Procedo a tomar el libro de una de ellas y se desesperan por hacer preguntas acerca de los personajes. Lo miro a él, a mi personaje, que está de pie con las cejas juntas y sin comprender.

Hago el ciclo de respiración que me ha enseñado el psicólogo para calmar las pulsaciones. Nadie lo nota y esta vez no funciona del todo. Él me altera los sentidos.

Mientras que recibo los libros, voy levantando la vista y lo veo mientras se marcha. Se vuelve a girar y me mira, pienso en que me esperará, pero no lo hace.

—Iré a la firma —me dice contenta, una de las niñas.

—Las veo allí —me despido.

Llego por fin a la cinta correcta, tomo mi maleta y lo busco. Mis ojos recorren cada sector del aeropuerto y no lo encuentro.

Lo tengo grabado en la retina, todo él. De pie a mi lado tanto tiempo después, y sigue igual. La sensación de seguridad al estar a su lado sigue intacta, lo sentí. Es una burbuja que nos abraza cada vez que estamos juntos, pero explotó de repente. Comienzo a caminar hacia donde me está esperando el Uber que he pedido mientras esperaba mi maleta, lo localizo de inmediato y le indico la dirección.

Mel no sabe nada, pero lo he hablado con sus padres hace semanas. Estaré en su noche soñada.

Cuando me fui, mi amiga me escribía a diario. Estuvo en cada etapa que pasé, como siempre. Lo sabe todo, pero he arreglado con sus padres de darle una sorpresa en su boda y por esa razón le tuve que decir que se me hacía imposible llegar, ya que estaría en una pequeña gira de mi libro. Lo que no le dije es que esa gira es en España, estaré visitando varias ciudades la siguiente semana, así lo cuadré para no fallarle a Mel, jamás le fallaría y ella tampoco a mí.

Llego al hotel que se encuentra a unos pocos metros de la playa donde se llevará a cabo la ceremonia. La mamá de Mel me espera en recepción y sube conmigo en secreto para acomodarme en una de las habitaciones, han alquilado un piso completo para alojar a la familia. Mis padres también estaban invitados, pero no pudieron cuadrar sus vacaciones con la boda y ahora mismo están recorriendo Japón. Mamá quiso retomar con sus viajes tal como lo hacía en su adolescencia y mi padre la sigue a todos lados.

Abro la maleta donde tengo el vestido que he mandado a diseñar. Mi amiga indicó a sus invitados que opten por atuendos entre azules y verdes oscuros y su madre dió la idea de que sea yo la única que vista un vestido color dorado. No se ha cansado de repetirme lo importante que soy para Mel y lo emocionante que sería para su hija verme allí, diferenciada de los demás y entrando con sus anillos de boda.

Mientras recuerdo todos los momentos de nuestra amistad, una lágrima se escapa cruzando mi mejilla y me abanico el rostro para no llorar. Tiendo el vestido sobre la cama y doy gracias a que la tela no es de las que se arruga. Busco las sandalias de tacón y los pendientes que usaré. No voy a llevar collar, porque el cuello del vestido no lo permite, ya que luce mejor solo. En el brazo izquierdo voy a tener un brazalete por encima del codo y al tener el pelo corto ahora, usaré un recogido completo en forma de moño bajo.

Con todo eso me ayuda una estilista, porque claro que la madre de Mel contrató a un increíble grupo de mujeres especialistas en maquillajes y peinados.

Cuando estoy lista me observo en el espejo. Jamás he llevado un pinta labios rojo como el que me han puesto ahora, pero la mujer que me maquilló no ha parado de repetir lo bien que se ve con el vestido y que me realza el color de la piel. En los ojos me puso unas sombras para resaltar el color celeste y no me reconozco cuando me echo un vistazo en el espejo.

Le doy las gracias por el increíble trabajo que hizo y se despide dejándome sola en la habitación.

No puedo arruinar el maquillaje y por eso hago lo mejor que puedo para no dejar escapar una lágrima al recordar que lo vi, y estará también en la ceremonia. Cojo fuerzas y me obligo a pensar en otras cosas.

Por Primera Vez ©जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें