Capítulo 15: Putai

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Era mediodía cuando salieron del baluarte. El retorno fue fácil, con la solícita guía de los esqueletos (Lara se sintió insultada al tener que seguir a un montón de huesos que trataban a Kurtis con el mayor de los respetos, y se puso hecha una furia cuando vio que las trampas no se activaban. Empezó a gritar algo de incluir a Kurtis en su inventario a partir de aquel momento para evitar quebraderos de cabeza en las trampas y acabó gritando algo de que su trabajo estaba siendo infravalorado y que así no había intriga ni emoción).

La luz del sol les hirió en los ojos cuando salieron. Jean, que estaba por allí supervisando el trabajo de los operarios, corrió hacia ellos:

- ¿Qué tal ha ido todo? ¡Sacge bleu! - dijo mirando a Kurtis - ¿Qué le ha pasado, señog Tgent?

Kurtis tenía media cara ennegrecida por la sangre coagulada.

- Cosas del oficio.- apuntó Lara- ¿Habéis instalado ya la enfermería?

- Sí, pog aquí.

La enfermería era otra de las tantas tiendas de campaña habilitadas. Al entrar en el baluarte, habían dejado atrás un páramo desolado por el siroco, y ahora había un auténtico campamento.

Kurtis rechazó la ayuda de la enfermera y empezó a curarse él mismo. Se limpió la costra de sangre y examinó la herida. Era bastante fea, hinchada y amoratada, por encima de la sien izquierda.

- Otra sarta de puntos.- determinó fastidiado, mirándose en el espejo.

- Deja que te ayude.- dijo Lara, acercándose.

Él se giró y la ahuyentó con un gesto de la mano.

- Quieta ahí, señorita Croft. Como colega eres muy competente, pero como enfermera resultas letal. Ya tuve bastante con la sesión de Brasov.

Se giró de nuevo hacia el espejo, mojó un algodón en alcohol y se lo aplicó a la herida. Ante la horrorizada mirada de Jean, empezó a coserse la brecha sin pestañear siquiera.

- Vaya, es un tipo dugo.- comentó en voz baja a Lara.

Ella frunció el ceño y dijo despreciativamente:

- Sí, muy duro. Duro de mollera, sobre todo.

Y dando media vuelta, abandonó la enfermería.

****

Lara acarició el Orbe. Había esta reproduciendo los símbolos en una hoja. No eran escritura. Tampoco jeroglíficos. Solo un mapa desordenado de símbolos que nada tenían que ver los unos con los otros. Símbolos místicos, religiosos, naturales...

El Ankh egipcio. El Nudo de Isis. El Ojo de Horus. La cruz cristiana. La media luna musulmana. El Ying y el Yang chinos. El ancla de Lux Veritatis. Los símbolos de los dioses paganos: Marte, Venus, Júpiter, Mercurio... La estrella judía. El Ojo hindú. El triángulo de los Illuminati. La esvástica de los celtas. El pentáculo de los luciferinos.

Los símbolos eran interminables y contrastados. Era una fascinante mezcla que desconcertaba a Lara. Por primera vez en su vida tenía en las manos un artefacto que contenía todos los símbolos de todas las religiones, cultos, sectas y mitologías que jamás hubiesen existido en la Tierra.

Lara cerró los ojos, abrumada. Kurtis tenía razón: no había fortuna en el mundo que pudiese comprar aquella maravilla.

Un Orbe universal, perfecto. Un Orbe indestructible. Un Orbe cuyo cristal podía matar a los ángeles...

- ¿De dónde has salido? - musitó, acariciando su rugosa superficie.

Era el sueño de cualquier arqueólogo o saqueador de tumbas. Era su sueño. El artefacto más bello que jamás hubiera existido.

Tomb Raider: El Sello ÁureoWhere stories live. Discover now