「¿Hermana de quién?」|Nueva Versión| [EDITANDO]

Capítulo 16

ANTES DE LEER: (?)

He llegado a mi lindo país y a mi linda ciudad, por lo que ahora si actualizaré cada dos días como he estado haciendo, y tengo dos preguntas que quiero que respondan (dah) ahrr, digo, que son obligatorias (?):

#: ¿Irelia x Azusa? Ah, digo, ¿Les gustaría que Irelia se quedase con Azusa? xD. Si tu respuesta es no, ¿Con quién? ah.

#: Según vosotras, ¿Irelia se curará de la enfermedad?

Por cierto, esto llegará hasta el capítulo 20, calculo yo y habrá un epílogo. Por cierto, el final será obviamente diferente y depende de si es bien aceptado, habrá segunda temporada, quien sabe. (?)

••

Caminé tranquilamente viendo los árboles cafés con las hojas caídas. 

Me sentía débil, pero no quería estar en la mansión mientras estuvieran mis hermanos tratando de investigar que me pasaba. 

Sentí que me seguían, por lo que me di la vuelta, sin ver a nadie. 

Volví mi vista al frente, había un grupo de chicas a metros de mi, iba a pasar por su lado, pero me impidieron el paso. Fruncí el ceño e intente pasar por el lado, pero me lo volvieron a impedir. 

Tres contra uno no es justo. 

 —Quiero pasar —dije molesta. 

La de al medio lanzó un golpe a mi cara, lo esquivé rápido. 

Joder, no me puedo teletransportar. Y no quería peleas ahora. 

—¿Qué mierda te pasa? —pregunté esquivando sus golpes, las dos a su lado simplemente miraban. 

—Todo es por dinero, linda —sonrió. Es una maldita demonio. 

¿Dinero? ¿Tan lejos habían llegado las locas por mis hermanos? 

—Me dijeron por ahí que andabas de puta con cierto Mukami. 

Vaya...

—¿De puta? —pregunté—, puta sería la que te pago para pegarme, y estúpida también, los demonios no le pueden ganar a los vampiros. 

—Estas débil. 

Una de las chicas intentó hacerme una zancadilla, pero lo vi y en un movimiento rápido, lloraba en el piso con sangre saliendo de su nariz. 

Bendito sea el día en el que Subaru me enseñó a defenderme en caso de que alguno de mis hermanos hiciera algo. 

La gente empezó a mirarnos por los gritos de la chica esa. 

—A no, con ella no te metes —la otra chica logró hacerme la zancadilla y caí hacia atrás, la que me había llamado puta se tiró encima mío tirando golpes a cualquier lugar.

Duele, pero no lograrás hacerme enojar, querida. 

Perdón.