Capítulo 22.

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Capítulo 22.



-Corre, hay que ir al coche. ¡Vamos Logan! Date prisa o nos verán.

¿Beth? Esa...esa era su voz. Quise abrir los ojos pero estaban demasiado pesados, al igual que mi cuerpo. No podía moverme.

-¡Mira mira! Se está moviendo.

-Chsss Aria. Tranquila, no te muevas.

Las cosas estaban confusas, apenas podía pensar con claridad, un fuerte dolor en mi cabeza me lo impedía. -¿Qué-que ha pasado...?-Mi garganta dolía como si mil alfileres se me clavaran. Mi voz era lenta y ronca. Apenas mi vista alcanzaba a ver algo.

-Tranquila, no te muevas. Nos vamos a casa.

-Mierda Logan, corre, está saliendo la gente.

-Joder.

Los escuchaba hablar y el aire se volvió frio y cortante. Tanto que lo noté por todo mi cuerpo como puñales afilados. Cuando cesó noté mi estomago revolotear. Había sido como volar.

-Vamos sirena, a dentro.

Me metió con cuidado en el coche, sentándome. Mi cabeza fue hacia todas direcciones descontrolada.

-Quédate con ella. Yo conduzco.

-¿Beth...?-Pregunté al aire cuando volví a escuchar su voz. Me sentía como si me hubiera bebido 3 barriles de cerveza pero sin beberlos.

Noté el peso del coche y una voz frente a mí. -Hola pelirroja. Una cena movidita eh, dime, ¿cómo te encuentras?

-Quiero vomitar... -Mi cabeza inestable impactó sobre la ventanilla y Beth gritó.

-¡Joder, Aria! ¡Logan! ¿Qué hacemos? Quiere vomitar.

Sentí el peso de alguien más a mi lado y escuché la puerta cerrarse.

-Tiene el estomago revuelto por la carrera. Vamos, enciende el coche.

-¡Voy!

Escuché otra puerta cerrarse y un brazo alcanzándome. Mi cabeza cayó sobre un pecho duro y firme con un suave olor fresco a mar. Noté suaves dedos quitar mechones de mi rostro.

-¡Vamos, arranca!

-Ya voy ya voy... joder, solo estoy buscando la clavija. Esto es enorme...-Escuché el motor rugir.-Oh, no sabes cómo me encanta esto.

-Pues no te acostumbres y ¡vamos, salgamos de aquí!

Cuando sentí el vaivén del coche revolucionarse me tranquilicé y no fue solo eso, había una mano reconfortante que trazaba círculos en mi cadera mientras que otra acariciaba suavemente mi mejilla. Sentí una frente reposar en la mía y una suave y melódica voz que me hundió en el sonido.

-Estás a salvo preciosa... todo va a ir bien, tranquila, ya vamos a casa.



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No había ni día ni noche, pero me encontraba en un extraño intermedio. Estaba envuelta en una nube cálida. Un estable corazón latía debajo de mi mejilla adormeciéndome hasta que sentí unas voces a lo lejos.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now