CAPITULO QUINCE

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(JENNELLE)

Me mire en el espejo, ¡lucía ridicula!, la ropa que Tom me había prestado me iba pequeña. Se trataba de un camisón que Simone había dejado olvidado ahí mucho tiempo atrás, el cual se había encogido por la ignorancia del padre de mi hija con la secadora. También me había puesto unas calcetas altas que Bill usaba para dormir cuando iba de visita.

Suspire sonoramente, tratando de no pensar demasiado en lo que estaba haciendo, para salir del baño, tirando de los bordes del camisón, a duras penas me cubría bien el trasero, era ajustado de los sitios más delatores y era raro andar por ahí, en la casa de mi ex novio para ser más exacta, con tan escasa indumentaria. Mi ropa estaba en la secadora y cuando estuviese lista me la pondría y me iría de ahí porque eso de estar en la casa de Tom era raro, aunque debía reconocer que él se había portado como un caballero hasta ese momento y las cosas no se habían puesto demasiado raras.

Anduve por el pasillo hasta la sala de estar, la casa de Tom era un tanto descuidada y desordenada, de una sola planta, con muebles que no combinaban necesariamente bien los unos con los otros... aunque cuando se casara su esposa se encargaría de remediar eso.

Apreté la mandíbula, sintiéndome estúpida porque eso, su inminente matrimonio, me molestara y tanto.

Me detuve en el umbral de la entrada de la sala, absorbiendo el panorama, Tom se encontraba sentado en el sofá mediano muy sumido en sus pensamientos, había un agradable fuego, el perro estaba recostado sobre la alfombra frente a la chimenea. Suspire y ese hombre al que yo había amado me miró de soslayo, sus ojos se abrieron grandes, recorriendo el área de mis senos y la porción de mis muslos desnudos antes de mirarme a la cara.

-Vaya, te ves...-Tom alzó ambas cejas, callando de golpe-esta nevando-el cambio de tema me descoloco, trague saliva-y prepare té negro, ¿aún es tu favorito?

Asenti, andando y tomando una humeante taza que me ofrecía, sentandome en el sofá pequeño Que se encontraba frente a donde se sentaba él. Había una frazada de estampado escocés doblada en el brazo del sofá, por lo que la tome y me cubrí las piernas y el pecho, haciéndonos un favor a ambos, no me pasaban desapercibidas sus miradas lascivas que se desviaban de mi rostro y recorrían mi cuerpo.

Bebí de mi té, el silencio sólo era roto por el crepitar de la chimenea y me dediqué a mirarlo también, vestía un pantalón de chándal a cuadros de color negro y una vieja y rota sudadera con capucha de color gris, su cabello aún estaba húmedo y me pregunté como se vería si se lo dejará caer en los hombros, después de todo yo sólo lo había conocido con sus rastas.

- ¿te sientes mejor?-cuestionó, mirandome a los ojos.

-Si, supongo que si-respondí, sintiendo como mi corazón se aceleraba por momentos ante su mirada.

- ¿puedes seguir contándome que paso hace ocho años?-quiso saber, alzando las cejas un poco, a la espera.

Suspire, asintiendo con la cabeza y dejando mi taza sobre una pequeña mesita alta que estaba a mi izquierda, para acariciar con mi índice el tatuaje en mi muñeca, me lo había hecho en el primer cumpleaños de Agnes.

- papá me golpeó tanto que pensé que perderia al bebé-comencé, sin mirarlo-después de eso me amenazó con encarcelarte-lo mire y su expresión se había vuelto de piedra-ya habías cumplido los 18 y yo seguía siendo una cría-Tom asintió, animandome a continuar-así que en lugar de llamarte y arruinar tu vida llamé a mi mamá y cuando mi papá se puso inconsciente a causa del alcohol me escapé...-dudé, recordando mi creciente pánico de ese día, el terror y el dolor no sólo físico que había experimentado-fui a tu casa y metí la nota por debajo de la puerta, tome un autobús, llegue a Berlín y jamás regrese ni hable con nadie.

Tom tragó saliva y bajó la mirada, aunque no me había pasado desapercibido que sus ojos se habían cargado de lágrimas.

-Así que estabas en Berlín-murmuró con la voz rota-fui a buscarte en una ocasión-mencionó, medio sonriendo-pero era como buscar una aguja en un pajar.

- ¿porque a Berlín?-cuestione, sorprendida y con el corazón latiendome acelerado en mi interior.

-Porque insistí con tu papá hasta que me dijo que tu madre quizás viviese en Berlín-me miró y la tristeza se filtró en sus cálidos ojos marrones.

-Oh, Tom-trague saliva, sintiendo un nudo horrible que me cerraba la garganta y me impedía respirar-perdóname.

Tom negó con la cabeza, tomando su humeante taza de encima de la mesita de centro frente a nosotros, mirándola con atención.

-hablame de nuestra hija-pidió, con una media sonrisa en los labios- ¿sabe de mi?

Mordi mi labio inferior.

-Ella sabe que te llamas Tom-mencioné-antes de que aprendiera a leer me preguntaba que decía en mi tatuaje-alce la mano tímidamente, mostrándole la cara interna de mi muñeca.

Tom alzó ambas cejas, dejando la taza sobre la mesita y poniéndose de pie, acercándose a mi y tomando mi mano para ver el tatuaje mejor.

-te tatuaste mi nombre-mencionó, mientras acariciaba con su pulgar sutilmente la piel donde su nombre se hallaba.

Asenti, sintiendo como un calor agradable y desconcertante me recorría la piel, eso no estaba bien, que él estuviera tan cerca...

-Si-mencioné, intentando apartar mi mano pero Tom la mantuvo en el mismo sitio-Agnes también tiene una fotografía tuya-él sonrió ampliamente y sus ojos casi se cerraron-la tiene pegada en el cabecero de su cama.

- un Tom Kaulitz de 17 años despreocupado y con el cabello con rastas-una risita divertida y breve Se escapó de su interior-fui tan feliz en esas épocas...-su voz murió mientras alejaba su mano de la mia-que tiempos

Asenti, no podía estar más de acuerdo, había sido tan feliz yo también, con él a mi lado no le pedía más nada a la vida.

El sonido de un teléfono celular rompió el momento, Tom busco la fuente del sonido con la mirada y se alejó de mi, tomando un iPhone de la mesita de centro.

-Hola mi amor-Frunci los labios, debía de estar hablando con su prometida.

I still loving youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora