Capítulo 28: La carta de Werner

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Un canto fúnebre llenaba el aire. Era lo único que se escuchaba en el monasterio, mientras los primeros centelleos del alba despuntaban en el horizonte.

Kyrie eleison...

Xristos eleison...

Kyrie eleison...

Lara salió por la trampilla. Esta vez era Minos quien la ayudaba a caminar, porque aún estaba mareada por la experiencia mística. Al ver al grupo de monjes arrodillados en el centro del claustro, cuyas paredes y plantas estaban carbonizadas como si hubiera habido un incendio, frunció el ceño.

- ¿Qué estáis haciendo?

- Rezamos el oficio de los muertos. – explicó Nikos, levantándose – Hemos perdido al guerrero Lux Veritatis.

Minos soltó un grito de consternación.

- ¡No puede ser! ¡El ritual se cumplió! La señorita Croft...

- ¿Qué ha ocurrido? – interrumpió ella con voz autoritaria.

Nikos la miró, dubitativo.

- Él dio muerte al Nephilim. Le hundió el puñal en el corazón. Pero ese demonio aprovechó sus últimos estertores para arrastrarlo consigo.- señaló hacia la ventana, aún con salpicaduras de sangre albina – Ambos cayeron al vacío.

Lara dio media vuelta y se alejó a grandes trancos.

- ¿Adónde vas? – dijo Minos.

- A buscarle.

Los monjes se miraron.

- ¡Se ha vuelto loca! – dijo uno - ¡Nadie sobrevive a esa caída!

- Él puede hacerlo.- insistió Lara con voz fría y serena.

Nikos y el abad fueron tras ella.

- Hija mía.- le dijo Minos dulcemente – Compréndelo. No llegaste a tiempo. Todo lo que has hecho ha sido muy noble y muy valiente, pero es mejor dejar reposar a los muertos.

Lara se giró bruscamente y clavó sus ojos en él. Minos retrocedió, intimidado. La mujer estaba tranquila, sosegada, iluminada. Algo le dijo al abad que tenía razón, que no estaba loca después de todo.

- Tanto si os gusta como si no, voy a buscarle.- dijo Lara con determinación – Si está muerto le enterraré. Nadie está obligado a seguirme.

Y se alejó rápidamente, en dirección a la salida. Allí se despojó del hábito (llevaba debajo sus ropas de exploradora) y empezó a descender por la roca.

Nadie intentó detenerla.

*****

Le pareció que el descenso duraba horas, pero al final llegó al fondo de la sima. Allí, entre agudas piedras, encontró el cadáver de Karel, destrozado por el impacto. La empuñadura del Fragmento aún sobresalía de su pecho.

Y allí, a su lado, yacía Kurtis. Intacto.

Lara se inclinó sobre él. Extendió una mano temblorosa y comprobó su pulso.

Respiraba. Estaba vivo.

Soltando un suspiro de alivio, Lara se sentó sobre sus talones. Luego se fijó en que una quemadura le había deshecho el tatuaje del hombro. El símbolo de Lux Veritatis estaba distorsionado. Le apartó el cabello de la frente y le acarició el pómulo. Luego bajó la mano y recorrió su cuello, para acabar deslizando su mano por un brazo sucio de una mezcla de sangre roja y blanca.

- No es ético abusar de un herido.- oyó que decía una voz.

Lara retiró bruscamente la mano. Kurtis había abierto los ojos y sonreía con aquella mueca cínica tan suya.

Tomb Raider: El Sello ÁureoWhere stories live. Discover now