ANNA

91 10 0
                                    

La burbuja se rompió cuando la intensa de mi amiga entró gritando a la sala. Estábamos a punto, otra vez al borde de besarnos, pero esta vez fue diferente. Se lo había dicho, había hablado por fin con otra persona que no sea Mel, sobre mi exnovio. Acepté que fue una relación tóxica, hablé sobre el maltrato. No sé por qué me habían entrado las ganas de decírselo a Luca, de hacerle saber que temía volver a meterme en otra relación y que aún estaba sanando, pero se lo hice saber porque me atraía, y ya no podía negarlo. Los pequeños detalles que fue teniendo conmigo hicieron que acepte lo mucho que me gustaba.

Y... no lo esperaba, también le gusto a él.

¿En qué habíamos quedado?, no pudimos terminar aquella conversación. Aún faltaba más, conocernos, sobre todo. Ya llevo un mes en Barcelona, pero quiero conocer a Luca de otra forma, de otra perspectiva, que no sea solo en fiestas, bares, tomando o con amigos. Quiero conocerle a él, solo.

Obviamente, cuando quedamos a sola con Mel, no se esperó ni un segundo en sentarse a mi lado en el sillón para que se lo contara todo. Nos habían visto tan cerca que era imposible inventarme una excusa, pero es mi mejor amiga, no puedo mentirle. Le digo toda la verdad, lo que hablamos, lo que yo sienta, lo que Luca me dijo que siente, hablamos al lujo y detalle. Así son siempre nuestras charlas con Mel.

La loca comienza a saltar por los sillones, feliz después de decirle que nos habíamos declarado el uno al otro.

—¡Yo sabía! ¡Yo sabía! —levanta la voz.

—Te escuchará todo el mundo, baja la voz —yo susurro.

—¿Son novios?

—¿Qué? Mel, espera... solo llegamos a hablar un poco. No somos nada.

—Así como que nada, no sé, algo son. O algo serán.

—No, todavía debemos hablar y conocernos un poco más, todo a su tiempo —suspiro. Cuando mi amiga termina con su show, decido meterme a la cama, ya es tarde. No quiero pensarlo tanto, prefiero dejar que todo vaya a su tiempo para ver que pasa con Luca.

>>>>>

—Santiago, ¿cómo estás? —por fin logro llamarlo.

—Amor... he, Anna, lo siento. Bien, ¿cómo estás tú? —pongo los ojos en blanco al escuchar que me dice amor, lo ignoro.

—Bien, yo... llamaba para saber de ti. No hablamos hace más de una semana.

—Estoy bien, voy al psicólogo y estoy saliendo con amigos.

—Me alegro por ti.

—Sí...

—¿Pasa algo? Te siento un poco decaído.

—No es nada, solo que... Bueno, problemas con mi padre. Está  internado hace unos días, pero dicen que no es nada grave.

—¿Qué? ¿Por qué no me has dicho nada?

—Es que lo ingresaron ayer, pero estaba yendo a urgencias muy a menudo. Hasta que lo dejaron en revisión —lo escucho suspirar.

—Pero, ¿saben a qué se debe?

—Yo no, sabes que mi madre no me cuenta mucho, pero supongo que si es algo peor me lo dirán.

—Bueno, puedes llamarme si lo necesitas. Mantenme al tanto.

Al final termino colgando la llamada cargada de ganas de hablar con él sobre nosotros, de otras cosas y sobre la llamada de su madre, pero siento que no era el mejor momento, prefería hablar otro día.

Por Primera Vez ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora