ANNA

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Durante el resto del día mis padres no se despegan de la habitación, pero un oficial de policía llega solicitando declaraciones de ambos y pregunta si desean poner una denuncia ante lo sucedido. Ya sabemos que no fue un accidente como tal y seguimos sin entender como es que Rossana esté aquí y haya usado el coche de uno de los amigos de Richard para hacer lo que hizo.

Yo no hago más que llorar. Algo comprime mi pecho y la sensación es horrorosa. Estoy sin movilidad hace un día, ya que me han operado de la cadera. En la parte posterior de la cabeza llevo una pequeña incisión donde me tuvieron que intervenir de manera urgente para que la conmoción no pase a mayores. Al parecer la colisión de mi cuerpo contra el coche fue extremadamente fuerte y al caer contra el asfalto me di un golpe seco en la cabeza. Ahora en la cadera llevo una prótesis definitiva, ya que mis huesos se separaron. El doctor me indicó que no será problema para mi movilidad, pero que si, todo tendrá que ser diferente de ahora en más en cuanto a cuidados y sobre todo a futuro.

No pregunto mucho sobre lo... otro. No quiero. No puedo hacerlo. Busco recuerdos donde me veo tomando la píldora a cada noche, juro que siempre fui responsable, pero nada asegura...

Íbamos a tener un hijo.

Siento que tengo dos manos estrujándome el corazón y mis sollozos se intensifican cuando estoy a solas. Las enfermeras me dicen que debo estar tranquila, que aun mi estado es delicado, pero no hago más que pensar en el dolor que estuvo sintiendo Luca durante las horas que estuve en quirófano. No hago más que pensar en cómo ha recibido la noticia él, en cómo reaccionó a ello y si tuvo a alguien que lo abrazara. Si hay algo que él no podría perdonarse es estar con una mujer y que esta pase por lo mismo que pasó madre. Siempre lo dijo.

Y ahora yo, llego yo a su vida y casi le hago vivir lo mismo.

No me lo perdono, aunque no lo sabía. No soy capaz de calmar mis lágrimas. Tengo las mejillas irritadas de tanto llorar.

En la noche entra una enfermera y se ve obligada a suministrarme un calmante y quedo profundamente dormida aún con lágrimas en las mejillas.

Entre sueños siento un calor que me recorre desde las muñecas hasta llegar a mi mejilla, me acaricia y el cuerpo se me relaja con ese contacto, pero sé que es un sueño porque estoy dormida.

Despierto y le pregunto a una enfermera si sabe algo de mis padres, y me afirma de qué se han pasado por allí muy temprano y que prometieron regresar cuanto antes. Me siento sola, pero después de un rato unos enormes ojos color cafés se aparecen por la puerta de mi habitación, Mel no puede contener las lágrimas y se acerca a mí pasándose el dorso de la mano por los ojos.

  —¿Cómo te sientes? —se hace un hueco a mi lado.

  —Bien —mi voz sale débil aún, pero va mejorando—. ¿Sabes algo de...?

  —Todos están en la central de policías. Tu madre vendrá cuanto antes.

Asiento. Después de lo que ha contado Luca ayer es entendible que mis padres estén poniendo una denuncia contra Rossana e investigando acerca de ese tal Jacob.

Mel me cuenta cómo ella vivió todo y a cada rato sorbe por la nariz. Me dice que vino sola porque Marc está acompañando a Luca en todo lo que está sucediendo allá afuera y se limita a decirme algunas cosas porque se niegan a darme preocupaciones, que ya las tengo de todos modos.

  —¿Anna, tú lo sabías? —me mira en esa dirección y sé a lo que se refiere.

  —No. Lo prometo, yo no sabía —los ojos me escuecen—. Yo...

  —Todos te creemos, no tienes por qué prometer nada. Solo pregunto, sabes cómo soy de curiosa —pasa su mano por mi pelo.

  —Solo tengo dieciocho años, Mel.

Por Primera Vez ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora