Me pare en mitad de este. Di una vuelta sobre mi misma buscándolo con la mirada. ¿Era él? No imposible que haya sido él. Desapareció, incluso llegue a pensar que había muerto.

Marco me aparto de aparcamiento cuando el Volkswagen salía a toda prisa. Me fije en el asiento de atrás pero no me dio tiempo a verlo bien. Lo único que vi fueron sus ojos, marrones oscuros pero transparentes. Incluso me pareció verme reflejado en ellos. Tal y como los recuerdo.

"¿Qué coño haces?" pregunto alarmado. "Hey _____" chasqueo los dedos delante de mí.

"Nada" comente, había empezado a temblar.

"¿Segura?" volvió a preguntar.

"¡Que si joder!" grite exaltada. Me miro raro. "Lo siento" me abrazo.

"Samanta miente, lo sabemos, Cameron no es capaz de hacer eso" ojala estuviera así, pero me da igual lo que diga esa arpía. "No me vas a creer pero por ahí viene el rey" río y me separe para girarme.

Cameron venía a zancadas hacia nosotros. Me cogió de la cintura para darme un beso pero aparte la cara, ni siquiera sé porque lo hice. Me separe de él colocándome la mochila.

"Vine por ti" sonaba confundido. "Los chicos están en casa" hablo.

"Me va a llevar Marco, a mi casa" fui seca.

"Pero acabo de decir..."

"Y yo que me va a llevar Marco" negué con la cabeza. "¿Estas sordo acaso?" pregunte entrando en el coche.

Se quedo de pie confundido y miro a Marco buscando una respuesta.

Estuvieron hablando durante varios segundos. Hubo un momento en el que Cameron me miro y supe perfectamente para que era. Se había acostado con Samanta.

Mis ojos empezaron aguarse. El nudo de mi garganta cada vez dolía más y lo único que quería era gritar de impotencia.

Nunca me quiso, todo fue una mentira, sigo sola en este asqueroso mundo. No sirvo para nada. Parecía todo tan real, tan perfecto. Soy capaz de poner la mano en el fuego por él, pero ahora me doy cuenta de que lo único que consigo haciéndolo es quemarme más y más. Me estoy quemando el alma por cada vez que lo he defendido delante de mis padres, incluso de mis amigos. Pero todo fue mentira, nada era real, solo me utilizo. Nunca me quiso, todo lo que decía era mentira, ninguna de sus palabras, ninguno de sus regalos fueron por amor. Lo único que quería era jugar conmigo y lo consiguió. Jugo de la peor manera que hay y por haber. Me siento estúpida al haber confiado en él. Son todos iguales. Unos cabrones que juegan contigo para tirarse a la primera que aparezca. ¿Y yo? La idiota que cayó en su vil juego.

Marco le grito algo y arranco el coche.

"Llévame a mi casa" suplique entre lagrimas.

Marco aparco delante de esta y sin siquiera despedirme, baje corriendo. Toque el timbre repetidas veces y mi madre fue la que abrió la puerta. Me envolvió en sus brazos cuando me vio llorar.

"Mamá" solloce. Levanto mi cara con delicadeza dándose cuenta de que algo no iba bien.

"Vamos a mi cuarto cariño" asentí con la cabeza.

Mi madre no dejaba de acariciarme pelo susurrando que todo iba a estar bien. Estaba encogida en su regazo como si fuera una niña. La última vez que llore así fue después de la misa de Joshua, solo que por aquel entonces mi madre no tenía fuerzas para animarme.

"Cariño" me llamo y levante la cabeza. "¿Le vas a creer a esa chica?" me encogí de hombros. "Tienes que hablar con Cameron" me pidió. "Es un buen chico, no creo que sea capaz de hacer algo así" me acaricio la cara. "Pero no tiene porque ser ahora, espera unos días" confesó. "Voy a preparar un poco de café con esas galletas que tanto te gusta" asentí con la cabeza. "Sonríe" río. "Te vez horrible con el rímel corrido" desapareció por la puerta.

Todo es posible - Cameron Dallas y TuWhere stories live. Discover now