Despedida

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Acordó con Temari la hora y lugar de partida y caminó a su habitación, cabizbaja. Lo único que la mantenía serena era saber que su misión había sido un éxito rotundo. Al ser rango S, además, Gaara se estaba comprometiendo a pagarle una cuantiosa suma que podría servir para ayudar a su familia. Aprovecharía la misión que iban a encomendarle para verlos. Incluso compraría regalos para sus hermanitos que de seguro habían crecido un montón durante su ausencia. Y le contaría a su madre cómo había ayudado en Sunagakure. Le daría las gracias también, después de todo, gracias a ella y a su padre era que sabía tanto sobre agricultura.

Pensando en ellos con añoranza comenzó a doblar sus ropas y a guardarlas en el morral que había llevado con ella meses atrás. Por suerte no era mucho. Sus cuadernos tampoco pesaban tanto y, si era cuidadosa, cabrían todos sin problemas. Miró la habitación, de un hermoso color crema y rodeada de las plantas que Gaara había dejado para ella, las cuales habían crecido hermosamente. Qué hubiera dado para ser capaz de llevárselas todas a su casa, pero era claramente imposible. Además, aunque estuvieran en la habitación que se le había asignado, no significaba que fueran de su propiedad. Sin embargo, tomó una hoja de cada una y las guardó cuidadosamente entre uno de sus cuadernos, a modo de recuerdo. Con las que tenían flores, se haría una nueva corona para el viaje de vuelta, aunque esperaba no tener que usarlas, ya que eso significaba hacerlas estallar y no quería dañarlas.

Cuando terminó de ordenar, se lanzó a la cama y se durmió con facilidad. Estaba exhausta. Algunas horas más tarde, con el sol oculto tras las dunas y la luna brillando con timidez en la lejanía, unos golpes en la puerta la despertaron. Algo aturdida, abrió la puerta y se encontró con Gaara, que la miraba apesadumbrado.

- ¿Estás bien? – le preguntó, visiblemente preocupado- Perdón si te desperté- añadió, al notar los ojos semicerrados de Aiko y sus trenzas desordenadas.

- No importa, pasa- contestó la kunoichi, haciéndose a un lado.

- ¿Estás segura? – preguntó Gaara con las mejillas sonrosadas. Habían estado solos un montón de veces, sin mencionar la vez en que se habían besado por primera vez en sus propios aposentos, pero entrar a la habitación de la chica le parecía inapropiado.

Por toda respuesta, Aiko le tomó la mano y lo hizo pasar, cerrando la puerta tras ellos. Si alguien los había visto o no, ya le daba igual. Que pensaran lo que quisieran de ella, nada iba a dolerle más que la acusaran de traidora. Sin soltarlo, se sentó sobre la cama y esperó a que Gaara hiciera lo mismo. Estuvieron sentados en silencio con las manos tomadas un buen rato hasta que el pelirrojo se animó a hablar.

- Le pedí a Kuta que abandonara el consejo. Ya te había dicho que no toleraría que te faltaran el respeto- Aiko solo negó con la cabeza, pero Gaara no lo notó y continuó hablando- Y gracias por haber investigado sobre los Arashi y ayudarlos. Como mi padre nunca los había mencionado, ni siquiera se me había ocurrido hacer algo por ellos. Eres increíble.

Los ojos marrones de Aiko se llenaron de lágrimas, por lo que miró hacia otro lado, pero esta vez Gaara si lo había notado. Con su otra mano, tomó la mejilla de Aiko y con suavidad la obligó a mirarlo.

- Nadie va a volver a tratarte de traidora, Aiko, sino como la heroína que eres. Te lo prometo.

- Pero Gaara- gimió Aiko. Quería decirle que se iría, que aquel momento debía ser para despedirse, pero no podía. No quería.

- Eres la chica más genial que conozco- continuó Gaara- Nunca me tuviste miedo y siempre quisiste ser mi amiga. Y eres más poderosa de lo que crees. Lo mejor de todo es que tienes un buen corazón, Aiko.

Aiko apoyó su cabeza sobre el pecho de Gaara y comenzó a llorar. El chico, algo sorprendido, la abrazó con fuerzas y apoyó su nariz sobre el cabello de ella, el cual, como siempre, olía a flores.

El Oasis (Gaara x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora