El Oasis (Gaara x OC)

Cabello castaño

Los días pasaban con calma en Konoha, se respiraba paz en el ambiente y era reconfortante oír las risas de las personas en la calle y los locales de comida. Aiko se había permitido salir por helados junto a Sakura luego de un agobiante día leyendo en la biblioteca de la Hokage y pretendía olvidar, solo por aquel momento, todas sus responsabilidades.

- ¿Has hablado con Gaara? – preguntó Sakura de pronto, mirando fijamente las flores de los árboles que les daban sombra.

- Hace tiempo le mandé una carta- reconoció Aiko, sonrojada- Pero por seguridad no lo hago a menudo. Y me da vergüenza que alguien las pueda leer.

Sakura rio y miró a Aiko con intensidad, sus ojos verdes fijos en los ojos marrones de la foránea.

- ¿Y si vas a visitarlo de sorpresa?

- ¿Pero qué dices? – rio Aiko, nerviosa.

- Es solo una idea...pero si él te extraña y tu a él, creo que es buena idea que se vean un poco ¿No crees?

Aiko se tomó ambas trenzas como hacía cada vez que estaba nerviosa y comenzó a juguetear con ellas. Sakura tenía razón, lo extrañaba y daría cualquier cosa por verlo en ese mismo minuto, pero visitar de sorpresa a un amigo era una cosa y visitar al Kazekage algo completamente diferente. Pero realmente lo extrañaba y sabía que la carta que había escrito medio presionada por Temari no era suficiente para ninguno de los dos.

- Además...- suspiró la kunoichi- Nosotros iremos a buscar a Sasuke en un par de días. Kakashi sensei y Yamato sensei irán también.

De eso se trataba entonces. Que cada "pareja" se reuniera a su manera. Sabía que los consejos de Sakura reflejaban su relación fallida son Sasuke, del cual aún no se tenían grandes novedades, salvo que había asesinado a Orochimaru.

Pobre Sakura. Aquello la hacía valor su conexión con Gaara, aunque fuese difícil debido a la distancia y sus cargos tan diversos, al menos tenía la convicción de que lo que sentía era mutuo y que podía verlo- en teoría- cuando quisiera.

Al día siguiente, sin necesidad de que Sakura insistiera más, emprendió el viaje hacia el desierto, sabiendo de que harían falta millones de desiertos como ese para alejarla de Gaara. Tomó una hoja de palma a modo de sombrilla y comenzó a caminar tarareando una canción sobre las flores y la primavera. Estaba entusiasmada.

...

Apenas era mediodía, pero estaba agotado. Papeleo, reuniones, entrenamiento, más papeleo. Qué iba a decir Naruto cuando descubriera que el rol del kage no era lucir genial en una capa blanca. Lo único que tenía despierto a Gaara en esos momentos era el jugo fresco de fruta y su nueva habilidad para sobre pensar. Matsuri, su pupila, se había comenzado a comportar de una forma extraña hace días y aquello le preocupaba.

Kankuro también había notado el cambio en la personalidad de la chica, pero lo único que hacía era reírse y pegarle codazos a Gaara, quien no entendía a qué se debía aquella actitud. Él era el mismo de siempre (casi) ¿Por qué ella no?

Estaba firmando el último documento pendiente cuando oyó la puerta crujir. Al ver unos mechones castaños asomarse sintió la ilusión de que se tratara de Aiko, pero se resignó al notar que solo era Matsuri.

- Mi lord...- habló con timidez- Hay algo que me gustaría decirle.

Gaara la miró fijamente. Se había peinado pulcramente la melena castaña y, al parecer, se había puesto un poco de perfume y brillo en los labios. No llevaba consigo ningún cuaderno, por lo que aquello que quería hablar seguro no guardaba relación con la academia.