El examen chunin: segunda parte

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Antes de comenzar la segunda prueba, un grupo de tres pequeños se acercó al chico gritón de antes- Naruto- y comenzó a hacerle unas preguntas. Anko, la ninja encargada de la prueba, permitió un descanso de diez minutos para que aquellos pequeños pudieran hacer una entrevista para una tarea de su academia. Como único grupo del País de las Verduras, Aiko y compañía fueron ignorados, por lo que aprovecharon el receso para conversar.

- El que sea un bosque nos da bastante ventaja- dijo Genki, jugando con el único mechón de pelo que siempre sobresalía sobre su frente.

- Pero no le llaman El Bosque de la Muerte por nada- agregó Kazuo, con su voz calmada- No debemos confiarnos ni tentar a la suerte.

- Pero está bien confiar en nuestras capacidades- refutó Aiko- Eso nos dará un impulso para salir adelante.

Su charla fue interrumpida por las burlas de Naruto a la examinadora, quien no dudó en lanzarle un kunai con la precisión justa para solo rasguñarle la mejilla y darle una lección. Una joven extraña de sombrero de paja y largo cabello negro le extendió el kunai con la lengua a Anko y luego se retiró a paso pausado. A Aiko y varios más, aquella ninja de la Hierba les causó escalofríos, muchos más que el bosque mismo ante ellos.

Luego de las últimas explicaciones de Anko sobre las reglas del examen, a todos se les entregó una hoja de consentimiento y luego se llamó a cada equipo para entregarles los pergaminos del cielo y la tierra, los cuales debían conseguir y proteger para llevarlos a la torre del centro del área de entrenamiento en un plazo de cinco días.

A las dos y media de la tarde, con el sol quemando con intensidad y con una tibia brisa que apenas mecía las ramas, las puertas se abrieron y la prueba comenzó. En menos de seis minutos, los primeros gritos de horror comenzaron a tronar por todo el bosque, poniendo nerviosos a los participantes más jóvenes y alegrando a aquellos ninjas más sádicos, como la misma Anko, que sin ser malvada, ya comenzaba a divertirse desde afuera.

Aiko, Genki y Kazuo comenzaron a correr más rápido, esquivando las ramas y las raíces con agilidad. Si se topaban con insectos demasiado grandes, preferían evitarlos para ahorrar armas, aunque con Aiko, eso nunca sería un problema dentro de ese bosque. La joven no solo había aprendido a transformar las flores en shurikens, sino que también las hojas de los árboles y de cualquier planta que estuviera a su alcance. Era toda una promesa y una digna futura guarda espaldas de los gobernantes del País de las Verduras, aunque eso no era precisamente en lo que Aiko quería desempeñarse.

Aunque aún era de día, gracias al espeso follaje del bosque, cada vez era más oscuro y solo por uno que otro rayo de luz que era capaz de colarse entre las hojas, los ninjas aún sabían que era de día. Aiko y Kazuo comenzaron a buscar bayas comestibles mientras Genki, que era el que mejor vista tenía, observaba con atención los a los rededores para avisarles apenas viera acercarse a un enemigo.

- Hay tantas plantas diferentes que es difícil reconocerlas- comentó Kazuo, mientras seguía seleccionando bayas maduras y que sabía que podían comerse.

- El que la mayoría sean venenosas lo hace peor- asintió Aiko, quien dejó las bayas a un lado para cortar con uno de sus kunai unas ramas de un extraño arbusto y guardarlas en los dobleces de un pañuelo.

- ¿Qué haces? Tu misma me dijiste que aquellas plantas eran venenosas hace dos minutos- protestó Kazuo.

Aiko lo miró y miró el pañuelo ahora repleto de yerbas extrañas, entre ellas ortiga y tejo, y fijó la mirada en los ojos oscuros de su compañero.

- Creo que pueden ser útiles. Hay que usar el bosque para nuestro bien de todas las formas posibles.

- ¿Acaso quieres envenenar a la gente? – preguntó.

El Oasis (Gaara x OC)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang