Capítulo 9.

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Me encontraba en la calle. Hacia frio y estaba caminando sin rumbo bajo las luces de las farolas. Escuché voces y finalmente el grito de una mujer, mis ojos viajaron a un callejón que había a mi lado.  Me acerqué allí con el corazón encogido mirando a mi alrededor por si hubiera alguna persona cerca, pero…extrañamente no había nadie.

Observe a una diminuta mujer rubia forcejeando con un hombre encapuchado. La mujer gritaba por auxilio y fue lanzada al suelo por ese hombre alto y vestido de negro mientras comenzaba a bajarse los pantalones. Me asusté. Empecé a correr en su dirección, insegura de lo que haría cuando llegara allí pero antes de poder dar un paso dentro del callejón choqué contra algo, o alguien mejor dicho. Mientras recobraba el equilibrio mis ojos se pasearon por su pecho, amplios hombros y labios carnosos, elevé un poco más la mirada viendo sus ojos fríos y su oscuro pelo desordenado cayéndole por la frente. La tentación sobrecogedora me golpeó, pero la flexión que había en su mandíbula mientras me miraba de esa manera tan terrorífica me hizo volver a tierra. La irá brillo en sus ojos pálidos.

-Vete.-Demandó, mientras mis ojos volvían a la escena que se estaba formando al final del callejón.

-La chica…la chica necesita ayuda..-Intenté alegar pero el negó fríamente con la cabeza.

-No sobrevivirá. Márchate de aquí.

-¡Pero es que no lo ves! ¡La va a violar y seguramente la matará! ¡Tengo que ayudarla!

-¿Qué crees que puedes hacer por ella? ¿Conseguir que te maten a ti también?

-¡Al menos tengo que intentarlo! ¡Mira lo que el…

Dejé de hablar cuando vi el encapuchado como la violaba y apretaba su cuello dejándola sin aliento. La mujer dejó de forcejear desplomando sus manos en el suelo. El alma de la pequeña mujer se elevó de su cuerpo mientras toda esa escena seguía al margen. El fantasma dorado dio un giro mirando en nuestra dirección y se esfumó por arte de magia.

Con agitación mis ojos se dirigieron hacia arriba, mirando a ese endemoniado y atractivo fantasma que me cortaba el paso.

-Márchate de aquí.

-¡No se qué hago aquí! ¡Yo..! ¡Yo no sé lo que hago! Esto no está pasando…

Dije llena de ira sin entender nada. Sus ojos captaron mi atención y toda mi energía fue drenada y colapse en el suelo volviendo a la realidad.

Me pasé toda la noche soñando, más bien eran como pesadillas, como sueños muy reales en los que siempre estaba de por medio ese fantasma de ojos azules. Me levanté de la cama mas cansada de cómo me acosté la noche anterior. Mi cabeza dolía. Miré el reloj que pasaba el medio día y salí por la puerta para ver a Andrea y José que desayunaban tranquilamente.

-¡Hola Aria! ¿Qué tal has dormido princesita? –Me acerqué a ellos y me dejé caer en un sillón. José me miraba inquieto mientras sostenía una taza en sus manos.

-Bien…pero la verdad es que me siento más cansada que cuando me acosté.

-Necesitas descansar un poco más, si quieres quédate aquí a pasar el día, mas tarde te llevaré a casa. Toma, desayuna algo, lo necesitas.

Cogí la taza de su mano y me acurruqué en el sillón con la mirada baja.

-Yo me tengo que ir en una hora…tengo una comida familiar. Aunque si queréis me puedo marchar ya.-Dijo José encogiéndose de hombros tímidamente mientras las dos lo mirábamos.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now