LUCA

63 5 1
                                    

Me quedo frente a su puerta sin poder moverme. O no, sin ganas de moverme. Eso es.

Desde que la he vuelto a ver, no hago más que pensar en ella y en que la cagué, pero es que ese día... Ese día que se marchó era...

Joder, si me dolió.

Exhalo y me doy por vencido, no va a salir. Regreso a la fiesta y Gemma ya no está allí, se ha ido enfadada conmigo porque no he podido apartar la mirada de Anna en cuanto puso un pie en esa alfombra roja y comenzó a caminar hacia los novios con los anillos en las manos. La vi preciosa, como siempre.

Va diferente. Está tan... tan cambiada. Su mirada es penetrante y le brillan los ojos, como nunca. Antes sí le brillaban, pero aun así, ahora tiene un brillo diferente.

Voy hacia la pista, donde se encuentran los novios aun bailando y pasándolo increíble.

  —Me largo —le toco el hombro a mi amigo.

  —Estás de broma —nos apartamos a un lado.

  —No, necesito irme a casa —miro hacia el hotel.

  —No sabía que venía —Marc apoya una mano en mi hombro—. De verdad no lo sabía, fue una sorpresa para todos.

  —No pasa nada.

  —Han hablado ¿verdad?

  —No, ni siquiera me quiso escuchar —bajo la mirada a mis pies—. La he cagado tío, no cumplí con lo que le dije aquel día.

  —Pasaron cuatro años, tampoco es tu culpa que no haya dado señales. Ni siquiera te ha escrito un puto mensaje en todo ese tiempo —me hace mirarlo. Claramente, va un poco borracho y está bien, es su noche.

  —Está bien, me largo. Disfruta del resto de la noche —le doy una palmada—. También debo hablar con Gemma, estoy jodido.

  —La actual y la ex en un mismo sitio, vaya lío —mi amigo lanza una carcajada.

  —Gemma no es mi actual, no somos nada —le aclaro—. O solo amigos.

  —Yo no me tiro a mis amigas, tío —se ríe.

  —Tú estás casado —miro hacia Mel—. Y borracho, así que deja de hablar y vete a disfrutar.

Me despido de Mel y de unos cuantos amigos y espero el Uber, no traje mi carro porque pensaba tomar y ponerme al palo de alcohol esta noche, pero no fue así.

Localizo al conductor y me tumbo en el asiento de atrás, apenas saludando a la persona que maneja. No estoy muy lejos de mi piso, así que en menos de diez minutos me encuentro ingresando al edificio y llamando al ascensor. Estoy desesperado por llegar a mi cama y dormir durante una semana sin pensar en nada, pero esas ganas tendrán que esperar porque, cuando el ascensor llega hasta la planta donde se encuentra mi apartamento, ella está ahí, de pie a un lado de mi puerta. Aún lleva la ropa del matrimonio y juega con sus uñas sin levantar el rostro.

  —Tenemos que hablar, ¿no? —su voz sale ronca.

  —Sí, eso creo —saco mis llaves del bolsillo y me adelanto a abrir la puerta—. Pasa —me hago a un lado.

Ingresa y mira todo el apartamento, yo cierro la puerta detrás de mí y quiero hablar, pero ella lo hace primero.

  —¿Por qué nunca me miras a mí como la miras a ella? —gira y se queda frente a mí.

  —Gemma... —me aclaro la garganta—. Es diferente, ella fue...

  —Nos conocemos hace años, Luca —se le quiebra la voz—, ¿por qué nunca me has querido?

Por Primera Vez ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα