No hagas eso si te vas a ir.

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Se levantó sobresaltada, con la mirada en el cielo raso y las imágenes de lo que ocurrió la noche anterior asaltaron su mente

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Se levantó sobresaltada, con la mirada en el cielo raso y las imágenes de lo que ocurrió la noche anterior asaltaron su mente. Observó a su lado y se encontraba Fernanda aún dormida con los cabellos esparcidos por la almohada, en algún momento de la noche se quedaron dormidas y Sarah no fue a la otra habitación como lo había asegurado. Se pasó las manos por la cara confundida, ni siquiera ella sabía por qué había invitado a Fernanda a quedarse y se había comportado de una manera tan atenta con ella, quizás era el hecho de que realmente le daba miedo pasar la noche sola con Cielo y sacó provecho de la compañía que Fernanda podía darle. Sin embargo, no podía negar que se sintió bien, se sintió cómoda al tener a alguien a su lado con quién reír y conversar cuando el mundo parecía en pausa, pero después de eso ya no sabía como debía actuar con la rubia, ¿debía seguir distante? ¿tenía que por lo menos darle la oportunidad de tener una relación amistosa? Observó su rostro una vez más, la expresión relajada, los labios rosados ligeramente abiertos que le daban una apariencia tierna y la respiración calmada, le aceleró el corazón sin preverlo. Tanto tiempo, tantos acontecimientos y Sarah seguía enamorada de esa mujer, aunque le daba miedo admitirlo, estar con Fernanda era sinónimo de dolor y no quería volver a pasar por eso.

Se levantó despacio de la cama y se metió al baño para cepillarse los dientes y arreglar su cabello, luego de un rato salió, Fernanda seguía dormida y sin hacer ruido salió de la habitación a buscar a Cielo que sospechosamente no se había levantado aún.


Entró en la habitación de la pequeña y la encontró arropada hasta la cabeza, con el ceño fruncido se acercó y tocó su rostro para despertarla, y sacó la mano aterrada, la frente de Cielo estaba hirviendo, se comenzó a desesperar, la pequeña se enfermaba muy poco, siempre tenía los cuidados necesarios para que eso no pase, quién sabe hace cuantas horas la niña había estado así. Los ojos de Cielo se abrieron un poco y con expresión de dolor habló.

-Me duele mucho aquí.-dijo señalando la parte baja de su abdomen.

-Mi amor, tranquila, vamos a ir al médico ahora. -dicho eso, sacó un abrigo entre las cosas de Cielo y en brazos la sacó de la cama, al salir de la habitación se cruzó con Fernanda.

-Hey, ¿qué pasa?-dijo al ver a la niña en brazos de su madre. -¿Qué sucede, Sarah?

-Cielo, esta ardiendo en fiebre, necesito llevarla al médico. -dijo antes de bajar las escaleras.

-Yo las llevo. -dijo bajando detrás de ellas y agarrando las llaves de su auto que en algún momento de la noche dejó encima de la mesa al llegar.

Al abrir la puerta la lluvia estaba comenzando a caer de nuevo.

-Aquí detrás. -dijo señalando la puerta. -Hay un paraguas, ayúdame por favor.

Fernanda hizo lo que le pidió y con el paraguas la cubrió a las dos, cerró la puerta de la casa y llegaron al auto, subieron de inmediato, Sarah con Cielo en la parte trasera y Fernanda frente al volante. La niña comenzó a quejarse del dolor.

Ramé ©Where stories live. Discover now