—Sabes... he soñado con ella los últimos días—comenta Teffie con nostalgia, sentándose a mi lado en el sillón. Nunca podrá superar la pérdida de su hermana, de su mejor amiga, tuvo que ir a terapia para avanzar pues no aceptaba la muerte de Val—. Soñé que volvía, Damián, que regresaba junto a nosotros—pase un brazo por sus hombros, reconfortándola.

—También he soñado eso un par de veces... varias en realidad, no sé, la esperanza de que no haya muerto como nos dijeron, no ha desaparecido...—confesé, no había hablado de eso con nadie y creo que si hay alguien que puede entenderme, es Teffie.

—Una de las razones por las que me hicieron ir a terapia fue porque tampoco acepto su muerte y te prometo que lo he intentado pero algo me dice que mi hermana no está muerta, que está en algún lugar y que nos necesita—su declaración me hizo contener el aliento pues era exactamente lo que sentía, lo que había estado sintiendo desde lo sucedido pero que me había guardado para que no se preocuparan por mí, para que no pensaran que seguía aferrado a su recuerdo.

—Oh Teff... yo también siento eso pequeña, pero ha pasado casi dos años y si estuviera viva estoy seguro que ya hubiera encontrado la manera de regresar a nosotros, no hay nada que ella ame más que a ustedes, a nuestra hija, a mi...—aunque pensara lo mismo, no era correcto alimentar sus esperanzas, ni las mías de hecho.

—Lo sé...—murmura con pesadez. Deposito un beso en su frente, intentado darle algo de consuelo.

—Donde este, seguro esta orgullo de nosotros, de que no nos dejamos vencer.

—Sobre todo de ti, mi sobrina no pudo haber tenido un mejor padre, estás haciendo un trabajo increíble con ella.

Hacia lo mejor que podía, me esforzaba por darle a Mel todo el amor que necesitaba para que no sufriera tanto la falta de mi princesa.

Mila pa, Galetas—dice Mel emocionada, llegando junto a nosotros con sus pequeñas manos llenas.

—¿Te vas a comer todo eso, Mel? —Pregunta su tía, exagerando su reacción para hacer sonreír a mi hija.

¡Ti! Abu Tina lo ito pala mi, tia—explica con seriedad, haciéndonos reír.

—¿Me vas a invitar? —Cuestiono, aunque sabía de antemano la respuesta.

Mira de sus galletas a mi varias veces con el rostro contrariado, pensando seriamente en si compartir sus galletas conmigo o no. Teff y yo nos miramos divertidos pues sabíamos cuan especial era con su postre favorito.

Abu Tina ito ma pala utedes, vamo papi te acompano a buscal una en la cotina—mi cuñada y yo estallamos en carcajadas ante su respuesta pues siempre es la misma, nunca te decía que no pero tampoco te daba de las suyas.

Con ternura nos guía hasta la cocina y le pide a mamá Tina que nos diera galletas, haciendo reír nuevamente a todos.

—Hay que enseñar a esta niña a compartir—comenta mi suegra divertida.

—Es raro porque con sus juguetes no tiene problemas en compartir, es de lo pocos niños en el jardín que los presta. Algo tiene con las galletas de mamá Tina que no te da una por nada del mundo—cuento.

—Ya ves mamá, mal acostumbraste a Mel, ahora estas comprometida de por vida con esas galletas—dice el señor Marcos.

—Para mí bisnieta, lo que pida—replica mamá Tina, viendo con adoración a mi hija que disfrutaba de sus galletas sin prestarnos atención.

—Pues la tendrá toda una semana para usted, recuerde que prometió cuidarla durante la convención.

Junio estaba a nada de llegar y con él, la convención anual de comercializadoras, usualmente iban solo mi padre o solo mi suegro pero este año nos tocó ir a los tres y ni bien lo mencioné, mamá Tina se ofreció a quedarse con Mel.

Comenzando De Nuevo ©Where stories live. Discover now