Si alguien le hubiese dicho a Sarah que aquella tarde iba a reencontrarse con su pasado, hubiese dudado e incluso cambiado los planes de ese día para evitar hacerlo. Por más que se convenció a sí misma que había superado los acontecimientos de hace...
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Esa mañana Sarah se dedicó a sacar las cajas que se encontraban en la bodega trasera de la casa, se había puesto un short y una blusa sencilla pues tenía un largo trabajo por hacer y debía estar cómoda ya que posiblemente le tocaría ingeniárselas sola para arreglar todo. No sabía si Fernanda se presentaría ese día, luego de decirle que estaba lista, salieron ella y Cielo del kínder, por lo tanto la rubia no le confirmó su asistencia, así que para no pensar más en ella y toda la confusión de su cabeza, se había dispuesto a traer la navidad a su casa.
-Mami, eso tiene mucho polvo.-dijo Cielo tapándose la nariz.
-Si, amor, eso pasa. Lamentablemente no esta Rina para que me ayude un poco con la limpieza.
-Yo puedo ayudarte, mami y quizás la miss Fernanda cuando venga.
La castaña le sonrió.-Ella nunca dijo que vendría.
La niña ladeó la cabeza.-¿Quieres mucho a la miss Fernanda?
-¿Q-qué dices?
Se alzó de hombros.-Siempre que ella está cerca, te pones muy roja y ahora que la menciono lo haces igual.
-Cielo, tengo calor, es todo. Ven, ayúdame a sacar estas cosas.-dijo desviando el tema, jamás se imaginó ser descubierta por su hija pequeña de esa manera. Por Dios, era solo una niña, ¿Cómo podía saber si ella quería o no a Fernanda?
Sacó uno por uno los arreglos falsos, mientras los limpiaba con un paño, vio que Cielo se ponía una bota navideña en los pies y le sacó una foto por lo tierna que se veía.
Estaba sonriendo mientras veía la imagen, cuando sonó el timbre, con la mirada pegada al celular se acercó a la puerta y la abrió. El celaje de los zapatos deportivos rosados que se veían detrás de su celular llamó su atención, recorrió la imagen de pies a cabeza, encontrándose con la mirada avellana de Fernanda.
-Espero llegar a tiempo.-comentó, sonriendo con todos sus dientes blancos.
-Viniste...
-Me invitaron ¿o no?-dudó.
-Si, claro, pasa.-dijo la castaña haciéndose a un lado. Observó la espalda de Fernanda y la verdad era que esa blusa de tela fina y ese jean con el que había llegado hacía que se delinearan mas sus curvas y se vea más pronunciado su...
-Hey, Sarah, ¿me escuchaste? ¿Qué estás viendo?-la voz de Fernanda la sacó de sus pensamientos.
-Nada, estaba pensando.
-Miss Fer, si viniste.-dijo Cielo corriendo a abrazarla y observó a su mamá.-Mami, estás roja.-agregó antes de agarrar la mano de Fernanda y llevarla a la sala donde se encontraban las cajas.
La castaña se llevó las manos a la cara y se metió al baño. Era verdad, estaba roja, tenía las mejillas sonrojadas y las pupilas dilatadas, sacudió la cabeza, debía alejar esos pensamientos de su mente antes de que la rubia se dé cuenta de lo que estaba causando. Se llevó los dedos a los labios y recordó el beso que habían compartido semanas atrás, ¿a quién quería engañar? moría por volver a besarla, a tocarla, a sentirla cerquita, pero también recordó su confesión de sus diferentes amoríos, y se dio de golpe con la realidad, no era tan importante para Fernanda como ella empezaba a creer. Abrió el grifo y se lavó la cara con el agua helada.
