La primera semana donde estoy la mayor parte del tiempo sola y enfocada en mí, la dedico a eso que comienza a interesarme cada día más. Los libros. Todo su mundo en general, y por eso tomé la decisión de crearme un blog de Instagram para hablar de ellos.

Llevo 27 seguidores en solo cinco días. Nada mal para comenzar, ¿no?

Por las tardes me junto con Mel y aprovecho de hacer contenido en alguna cafetería o parque. Ya hace tiempo no estábamos a solas con mi amiga, el hecho de que Santiago se apareciera por Barcelona, descolocó por completo todos mis planes. Ah, sí, y lo he vuelto a ver, para acompañarlo a Poblenou – 22@, en el barrio de Poblenou. Donde se encuentran las mejores empresas de España. Pero al final fue en vano, llegamos al sector y ni siquiera se había atrevido a buscar cuál era la planta que pertenecía a la oficina que le habían indicado. Según él, necesitaba más valor para darse a conocer frente al hombre que lo engendró. Y yo no lo presioné, solo fui su compañía y de regreso me despedí de él porque no me sentía bien estar haciendo aquello. Verlo, acompañarlo, apoyarlo. Aunque algo dentro de mí tiraba hacia la bondad, la otra parte, me hacía recordar todo lo malo de nuestra relación. Y si yo estaba en Barcelona ahora, era justamente para olvidar todo lo nuestro y dejarlo atrás, comenzar una nueva vida. Tal como lo estoy haciendo con Luca.

Luca, que a cada mañana me envía un mensaje de Buenos días, no importa el horario ni la distancia, cada mañana tengo su mensaje en la pantalla del móvil, apenas me despierto. Me levanto en su cama, con su olor, añorando su presencia, su tacto, su calor, todo él. Si... lo extraño.

Por fin, junto a mis padres, habíamos coincidido otra vez en tiempos libres para hacer FaceTime, llevo unos minutos sentada con la vista al mar de frente. Escuchando a mi padre decir:

—¿Cómo estás muñequita?

—¿Qué tal todo, cariño? —dice mamá. Los echo mucho de menos. A pesar de que siempre he sido muy independiente en muchos sentidos, y mis padres trabajan día y noche para permitirnos la vida que tenemos, jamás he pasado tanto tiempo sin ellos.

—Estoy muy bien, ¿y ustedes? —pregunto con una sonrisa y apoyo el mentón sobre mis manos.

—Todo va bien por aquí —dice mamá, y mi padre asiente sonriente.

Hablamos un buen rato. Ellos me cuentan de su trabajo y yo de todo lo que he conocido en estos casi dos meses. Claro que también toco el tema de que estoy comenzando a tener una relación con Luca, cosa que a ambos les hace mucha ilusión, y mi madre —tan explosiva, como siempre— muere de ganas de conocerlo. Ya habrá tiempo para eso, eso lo que les digo.

—Entonces, con respecto a la carrera de medicina...

—Con respecto a eso —jadeo—. Quería decirles que... Bueno, estaba pensando, y creo que igual ya lo sabían. El día que me inscribí en la universidad, ambos me preguntaron por qué llevaba esa cara, y si no me hacía ilusión, y entonces yo...

—Muñequita —dice papá, haciéndose más espacio frente al computador—. Lo sabemos. Sabemos que no es la carrera que quieres, pero tampoco sabemos que es lo que realmente quieres.

—Es que... no lo sé —suelto todo el aire que contengo en los pulmones.

—Tranquila —habla mamá—. No tienes por qué estudiar algo que no te apetezca, ¿sabes? Es mejor no hacerlo, a que hacerlo y luego no tener vocación por ello.

Yo asiento. Ellos siempre me comprendieron, agradezco tanto tener a unos padres así. Jamás me presionan, nunca deciden por mí.

—Entonces dinos, ¿qué podemos hacer por ti?

Por Primera Vez ©Where stories live. Discover now