Capitulo 18. La Traición

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– Zuko, al fin llegas, ¿en dónde estabas? – preguntó Suki con malicia.

– Fui a hacer ejercicio – respondió el príncipe.

– ¡Ah, sí!, ¿toda la noche?

– Por cierto – Zuko cruzó sus brazos – ¿qué hacías la otra noche en la tienda de Sokka?

– ¡Nada, nada! – respondió Suki riendo con nerviosismo.

– Igual que yo – sonrió – ¿qué te parece si nos olvidamos de todo?

– Por mi está bien – dijo Suki y con una sonrisa forzada se alejó del príncipe.

Después de pensarlo por mucho tiempo, Sokka se dirigió con Iroh y le dijo:

– General, quiero hablar con usted, a solas.

– Muy bien – los dos salieron del edificio y caminaron entre los árboles – ¿qué es lo que quieres decirme sin que se enteren los demás.

– General, he estado pensando mucho y pienso que no es seguro quedarnos aquí. Piénselo un poco. El avatar y todos los líderes rebeldes en un mismo lugar. Si nos atacaran todo estaría terminado.

– Te preocupas demasiado. Nadie sabe que estamos aquí.

– No lo sé, general. He pensado mucho en el ataque de Azula ¿cómo supo que estábamos en el festival?

– Fue fácil, ustedes llamaron demasiado la atención.

– Tal vez, pero no puedo dejar de pensar que alguien les avisó.

– No estarás pensando que entre nosotros hay un espía ¿o sí?

– No, pero tal vez siempre hemos estado vigilados muy de cerca y ni siquiera lo hemos notado.

– Me parece que exageras, pero si te hace sentir mejor, tomaré precauciones para que nadie nos siga ¿Te parece bien?

– Sí, general.

Iroh movió negativamente la cabeza por la paranoia del muchacho, pero el viejo general no se dio cuenta que a unos pasos de ahí y oculto entre las sobras, alguien los observaba.

Tan pronto como terminaron de desayunar, Iroh se marchó al pueblo para recibir a sus amigos y les encargó a los chicos que tuvieran todo preparado para la importante reunión. Suki y Katara se encargaron de la comida, aunque tuvieron ayuda de Teo y el Duque. El resto de los chicos terminó de limpiar el lugar y dejarlo confortable.

Gracias al trabajo en conjunto, todo quedó listo para el medio día. Sólo quedaba esperar la llegada de Iroh, pero como Sokka habló de sus corazonadas, decidió salir a investigar en compañía de Aang y Suki. El resto se quedó en el fuerte, esperando. Zuko conocía la bebida preferida de su tío, así que preparó una gran olla con té de jazmín. Harú se ofreció a servirlo. Toph, Teo, El Duque, Zuko y Katara tomaron una taza.

Katara estaba a punto de beberla cuando recordó que había dejado una olla en el fuego.

– ¡El arroz! – exclamó y se levantó para retirar la comida de la leña – ¡Uff! Parece que no se quemó – pero al tapar la olla, por accidente, derramó su taza y el té se deslizó hasta las brazas ardientes convirtiéndose en vapor. Katara sabía que Zuko había preparado el té y no quería que se diera cuenta que lo había derramado. Ella asomó su cabeza por la puerta para asegurarse que no la habían visto.

En efecto, nadie se había dado cuenta. Los niños estaban ocupados charlando y bebiendo sus tazas, mientras Zuko estaba de pie junto a una ventana con la taza en su mano. Entonces, observó que Zuko tiró el té por la ventana sin que los demás se dieran cuenta. A Katara le pareció extraño, pero no dijo nada. Simplemente terminó de arreglar todo en la cocina y regresó con sus amigos.

Un Amor Imposible. Zuko & KataraWhere stories live. Discover now