Sinopsis:
Wei Qian es un niño que muy pronto se hace responsable de su hermana pequeña, Xiaobao, y de Wei Zhiyuan, un niño que encontró abandonado en la calle y decidió adoptar, criándolo como si fuera su propio hermano. Viviendo una vida de pérdida...
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Ese fue el grito de Xiao Fei, al ver a su jefe agarrar la daga con la mano sin dudarlo, su corazón casi saltó de su garganta.
Xiao Fei apoyó una mano contra la pared y se cubrió la boca con la otra. Quedó estupefacta al ver la sangre en la mano de Wei Qian corriendo por el surco de la daga y bajando por el dorso de su mano. A continuación, Wei Qian levantó la rodilla y se la clavó en el estómago al hombrecillo; Xiao Fei oyó un ruido sordo y casi pudo imaginar lo doloroso que era. El hombre soltó un breve "ah" y escupió saliva, se inclinó medio inconsciente y a continuación recibió un fuerte golpe en la espalda, y finalmente un fuerte codazo en la nuca.
El hombrecillo se tambaleó y se tumbó como un pez moribundo, puso los ojos en blanco durante un buen rato y se retorció ligeramente en el suelo.
Fue entonces cuando Xiao Fei sintió un ligero dolor en su tobillo torcido.
La puerta del ascensor se abrió y un guardia de seguridad que patrullaba el garaje subterráneo y pensaba subir se sobresaltó al ver la sangrienta escena y retrocedió dos pasos.
─Llama a la policía. ─Wei Qian recogió el cuchillo del suelo con la mano buena, sostuvo el teléfono sobre su hombro, y le dijo a San Pang antes de que pudiera colgar: ─Estoy en el estacionamiento de abajo.
El traje que llevaba Wei Qian era muy fino y no era adecuado para un ejercicio tan extenuante. Wei Qian sintió esto cuando empujó a Xiao Fei. Cuando miró hacia abajo, vio que su saco se había desgarrado, fue inevitable. Simplemente se quitó el saco roto y lo envolvió alrededor de su mano sangrante.
San Pang gritó con todas sus fuerzas mientras seguía hablando por teléfono:
─¡Casi me matas del susto! ¿Qué está pasando?
─Tsk.─dijo Wei Qian, ─deberíamos invertir en una fábrica de ropa. La ropa formal es muy cara y no es lo suficientemente resistente.
─¡Vete a la mierda! ¡No, maldita sea, no te muevas de ahí!
Después de decir esto, San Pang colgó el teléfono de golpe y se escuchó el timbre de "ocupado".
Xiao Fei sacó apresuradamente y a trompicones un paquete de pañuelos de su bolso, se acercó cojeando y limpió con su pálido rostro la mano ensangrentada de Wei Qian. Mirando las horribles heridas de su mano, Xiao Fei sintió que estaba a punto de desmayarse. Dijo:
─Esto no va a funcionar, tenemos que ir al hospital. Director Wei, casi muero de susto, ¿lo vió? Él traía una daga en la mano y usted, usted no le tuvo miedo, tiene muchas agallas...
