Capítulo 2: La arqueóloga turca

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Turquía. A caballo entre Oriente y Occidente, su ciudad principal, la más hermosa, había cambiado de nombre tres veces: de Bizancio a Constantinopla, para luego volver a ser Bizancio, y en la actualidad era Estambul. Allí estaba Lara, tratando de pasar desapercibida entre la multitud, cosa imposible en ella, pues si ya llamaba la atención entre los occidentales, tanto más allí.

Por ejemplo aquellas mujeres veladas, vestidas de negro, fulminando con la mirada a aquella descarada británica que se paseaba a su viento fresco exhibiendo su larga trenza oscura y su atlética anatomía. Toda una desvergüenza a ojos de aquellas honorables madres y esposas.

- No tendrá un hombre que le mande ser decente y la proteja.- refunfuñó una.

- ¡Ah! – suspiró la otra - ¡Qué lástima!

Lara, que lo oyó y por supuesto, lo entendió, se giró y les dedicó una despreocupada sonrisa, mientras pensaba: Viejas brujas. Las ancianas, escandalizadas por su actitud, escupieron en el suelo a su paso.

Lo cierto es que el pueblo turco empezaba a cansarse de las tradiciones. Unas cuantas personas se cruzaron con la exploradora y la miraron.

(...)

Prueba de esta paulatina liberación era la persona a la que Lara se disponía a visitar. Se llamaba Selma Al-Jazira, y era arqueóloga: ni llevaba pistolas ni hacía locuras; en este aspecto, Lara era especie única. Respetable miembro de National Geographic, que le subvencionaba las excavaciones en la región de Capadocia y experta en mitología hebraica y simbolismo satánico.

- La gran Lara Croft – dijo la joven arqueóloga, estrechándole la mano – Es un honor conocerla.

- Háblame de tú, Selma. Aún no estoy tan vieja.- bromeó ella. – Iré directa al grano: ¿has oído hablar de la Cábala?

Ella parpadeó, confusa.

- Por supuesto. Es la cosmología mistérica de la religión hebraica.

- No me refiero a esa Cábala. Me refiero a los que creen en el retorno del Nephilim.

Selma se quedó boquiabierta, y de inmediato hizo pasar a Lara, y ante su estupefacción, empezó a cerrar puertas y ventanas.

- Perdona, ¿nos están espiando?

- Aquí la Cábala es un secreto a voces. Todos lo conocen pero nadie habla de ello. ¿ Cómo sabes tú eso?

Lara meditó un poco. Finalmente, decidió que debía empezar a confiar en alguien si quería avanzar en la búsqueda.

- Déjame que empiece por el principio. ¿Conocías al profesor Werner Von Croy?

- Sí, trabajé con él hace un par de años.- dijo Selma – Otra gran figura de la arqueología. Fue asesinado hace poco, según oí.

Y de repente, palideció al recordar quién era sospechosa de su asesinato.

Lara levantó una mano.

- Antes que nada, déjame contarte la verdad. Todo empezó cuando Werner me llamó, aterrorizado, desde París, pidiéndome que fuera a su apartamento cuanto antes...

(...)

Selma escuchó todo el relato con la boca abierta y retorciéndose los dedos de vez en cuando. A Lara no se le escapó que, cuando mencionaba los nombres de los miembros de la Cábala, en incluso al propio Kurtis, parecía reconocerlos. Cuando acabó, se hizo un rato el silencio.

- No me crees, ¿verdad? – aventuró Lara.

- Sí, te creo.- dijo Selma – Todo lo que has dicho es verdad. Todo coincide con lo que llevo años estudiando... y con lo que ocurrió aquí. - entonces bajó la voz: - Hace unos meses, yo me hallaba trabajando con mis colegas en mi excavación en Capadocia, cuando encontramos algo bajo la arena del desierto. Una necrópolis Nephilim.

Tomb Raider: El Sello ÁureoWhere stories live. Discover now