¿Quién más lo sabe?

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Las luces brillantes del bar la cegaron por un momento, haciendo que parpadeara un par de veces para poder acostumbrarse, observaba a su alrededor pero no encontraba la figura de Isabella o de Leah por allí, solo la de otros chicos de la universid...

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Las luces brillantes del bar la cegaron por un momento, haciendo que parpadeara un par de veces para poder acostumbrarse, observaba a su alrededor pero no encontraba la figura de Isabella o de Leah por allí, solo la de otros chicos de la universidad que la observaban de arriba a abajo mientras le sonreían, rodó los ojos, sabía que no debía haber aparecido en ese lugar, se estaba sintiendo incomoda y el sentimiento de arrepentimiento le hacía cosquillas en los pies obligándola a retroceder un par de pasos.

-¡Hey! Al fin llegas.-Leah la sorprendió saliendo de la nada y tomando su mano llevandola a un lugar mas reservado.-Por un momento creímos que no vendrías.

-Me hicieron prometer no una, ni dos, sino veinte veces que lo haría.-dijo sentándose en la mesa donde se encontraba Isabella sonriendo como una loca.

-Tienes que distraerte, pasar encerrada en tu habitación, no es vivir.-Leah elevó la voz por encima de la música para que la escuche.

Hizo una mueca de disgusto y observó el menú de bebidas que tenía en frente, lo pensó, no tenía ánimos de tomar nada.

Un vaso con el contenido de una bebida se acercó a ella.-Es para ti.-dijo Leah a su lado.-Bébelo.

Negó.-No deseo nada, gracias.

-Solo uno y te dejamos tranquila.-observó con complicidad a Isabella y regresó la mirada a Sarah.-Por favor.

Sarah con un bufido cansado, accedió, bebió y en seguida su garganta se calentó, el sabor del Whisky quedó en su boca.

-¿Lo ves? no era para tanto.

Y realmente no lo era, ese trago no había sido tan desagradable y los que siguieron esa noche tampoco lo fueron. Se levantó a la pista de baile cuando sintió que el alcohol hizo efecto en su cuerpo y comenzó a bailar observando las caras borrosas a su alrededor, se sentía bien, se sentía libre y relajada después de mucho tiempo de estar sumergida en depresión o lo que sea que le impedía levantarse todas las mañanas y querer comerse el mundo.

Unas manos se posaron con delicadeza alrededor de su cintura y giró, el rostro estaba lo suficientemente cerca para saber que no era ninguna de sus amigas, pero no le importó, esa noche no le importaba nada. Bailó con el extraño, cuyo rostro podía descifrar de algún recuerdo de su cerebro, pero en ese momento no estaba en capacidades como para pensar y hacer memoria.

Para su alivio, esta otra persona no se aprovechó de la situación, mantuvo la distancia adecuada para no generar ninguna incomodidad en ella.

Cerró los ojos e imaginó por un instante que quien bailaba con ella era Fernanda, quien ponía las manos alrededor de su cintura era la rubia, que estaba allí, que había regresado por ella. Sacudió la cabeza para eliminar esos pensamientos.

-¿Te encuentras bien?-preguntó en cambio quien realmente tenía delante completamente ajeno a sus pensamientos.

Las luces comenzaron a marearla más de lo que ya estaba, sintió como el chico la arrastraba hacía algún lugar y la ayudaba a sentarse.

Ramé ©Where stories live. Discover now