Capítulo 11

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Enganchó su brazo con el mío y caminó arrastrándome como si fuésemos amigas de toda la vida.

—¿Qué mierda te pasa hoy? —pregunté bastante cabreada.

—Pasa que ayer no viniste y una duda me asaltó —respondió parando de caminar.

—¿Una duda te asaltó? —pregunté—. O sea, una duda —hice un signo de interrogación con mis manos—, te asaltó —hice la forma de una pistola y disparé.

—No jodas, Liu —dijo y estallé en risas.

—Y dime —puse mi mano en mi estómago—. ¿Te hizo algo malo esa duda? Hay que tener cuidado con ellas.

—¡No mames! —gritó—. Dios, no pareces tan infantil. En fin, ¿Qué paso con la rubia?

—¿Cuál rubia? —pregunté volviéndome seria. Uh, que cambiante—. ¿Shu, Kou?

—Madre del señor hermoso que mando a Lucifer al infierno —golpeó su frente con su mano—. ¿Dónde está la hermana de los Sakamaki que es igual de seria que Subaru?

—Ya, amargada —giré los ojos—. ¿Komori?

—¿Se apellidaba Komori? —preguntó—. Como sea, ni ayer ni hoy los vi con ella.

—No sé, desde ayer que no la vemos —respondí sin darle importancia.

—¿Sabes? Noto algo raro en ella, como si no fuese solamente humana —comentó llegando a la salida de la escuela.

Es verdad, la sangre de Yui es diferente, y eso no quiere decir que la haya tomado, no, me repugna el hecho de tomar la sangre de una mujer; pero digamos que cuando la chica tropezó y cayó al suelo, haciéndose una herida en la rodilla, el olor a la sangre inundó toda la mansión.

—Debe ser especial —me encogí de hombros desinteresada—, Tougo dijo que no la mataran.

—¿No te importa? —preguntó.

La humana no, siempre veía a chicas venir y morir a manos de mis hermanos.

—Nada —respondí soltando mi brazo de su agarré al ver a Reiji—, nos vemos mañana.

No le di tiempo de responder y trote hacia el segundo Sakamaki.

—Tengo que decirte algo que no te va a gustar —comentó caminando a mi lado hacía el auto, fruncí el ceño.

Me subí al auto y él detrás de mi, creo que está esperando a que lleguen los demás, creo.

—Tienes que dejar de ir a la escuela, por lo menos una semana —dijo acomodándose los lentes.

No era fanática de la escuela, pero odiaba perder clases, y él lo sabía.

—¿Por qué? —pregunté intentando sonar calmada, pero por dentro me estaba empezando a enojar—. Estoy bien, no he tosido en todo el día y tampoco he tenido algún mareo o dolor de cabeza, o siquiera fiebre.

—Tu enfermedad está avanzando demasiado rápido —me crucé de brazos mirando al piso del auto escuchándolo—. Me debí haber equivocado en algo con tus pastillas, dame una semana para darte una nuevas.

Subaru se volvió enojado hacía Reiji. Abrió la boca para hablar, pero hablé antes que él.

—No me mientas, Reiji —pedí—. Sé que esta enfermedad es difícil de tratar, sé que no te equivocaste en las pastillas, sé que tienes que hacer unas más fuertes...

Ni siquiera había levantando la mirada para decírselo.

—... sé que puedo morir.

Ayato, al segundo que lo dije, tomó mi cara con ambas manos y me miró fijamente. Vi detrás de él, Laito estaba con una expresión para nada a gusto porque Ayato lo sacó de su sitio a mi lado.

「¿Hermana de quién?」|Nueva Versión| [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora