que tuve que girarme. Reuniendo todo el valor como fui capaz me arrastré un poco más hacia dentro mientras las olas golpeaban contra mí. Pude ver una tabla de surf ondeando en el agua pero a su dueño era incapaz de verle. La tabla llegó a mí viendo el cordel rasgado en la punta, pero el cuerpo no había regresado a la orilla. Me horroricé alzándome de puntillas cuando una ola cayó sobre mí revolviéndome y sumergiéndome en el agua congelada. Salí a flote y llegué a la orilla con la ayuda de mis manos que se incrustaban en la arena fría. Giré la cabeza. A mi lado observé el cuerpo de un muchacho inconsciente, su cara estaba pálida y en sus labios comenzaban a asomar un débil color azul. El terror envolvió cada célula de mi cuerpo y me abalancé sobre él para hacerle la reanimación que había aprendido muchos años atrás en una clase de primeros auxilios.

-No lo lograrás.

Escuché una voz a mis espaldas, una voz que ya conocía bastante bien pero no hice caso alguno. Seguí con la reanimación, bombeando en su corazón con mis dos palmas e introduciéndole aire en sus pulmones pero el chico no reaccionaba.

-¡Necesita ayuda! ¡Ayúdalo! —Me giré angustiada y con los ojos llorosos suplicándole por que hiciera algo. Su mirada fría me asalto.

-No puedo hacer nada por él.

-¡Se está ahogando! ¡No puedes dejarlo así!

-Ya está muerto Aria. No hay nada que se pueda hacer.

Lloré amargamente junto al chico que cada vez se iba poniendo más azul, cogí su mano congelada rogándole porque me perdonara por no llegar a tiempo, entonces su alma se elevó en torno a unos destellos dorados que resplandecieron en la oscuridad. Me sobresalté arrastrándome hacia atrás cuando el chico me miró, una sonrisa apareció en su rostro y desapareció en la nada.

-¡Tu! ¡Maldito fantasma! ¡¿Por qué te los llevas?! ¡¡Por qué!!¡Que mierda eres!  ¡¡Dime!!

Grite alzándome y empujándolo con rabia. No podía entender porque desaparecían todas estas almas, porque yo malditamente presenciaba todas estas muertes. No tenía sentido. No podía seguir viendo estas cosas y no poder hacer nada por ellas.

-No deberías de estar aquí.

-¡¡Dímelo!! ¡¿Qué eres!?-Me dio la espalda bajo mi ira y comenzó a caminar por la arena. Me apresuré poniéndome delante de él -¡Necesito saberlo! ¡¿Qué coño eres?!

-Algo que nunca has visto antes.

-¡¡El que!! ¡¡Dímelo!! —Hubo unos segundos de silencio. No me iba a contestar.

-¡Por favor! ¡Necesito saberlo! Necesit.....

-Un demonio...Un demonio Aria y no uno cualquiera.

Mi estomago explotó bajo sus ojos azules. Me quedé de piedra.

-¿Ya estás contenta? Dime, ¿qué sientes al tener un demonio cerca eh?

Sus ojos y esa voz filosa traspasaban mi cuerpo, mi alma....Me congelé  y extrañamente todo comenzó a volverse más oscuro ante mis ojos.

-¡NOoo! ¡Espera!

Grite quedando ciega mientras la energía se arremolinaba a mí alrededor  y me desplomé en el suelo.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now