↬ IV

8.3K 658 33
                                    

La cena ya había terminado, mis manos comenzaron a sudar, había llegado la hora de ir al laboratorio de Reiji, tenía miedo. ¿Cómo no tenerlo? Descubriría que tenía al fin.

Subí al segundo piso lentamente, la habitación se encontraba algo apartada de todas las otras.

Me acerqué a mi hermano que solo se limitó a decirme que me sentará y a hacer cosas raras. Finalmente, no hizo nada más que sacarme sangre y otras cosas.

—Terminé. Mañana sabremos lo que tienes —dijo con un tono serio y sin mirarme.

—Reiji, mírame —pedí sabiendo que estaba reprimiendo lo que sentía y se dio la vuelta mirándome con una ceja alzada, como suponía, estaba completamente serio, me acerqué y dibuje una sonrisa en su boca—, sonríe, no es como si fuera a morir.

Salí sin mirar atrás, sabía que lo había dejado algo confundido. Caminé a pasos cortos y lentamente entré a mi habitación, encontrándome con Kanato.

Iba a preguntarle el porqué estaba ahí, pero empecé a toser, esta vez no salió sangre, por lo que solo entre en el baño y me lave las manos.

—No quiero que mueras —soltó directamente, lo miré a través del espejo, estaba parado en el umbral de la puerta.

— ¿A qué te refieres? —pregunté cerrando la puerta del baño y sentándome en mi cama.

—Toses demasiada sangre, aún cuando ahora no lo hiciste.

—Kanato —le llamé—, no me voy a morir, puede que parezca más débil que ustedes, pero no lo soy.

— ¿Qué me garantiza eso? —alzó una ceja.

—Eh... —miré la habitación pensando en algo—. No te pudo garantizar nada. Pero olvida eso y has de cuenta que no estoy enferma.

Eso pareció no gustarle.

—Venga, Irelia, toses todo el día. No puedo olvidar que tienes una enfermedad que de seguro no tendrías si hubiésemos estado pendiente de ti en vez de ignorándote.

—Que pesimista —gruñí girando los ojos y acostándome en la cama dándole la espalda.

—Odio que me den la espalda y me dejen hablando solo —comentó enojado apareciéndose delante mío acostado.

—Lo sé —reí abrazándolo, eso pareció tomarlo por sorpresa—. Duerme aquí hoy. —Pedí como en los viejos tiempos, cuando dormía con Subaru o Ayato.

Se demoró en contestar.

—Claro —sonrió.

No me percaté en el momento que me dormí, pero me desperté con el sol impactando contra mi rostro. Me levante rápido y cerré las malditas cortinas.

—Puede que no me afecte tanto el sol, pero duele un mundo —murmuré viendo que Kanato dormía todavía.

Silenciosamente, agarre un vestido al azar y mis botines negros con un poco de tacón. Me metí el baño y me cambié.

—Dios mío, mira que largo tienes el pelo —dije dándole la espalda al espejo y girando mi cabeza para ver hasta dónde llegaba, cerca de mi cadera.

Salí del baño y miré a Kanato, se había dado la vuelta y abrazaba a Teddy.

—A veces pienso que lo quiere más a él que a nosotros.

Salí de mi cuarto cerrando la puerta con cuidado de no hacer ruido y me dirigí al laboratorio de Reiji.

Estaba sentado en la silla sin los lentes.

「¿Hermana de quién?」|Nueva Versión| [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora