↬ II

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Me sentía con total libertad de interactuar libremente con mis hermanos, y me armé de valor para  quitarle a Kanato un chocolate de las manos y luego correr.

Estábamos en descanso todavía, y como él había sido el primero en hablarme, decidí tomarme la libertad de quitarle su chocolate y ahora corría evitando chocar con los estudiantes.

Era más rápida que Kanato, por lo que tenía algo de ventaja, pero si lograba atraparme, estaba muerta. Sin contar que podía aparecerse frente a mí si quisiese.

—¿Qué pasa, Sakamaki? —Grité deteniendo un poco mi paso, me miró con odio.

—¡Espera a que te atrape! —Gritó de vuelta.

Reí y volví a mirar hacía adelante, y seguir corriendo, pero choqué con alguien. Que novedad.

—Lo siento —me disculpé.

—Sakamaki —nombró mi apellido. Levanté mi vista, era el mismo chico con el que había chocado ayer.

—¿Quién eres? —Pregunté retrocediendo un poco. Me incomodaba la idea de que supiera mi apellido sin yo saber nada de él.

—¿Quién soy? —Preguntó a la vez que sonreía—. Mukami.

—¡Irelia! —Gritó otro chico, no pude ver nada porque al momento de darme la vuelta me abrazó, pude ver varias miradas de féminas mirarme con odio.

—Suéltame —pedí intentando alejarme, en vano.

—¿Qué haces abrazando a mi hermanita, Kou? —Preguntó alguien, a quien rápidamente reconocí como Laito.

¿Así que Kou, eh?

—Cuenta como mi hermana —Respondió el tal Kou apretándome más hacía si. Ahora más chicas nos miraban.

—¿Estás enojado, Laito? Quizás quieras golpearme —habló el chico con el cual había chocado. No me agradan los masoquistas.

—Caballeros, no creo que quieran armar una pelea frente a tanta gente —reconocí la voz de Reiji, debe de estar apuntando a los estudiantes mientras se arregla los lentes.

Mire al mismo grupo de chicas que me miraban mal desde que Kou había dicho mi nombre, seguían mirándome así, o quizás peor, si es posible.

Vi a un chico alto y con el cabello marrón caminar hacia nosotros masticando algo.

—Oye, Kou, suéltale ya —dijo golpeando la cabeza de Kou, éste último me soltó sobándose la cabeza.

Una mano agarró la mía y me tiró hacía si. Me di la vuelta para mirarla.

—Nos volveremos a encontrar, Lia —abrevió mi nombre, se inclinó un poco e hizo que nuestros labios se rozaran, me quedé helada sintiendo como otra mano me tiraba hacía sí y me ponía detrás de la persona. Kanato.

—No la vuelvas a tocar, Azusa —soltó en un gruñido.

El timbre sonó y dejamos de ser el centro de atención. Volví a mi clase lentamente, estaba en shock.

¿Por qué ese chico, llamado Azusa me besó? ¿Por qué Kou me abrazó? ¿Cuento como su hermana? ¿Quiénes son ellos?

Lo único que sabía era que uno se apellidaba Mukami.

Volvió a sonar el timbre, que anunciaba que las clases habían terminado. La chica que se sentaba en frente se dio la vuelta y me miró con una sonrisa.

Oh no.

—No te creo nada, Liu, ¿Cuál es tu verdadero apellido? —Preguntó.

Y aquí vamos con lo mismo.

—Deathson, linda —respondí sonriendo.

—Se que no es ese —gruñó dejando de sonreír—, los Sakamaki no dicen eso. Han armado la grande hace un rato.

Me levanté dejando mi bolso en la mesa y arreglando mi uniforme.

—Yo no he armado nada, Woods —respondí al cabo de un rato.

Momoi Woods podía ser muy molesta si se lo proponía. Ha sido mi compañera de clases desde siempre, y había estado detrás de mi hermanos también, ya conocía un poco como era.

—Lo que digas, sólo quiero saber tu maldito apellido —arregló un poco su cabello.

—Cariño, tiempo al tiempo —agarre mis cosas y salí del aula.

Nada más crucé la puerta, comencé a toser, no tan fuerte como para que despierte la preocupación en las personas, pero si lo suficientemente como para que salga sangre, saqué un pañuelo que tenía en mi bolsillo, cortesía de Ayato, y tapé mi boca con el.

—Ruki, Azusa la besó —reconocí la voz de Kou, pero no lo vi por ningún lado.

—¿Me quieres golpear, Kou? —preguntó Azusa.

—Nunca te golpearía —afirmó de inmediato—, pero no puedes andar besando a alguien que es como tu hermana.

—¿Irelia? —me llamó Shu, me di la vuelta y escondí el pañuelo detrás de mi espalda, que genio soy, es vampiro, huele a kilómetros la sangre.

—Dime —le sonreí.

—Ya llegó el auto —dijo y caminamos hacía el auto.

Al avanzar tan solo unos minutos, me di cuenta que todos dentro del auto estaban enojados, nadie dijo nada, como era costumbre, Kanato ni hablo con Teddy, que era lo raro.

Nada más llegar a la mansión, me metí en mi habitación y me puse pijama. Me tiré en la cama y al segundo sentí un peso al lado, me volteé y vi a Ayato.

—¿Qué haces aquí? —Pregunté con una tímida sonrisa.

—Dormiré contigo, pequeña —respondió mirando hacía arriba.

—Eso es raro, ¿Por qué? —Volví a preguntar.

—Mañana viene una humana —comentó haciendo una mueca—, es la nueva novia.

No quiero ni recordar que hizo Kanato con la anterior, y la anterior a esa, y la anterior a esas dos.

—Me quitará la atención de ustedes —bromeé.

Ore-sama nunca dejará de prestarte atención —amaba cuando se decía así mismo eso, no sé, me daba risa.

—Como digas —dije entre bostezos antes de dormirme.

A la tarde siguiente, no estaba Ayato en mi cama, así que me levante y bañe. Después de casi media hora secándome el cuerpo y el pelo, me puse lo primero que vi, un vestido victoriano negro con botines del mismo color con un tacón no tan alto, no estoy acostumbrada a esas cosas, y llegaba hasta el tobillo.

Comencé a toser, por lo que volví al baño para no ensuciar nada y aproveche de lavarme de nuevo.

Baje las escaleras al ritmo de una canción al azar. Nada más llegar al último escalón levante la vista con una sonrisa, sintiendo el olor a la sangre de la humana parada en frente de mi, quien miraba curiosa el lugar y ni se había percatado de mi presencia, claro, no respiro y mi corazón no palpita.

Tenía el cabello rubio y uno ojos rosados, bastante inusuales por estos lares. Su ropa no me gusto nada, era como muy de niña, en vez de mujer.

—Has de ser la chica —dije bajando el último escalón—. Soy Irelia Sakamaki.

—Yui Komori —sonrió.

Bufé, su olor me molestaba un poco.

—Antes que pase lo mismo que con la anterior novia, te explicaré —dije tomando su brazo, ni loca tomó su mano, y guiándola hasta el sillón, yo me senté en frente—. Estás en esta mansión para ser la novia de uno de mis hermanos, no es ninguna equivocación, y te aconsejaría no sacar tu celular en toda tu estadía aquí —sonreí—, y somos vampiros.

—¿Qué? —preguntó al segundo que todos mis hermanos aparecieron en la sala.

Reí. Su cara era un poema.

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「¿Hermana de quién?」|Nueva Versión| [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora