Luca se encierra en la habitación y yo me quedo con una mano sobre el pecho intentando controlar la respiración. Estoy acelerada y sin saber qué hacer. Busco el móvil y le marco a Mel. Al escuchar mis sollozos, no tarda ni un segundo en decirme que la espere y que pasa por mí lo más rápido posible. Aunque yo quiero quedarme con Luca, explicarle cómo son las cosas y que no se quede con su versión, con lo que ha visto.

Solo recojo mi bolso que está en el colgador de la sala, me paso una bufanda por el cuello y bajo limpiándome el rastro de lágrimas, intentando evitar a los vecinos de Luca y que nadie me vea llorando. A Mel no pude adelantarle nada de lo que ha pasado, ya que apenas me escuchó llorando, no dudó ni un segundo en venir a recogerme. Y cuando subo a su coche, me pregunta lo obvio.

  —¿Qué pasó? —deja su café en el apoya vasos y se gira hacia mí—. Fue Santiago, ¿verdad?

  —Luca —no puedo hablar por el hipo que me ha dado.

  —¿Luca? ¿No estaba en Nueva York?

Respiro hondo botando el aire por la boca para poder controlar el llanto acompañado del hipo que siempre me da en situaciones que me sobrepasan.

  —E él y y Ssantiago —maldito hipo—. Me besó y y...

  —Detente, no logro entender nada de lo que me intentas contar. Pondré música, te calmarás y hablaremos en mi piso —se abrocha el cinturón de seguridad, yo hago lo mismo y se mete entre el tráfico rumbo a su apartamento.

Varios minutos después pude contener las lágrimas, Mel me ofrece su café y por fin salen las palabras de mi boca. Le cuento lo que había sucedido, como Santiago llegó al apartamento, en que insistió que lo acompañara a tomar un café y hasta el momento en el que me besó y vi a Luca entrar en la sala con el ceño fruncido, mirándome confundido y con decepción por lo que había visto.

Mel, furiosa, se desvía del tráfico y gira en dirección a la carretera.

  —¿Qué haces? —la miro sopesando lo que quiere hacer.

  —En el Hotel W me dijiste que se estaba alojando, ¿verdad? —aprieta las manos con fuerza sobre el volante. La intensidad de mi amiga siempre sale a relucir.

  —No, Mel, no harás lo que creo que quieres hacer. Tengo que hablar con Luca cuando se calme y no quiero volver a ver a Santiago.

Me ignora, sigue conduciendo hacia la carretera para ir al hotel donde se encuentra alojado mi ex.

  —Deseo matar a ese engendro del diablo desde el primer día que lo vi. Sabes que siempre me dio mala espina y no quiero quedarme con las ganas —agrega—, así que iré a ese hotel de pijos donde se queda y lo sacaré a patadas en el culo para que te deje en paz de una vez por todas —casi puedo ver cómo sale humo de su cabeza y la rabia que contiene.

  —Mel —apoyo mi mano sobre su brazo—. Eres una amiga increíble, y lo sabes, por eso eres mi mejor amiga. Pero de verdad, ahora solo quiero quedarme esta noche contigo y mañana poder hablar con Luca, ya no quiero más problemas, por favor —la miro con carita de pena. Mi amiga pone los ojos en blanco y bufa como una loca, pero me hice caso y vuelve a conducir en dirección a su piso.

Llegamos y solo me tiro a llorar en la que antiguamente había sido mi habitación, meses atrás, cuando había llegado a Barcelona con ganas de pasar unas vacaciones con mi amiga, disfrutar y poder dejar atrás todo lo malo que había vivido con mi ex. No buscaba nada nuevo, de hecho, tenía pensando pasar unos meses en compañía de Mel y luego regresar a mi país y ponerme a estudiar medicina, carrera que sabía que no me iba a llenar en un futuro, pero que yo creía que era la correcta después de no encontrar nada más que me gustara. La medicina tampoco me gustaba y solo me había matriculado en la carrera para hacer los primeros tres años y luego moverme a la rama de dermatología, eso sí que llamaba un poco más la atención. Pero viéndome ahora, sabía que la Anna del presente no tiene nada que ver con esas cosas.

Por Primera Vez ©Where stories live. Discover now