Capitulo 4 (Editado)

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Voy subiendo a la oficina en el ascensor del edificio hecha un manojo de nervios, después de salir a correr, desayunar y hacer yoga mental de camino al trabajo, todavía sigo impaciente, al abrir la puerta en mi piso, me topo con mi tan eficiente y pesada asistente, Lize, no me malinterpreten, la amo, ella es como una mesa de bocadillos y refrescos en medio del desierto, bueno no, en realidad es muy cruel y malvada, pero siempre me anima el día, no sé cómo, es difícil de explicar.

—Buenos días Cele, veo que vienes —levanta una ceja entre divertida y asombrada — . Decidida

—A que te refieres —pregunto, copiando su expresión —¿crees que es demasiado?

—Naaa, bueno un poco, pero no hay tiempo de cambiarse —dice empujándome hacia mi escritorio

—Pero es mi camisa favorita —hago un puchero y ella levanta la ceja aun mas y aprieta los labios reprimiendo una sonrisa

—Bueno, al menos si no consigues el cliente, conseguirás una cita —suelta la risa que había estado aguantando y me empuja un poco más fuerte para terminar de llegar,

Ahora que lo pienso esta atuendo me gusta porque me queda sexy, pero creo que no elegí bien la ocasión, la blusa es rosa, un poco transparente pero sin llegar a ser vulgar, con una falda de tubo blanca ajustada al cuerpo, que me llega unos dedos debajo de la rodilla y con una abertura en la parte de atrás que me da libertad de caminar y no parecer un pingüino, llevo tacones de pico que combinan a la perfección y le dan un toque sofisticado a lo demás, como si de la primera cita con mi futuro esposo se tratara, si mi cliente no me triplicara la edad, Sofí juraría que me vestí así para enamorarlo.

Me dirijo al baño de mi oficina antes de entrar a la reunión, y así cerciorarme que todo esté bien con mi maquillaje, después de la intervención de Lize estoy más nerviosa.

—Cele, ya están todos, solo faltas tú, y el hijo del señor Rochester pero me informaron que se unirá mas tarde. —Lize me grita desde el otro lado de la puerta y casi hace que me saque un ojo con el delineador

—¿El hijo? —abro la puerta para qué deje de intentar tirarla —¿No sabía que tenía uno? ¿Tampoco que tenía participación en la reunión?

—Cele, parece que su participación es más importante de lo que pensamos en la reunión, pero ya te enteraras tú y me cuentas, necesito que salgas ya —me hace una seña con la mano desde la puerta para que salga

—¿Estoy bien? —pregunto dándole la vuelta

—Estas perfecta, ve por ellos tigre —hace un sonido con la boca, haciéndome reír

Entro a la sala de juntas, sintiendo el corazon galopando en mi pecho como si fuese una yegua en medio de la pradera,  tomo aire y me concentro en la vista de la cuidad, a esta hora de la mañana el sol no es muy fuerte y nos permite llevar la reunión sin correr las cortinas para cerrar la vista de los ventanales de vidrio, rodeo la gigante mesa de negocios en tono gris combinada con sillas rojas carmesí "capricho de Sofi"  mis tacones resuenan en el silencio de la sala a pesar del suelo alfombrado, el señor Rochester viene con todo su séquito de contadores y todos tienen cara de querer asesinarme, ohh esperen ese de allá tiene cara de quererme desvestir ¿eso fue un guiño? iuuu me dio escalofríos, pongo mi cara seria, esa que uso para las reuniones y que me hace ver unos años más vieja y más profesional, me presento y saludo con una sonrisa al señor Rochester, después de todo, es el único que me interesa convencer, los demás asnos que están en la mesa solo están aquí para reprocharme, ya los veo diciendo que una mujer no puede hacer el trabajo de "Asesor Financiero de un hombre". Doy inicio a la reunión y comienzo hablando de la historia de nuestra compañía, como le beneficia a la empresa Rochester nuestra alianza, los objetivos que pretendemos alcanzar con esta firma, y sigo hablando y hablando, notando que el semblante de la persona que me interesa convencer se muestra impasible, cuando estoy por comenzar con la lista de personas reconocidas que me recomiendan después de haber salvado sus compañías de una crisis, la puerta se abre y somos interrumpidos.

—El señor Nicolás Rochester —anuncia Lize, y tras de ella viene el tipo con el semblante más arrogante que he visto en mi corta vida, todo en el desprende a gritos el no querer estar aquí y peor trabajar con nosotros, se le ve amargado y fastidiado, cuando ni siquiera ha escuchado lo que tengo que ofrecer .Genial.

—Nicolás, hijo, por favor quédate a mi lado —le llama el señor Rochester, inmediatamente su semblante hacia su padre cambia, se nota la admiración y respeto que le tiene, hasta pude apreciar en esta ocasión sus rasgos, es un tipo alto y aunque no es mi tipo, es atractivo y algo en el pide a gritos ser despeinado y besado salvajemente para quitarle esa cara de amargado que tiene.

Pero qué demonios estás diciendo !oh no! te está viendo, te está viendo, seguro se dio cuenta de cómo lo estabas mirando y comiéndotelo con los ojos, como demonios se te ocurre

Mi subconsciente siempre es tan dramático

Lo veo fruncir el ceño, mejor me concentro antes de caerle mal y echar por la borda todo lo que he logrado hasta ahora en la reunión.

—Señor Rochester —me dirijo al padre

—Por favor Celeste, dime Arturo —veo a su hijo ponerse tenso

—Señor Arturo, como le decía...

—Solamente Arturo Celeste, por favor —me mira alzando la ceja invitándome a repetir su nombre

—Arturo — le complazco con una sonrisa algo nerviosa, veo a don cara larga voltear los ojos

—Desea que retomemos la reunión donde íbamos, o si lo prefiere, podemos volver a algún punto de su preferencia ahora que su hijo está presente —. Trato de evitar hacer contacto visual con su hijo no quiero tener que preguntarle nada, me pone nerviosa con su ceño fruncido todo el tiempo

—Señora Cáceres estoy aquí, si quiere preguntarme algo hágalo directamente —. Hijo de su madre, me dirige esa mirada arrogante, y sonríe como si fuese el dueño del mundo

¿Señora? ¿Me llamo señora? y aparte puntualizo el apellido, acaso ¿le molesta que su padre me llame por mi nombre? ohhh niño pijo a este juego podemos jugar los dos, ya verás


Mi propio cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora