Capítulo 9: El manuscrito

134 13 2
                                    

Gunderson le retorció el brazo un poco más. Lara había dejado de debatirse, porque con ello sólo conseguía aumentar el dolor. Apretó los dientes.

- Creo que no te ha oído aún.- murmuró Gunderson.

- ¡Vete al carajo! – gritó ella.

- Ya veo. Bueno, pues como la señorita se resiste a hacer venir a su amigo, habrá que usar un método más convincente.

Llamó a un mercenario. Éste, siguiendo las instrucciones de Gunderson, desenfundó el machete del muslo de Lara y lo acercó a un pequeño foco de fuego que había sobre una silla. Casi toda la pared ardía ya, por lo que Gunderson arrastró a su presa junto a la ventana. No abandonaría la sala antes de que fuera estrictamente necesario.

En cuanto al mercenario que se había quemado, hacía rato que había salido huyendo envuelto en llamas.  Gunderson dudaba que pudiera haberse salvado.

El otro mercenario sacó el machete, cuyo filo ahora estaba al rojo vivo.

- Bueno, señorita Croft – añadió Gunderson – veremos si luchas igual de bien con un solo ojo...

El mercenario acercó la hoja incandescente al rostro de Lara.

Pero no llegó a cegarla.

Un objeto silbante y de un fulgor semejante a las llamas pasó entre ellos con tanta precisión que amputó limpiamente la mano del mercenario, salpicando de sangre en la cara de Lara.

El mercenario empezó a gritar, mirando alternativamente el muñón sagrante en que acababa ahora su brazo y la mano tirada en el suelo, aún aferrando el machete.

Gunderson soltó a Lara, estampándola contra la pared, y se tiró al suelo para esquivar un nuevo giro del mortífero Chirugai, que estuvo muy cerca de cercenarle el cuello.

El disco regresó de inmediato a la mano de su dueño, que estaba plantado en la puerta. Los ojos parecían arderle junto  con las llamas que impregnaban la habitación.

- Volvemos a vernos, Trent.- dijo Gunderson.

Lara se limpió la sangre del mercenario a manotazos, asqueada. Se levantó, aún aturdida por el golpe, y recogió el machete.

- Me parece que te has quedado sin hombres.- dijo Kurtis, viendo al mercenario mutilado salir huyendo por la puerta.

- Bajas de guerra.- dijo el otro – Sois vosotros los que estáis en desventaja.

- Yo no diría tanto. No puedes matarnos. El monstruo para el cual trabajas nos quiere vivos a los dos.

- A ti no, Trent. Sólo la quiere a ella.

Lara se colocó al lado de Kurtis, esgrimiendo el filo incandescente, a pesar de que aún tenía el brazo dolorido.

- Si me matas, Karel morirá. Sólo quedamos uno de cada bando. ¿O tu jefe no te ha contado la historieta?

Gunderson soltó una carcajada.

- Él conoce la Verdadera Opción. Te aventaja y no morirá contigo, estúpido.

Lara los escuchaba en silencio, con el ceño fruncido, mientras iba atando cabos.

- Si la conociera ya se habría hecho con ella.- dijo Kurtis, señalando a Lara con un gesto de la cabeza- Tampoco sabe nada.

Lara intervino entonces:

- ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Esto va a arder por los cuatro costados!

Y era cierto. El mobiliario, pese a ser antiguo y de madera, había aguantado bastante bien, pero ahora las llamas se habían propagado y el calor era insoportable, además de que apenas se podía respirar.

Tomb Raider: El Sello ÁureoWhere stories live. Discover now